LAS OPORTUNIDADES DE LA VIDA.

Mina salió de prisa por la entrada principal, no esperó siquiera que los guardias le abrieran la puerta. Solo el joven Lucca alcanzó a verla cuando cruzaba la calle y se perdía entre la gente. Mayor fue el desconcierto cuando unos minutos después el propio Matthew salió tras ella y al no encontrar rastro de la chica se quedó de pie en los escalones de la entrada. Mirando en todas direcciones el guapo magnate no podía ubicar por dónde huyó la joven. Se pasó los dedos entre su cabellera tratando de asimilar lo que acababa de pasar en su oficina.

Ella dijo que no. Esa mujercita que salió corriendo, se negó a aceptar un millón de dólares. Nunca en la vida Matthew Hoo Suin había conocido ser humano que se negara a aceptar dinero, mucho menos tanto dinero, y sin nada a cambio... Matthew había recorrido un camino bastante largo en la vida. Había conocido muchísima gente y sabía que las peores atrocidades en la historia fueron motivadas por el dinero. Encontrar a alguien que hiciera a un lado la ambición, por cualquier motivo que fuera, era como hallar una aguja en un pajar. Además conociendo los problemas por los que está chica había pasado era todavía más sorprendente que rechazara semejante cantidad.

Lucca se acercó al hombre cuando vio su rostro consternado y como se paseaba de un lado a otro de las escaleras. ¿Y ahora que había pasado? Tenía que ser algo grande para que reaccionara así.

-¿Que sucede Tío Matthew, todo bien?

-la perdí de vista, no se por donde se fué-respondió haciendo caso omiso de la interrogación del joven guardia

-¿La chica? ¿Busca a la pelirroja?

-si, debo hablar con ella urgentemente.

-yo la Vi, cruzó la calle y se fue rumbo a la avenida Rosefield... ¿Pero qué...?

-ve por mi auto, la buscaremos.

-¿Pasó algo? ¿Que se robó?...

-¿Robarse? ¡Nada de eso! Creo que la ofendí, tengo que aclarar las cosas...

-Pero tío, ¿por que mejor no la llama por teléfono o algo así? Tiene juntas todo el día y un almuerzo con la representante de Lucy...

-los cancelé. ¿Sigues aquí? ¡ve por mi auto!

El moreno pegó un brinco y salió volando por el estacionamiento hasta el auto de Matthew. Todavía no podía creer estuviera pasando, en todos sus años cerca de Matthew Hoo Suin eran pocas las veces en las que lo veía perder la compostura, menos aún cancelar sus juntas de la nada. Solo Lilly cuando se ponía grave lograba tal cosa.

Lucca DiMarco llevaba años conviviendo con la familia Hoo Suin. Era de su completa confianza y conocía muy bien a cada uno de ellos, sobre Todo a Matthew y a Nicholai. conoció al millonario cuando era tan solo un niño, su madre vendía dulces cerca del colegio en el que Nicholai estudiaba y aunque era un chico de dinero Nico siempre se escapaba a comprar los dulces caseros que hacía su difunta madre. De ahí que Matthew y el se conocieran una tarde de verano cuando el magnate buscaba a su travieso hijo y los encontrara a ambos comiendo pastelillos bajo un árbol en el parque donde su madre vendía. Desde entonces Matthew pasaba regularmente con Nicholai para comprarle dulces y evitar que se saliera de clases, además como su hijo era muy tímido y le costaba hacer amigos, estuvo muy contento cuando Nico le dijo "Luca es mi amigo". Luego su madre falleció. Y Lucca pasó por una mal momento, pues como siempre estuvieron solos el tuvo que trabajar para sostenerse. Matthew al saberlo tomó al chico bajo su cuidado. Lo ayudó a terminar la escuela e incluso a estudiar la universidad. Por eso Lucca le tenía muchísimo aprecio tanto al padre como al hijo y estuvo feliz cuando lo invitaron a trabajar en la corporación DOME. Desde entonces estuvo al lado de los Hoo Suin y consideraba a Matthew como un padre, cuidaba celosamente de Lucy y Lilly y aconsejaba a Nico como si fuera su hermano menor.

-Suba tío Matthew -dijo estacionando el auto a las afueras del corporativo.

-tu viste por dónde, sigue el rumbo y si la ves avísame...

-se me ocurre otra cosa Tío... -El moreno sonrió un poco y Matthew le miró intrigado- vamos directo a su casa. Seguro irá ahí tarde que temprano, su abuela debe tomar los medicamentos.

-adelante. -Matthew se reclinó sobre el asiento y suspiró cerrando los ojos.

Lo dejaría en manos de Lucca, después de todo fue él a quien le pidió el favor de que investigara a la señorita Graham, y era un hombre de su total confianza. Le tenía mucho cariño también, era como otro hijo. El moreno dobló sobre la calle Rosefield y perfiló hacia los suburbios, en el modesto vecindario donde la chica vivía.

Mina se había detenido en un parque cerca de la avenida. Ahora se sentía como una verdadera idiota. Seguramente el señor Hoo Suin pensó que era alguna clase de loca, y con justa razón. Pero es que por un momento entró en pánico. No era la primera vez que la engañaban con dinero "fácil" y ahora se sentía tan sobrepasada por sus problemas que otro más de ese calibre no podría soportarlo.

-dios mío... ¿Y ahora que hago?...

De pronto se sintió culpable. Con ese dinero podía saldar la hipoteca de la casa de su abuela y hasta pagar sus medicamentos, incluso tal vez terminar de estudiar la carrera en una buena escuela. ¿Estuvo bien rechazarlo así sin pensar? Dicen que las grandes oportunidades se presentaban una sola vez en la vida, ahora Mina estaba temiendo que tal vez dejó ir la suya... Miró el reloj en la pantalla de su pequeño teléfono y vio que ya pasaban de las dos. Debió llegar a casa hace más de una hora, su abuela sabía que iban a darla de alta esa mañana y ya la estaba esperando. Era hora de dejar atrás todo este embrollo y retomar su vida. Encontrar un trabajo que le permitiera seguir con sus estudios y además pague lo suficiente para cubrir los gastos sería todo un reto...

-supongo que es lo mejor que puedo hacer ahora. -dijo más para sí que nada.

Subió al autobús en la parada y se dirigió a casa. El camino se le antojó cortísimo, estuvo tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando llegó a a su destino. Bajó en la esquina como siempre y caminó distraídamente. De pronto al fijar la vista en el frente de su casa vio sorprendida Matthew de pie junto a su lujoso auto, estacionado justamente a la entrada. La joven se apresuró hasta llegar frente al guapo magnate, este le miró serio y ella volvió a tensarse ante esos bellos ojos grises, que desde la primera vez que los vio la dejaron sin aliento.

-sr. Hoo Suin... ¿Que hace aquí?

-Mina, lo lamento muchísimo...

-¿Eh? -ella parpadeo un par de veces sorprendida. No entendía que estaba pasando. Lucca desde el asiento del conductor también estaba pasmado.

-Mina, creo que le he ofendido, y lo lamento profundamente... Jamás fue mi intención. Le asusté, hice que huyera, me disculpo por eso.

-¡oh! No, no para nada... Solo, bueno, si, en realidad si me asusté, pero tampoco debí salir como cabra loca de su oficina. También me disculpo...

Matthew se permitió una fugaz sonrisa. "Como una cabra loca" eso sí le pareció gracioso. Y muy espontáneo. La chica al darse cuenta de lo que dijo se encogió un poco apenada. ¡Vaya si era idiota! Estaba hablando con un sujeto elegante y educado no con el lechero.

-Mina, quisiera invitarle a cenar.

-¿Cómo?

-si, a manera de disculpa. Al menos permítame conocer un poco a la joven que salvó a mi hija...

-sr. Hoo Suin, no me debe nada. -dijo algo nerviosa, pero de nuevo bastó una mirada de ese hombre para desarmar cualquier intento de protesta. El caballero tomó su mano con suavidad y volvió a preguntar.

- por favor Mina Graham ¿Aceptaría cenar conmigo?

-eh... Está bien. Con gusto, señor Hoo Suin.

-la veré está noche a las nueve en Le Noir. Lucca pasará por usted.

Y luego de eso el hombre se despidió con una ligera inclinación de cabeza, subió al auto y se retiró. Mina se quedó de pie, mirando el auto alejarse hasta doblar la esquina. Sentía un extraño cosquilleo en el estómago y le temblaban las piernas. ¿Miedo, ansiedad, nervios? Podía ser cualquier cosa, lo único que sabía es que desde que conoció a ese hombre su mundo estaba de cabeza. Y si no se andaba con cuidado podía ponerse peor... La pregunta del premio gordo era ¿Por qué diablos no pudo decir que no?

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