La caída de Kalen.

Isra se encontraba en la mesa desayunando cuando Sharif llegó.

— Hola dijo Isra mirándolo.

— Buen día, dijo Sharif.— Lo siento ayer estuve muy ocupado.

— No te preocupes lo entiendo dijo Isra poniéndose de pie.

— Espera un segúndo.— Isra se dio la vuelta y lo miro.— Prepararé todo para que ustedes se vayan a más tardar en veinticuatro horas comento Sharif.

— ¿ Iremos a Londres?, pregunto Isra.

— No, irán a Grecia tengo familia ahí y una propiedad, estarán seguras y tú madre tendrá atención médica.

— Como desees, iré a decirle a mamá dijo Isra.

Sharif llamo a Kardal quería saber lo que estaba pasando en Marambit. Luego se dirigió a la base aérea y paso todo el día fuera del palacio.

Isra se encontraba en su habitación cuando una empleada ingreso, prepararían su equipaje, ya que al día siguiente se irían.

Estaba en la sala cuando una empleada ingreso, hizo una reverencia y le preguntó dónde le servía la cena.

— ¿Dónde está el príncipe?, pregunto Isra.

— Cenando con sus padres en los aposentos privados del rey.

— No voy a cenar respondió Isra.

A la mañana siguiente, Isra se dio cuenta de que había dormido sola, el libro que estaba leyendo la noche anterior cuando el sueño la venció seguía sobre la cama y la luz seguía encendida. Al pasar por la invitación contigua vio que Sharif había dormido ahí.

Isra se dirigió a la terraza Sharif se encontraba ahí. Estaba sentado tomando café y leyendo lo que parecía un informe. Había documentos por todas partes, Isra hizo una mueca de disgusto, supuso que si quería que las cosas volvieran a su cause debía dar el primer paso.

—Buenos días —le dijo contenta mientras le ponía las manos sobre los hombros y lo besaba en el cuello—. ¿ Como estas ? Él levantó la mano para hacerla callar.

—Perdona un segundo, tengo que leer esto... La sonrisa Isra se esfumó y se apartó. — Tú vuelo sale en tres horas desayuna le dijo Sharif.

— ¿Como está todo en Marambit?, pregunto ella.

— No debes preocuparte, exclamó Sharif concentrado en los papeles que estaba leyendo.

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Las intrigas y revueltas continuaban sin cesar en Durham, un reino que se veía sacudido por las conspiraciones internas y los enfrentamientos civiles. En medio de este caos, Omar Al-Hakim, un astuto y ambicioso líder rebelde, había logrado infiltrarse en la capital, aprovechando la confusión y el descontento que se propagaban como un incendio.

Mientras tanto, Kalen Al-Halabi, el heredero legítimo al trono de Durham, se encontraba al frente del ejército real, combatiendo con todas sus fuerzas para restaurar el orden y la paz en su patria.

Kalen estaba tranquilo por su familia, todos se encontraban en Raleigh.

 Desde su posición en el campo de batalla, Kalen observaba cómo sus tropas, agotadas pero decididas, luchaban contra los rebeldes en las calles y plazas de la capital.

La ciudad de Durham era un caos de gritos, explosiones y el choque de espadas. Los edificios históricos y las calles, que alguna vez habían sido testigos de días de paz y prosperidad, ahora eran escenarios de violencia y desesperación.

Kalen, montado en su corcel negro, lideraba a sus hombres con valentía y determinación. En cada golpe y en cada orden, se reflejaba su compromiso con su pueblo y su deseo de proteger a su reino de la destrucción.

En medio del combate, Kalen recibió informes de que Omar Al-Hakim había sido visto cerca del palacio real, rodeado de sus más leales seguidores. Consciente de la amenaza que esto representaba, Kalen decidió que era hora de confrontar al líder rebelde directamente. Con un grupo selecto de sus mejores guerreros, se dirigió al corazón de la ciudad, decidido a poner fin a la revuelta de una vez por todas.

Las calles que conducían al palacio estaban llenas de escombros y cuerpos caídos, evidencia de la brutalidad de los combates. A medida que se acercaban, Kalen y sus hombres fueron interceptados por un contingente de rebeldes. La lucha fue feroz, pero la habilidad y el coraje de Kalen les permitieron abrirse paso ambos líderes comprendieron que el destino de Durham se decidiría en ese enfrentamiento...

Tres dias despues y aunque Kalen Al-Halabi había luchado con valentía y determinación, el destino de Durham tomó un giro oscuro. Las fuerzas leales a Omar Al-Hakim, reforzadas por mercenarios y traidores dentro del propio ejército de Durham, se reagruparon y lanzaron un ataque masivo contra el palacio real. La resistencia final de Kalen y sus hombres no fue suficiente para contener el embate implacable de los rebeldes.

El palacio cayó y Omar Al-Hakim, con una sonrisa triunfal, se proclamó nuevo gobernante de Durham. En el caos de la batalla final, Kalen se vio obligado a retirarse, herido y agotado. Con la ayuda de sus seguidores más leales, huyó hacia el desierto, dejando atrás la ciudad que había jurado proteger.

Mientras Kalen y su pequeño grupo de sobrevivientes se internaban en las vastas y traicioneras dunas del desierto, juró que algún día regresaría para reclamar su trono y liberar a su pueblo del yugo de Omar.

En la capital, Omar Al-Hakim consolidaba su poder, pero su victoria no estaba completa. En la batalla, su hijo había resultado gravemente herido, y el dolor y la ira por esa muerte alimentaban su deseo de venganza contra Kalen, ya no tenía un heredero varón. Omar juró que encontraría al príncipe fugitivo y acabaría con él de una vez por todas...

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Amira Al-Halabi se encontraba junto a su esposo cuando supo la noticia. Durham habí caído y Omar Al-Hakim había sido proclamado como nuevo rey...

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