CAPÍTULO 19

Gracias a su grito, no solo los infectados salieron corriendo hasta donde ellos estaban, sino también aquella criatura se unió a la persecución. Leon le pidió a Claire adelantarse, mientras él se quedaba disparándoles un poco.

Observando con sorpresa como la criatura usaba a los poseídos normales como escudo, aprovechó para correr de espaldas, mientras seguía disparando hasta quedarse sin balas. Teniendo solo 1 bala en el cartucho, disparó al sistema de incendio del pasillo.

Sirviendo con muy poco flujo de energía, al momento de haber él impactó, logró activarlo y que de este no solo saliera agua, sino que una espuma especial anti-incendio que ralentizaba un poco el movimiento de aquellos seres.

Una vez ingresó a la oficina del capitán, con dolor, Claire se apoyó contra la puerta intentando hacer que estos no entraran. Mientras tanto, Leon comenzaba a mover un pesado librero al lado de la puerta de modo que pudieran obstaculizar aún más la entrada.

—¡Leon!—gritó roja como un tomate—¡Ya no aguanto más!

—¡Solo 1 segundo más!—respondió.

Cuando finalmente pudo terminar de mover el pesado mueble, Claire se separó del área adolorida a más no poder. El estar reteniendo la puerta hizo que se lastimara un poco más su espalda ya lastimada; sin embargo, estaba segura de que el librero no sería ayuda por mucho tiempo.

Cuando comenzaba a desesperarse, observó una especie de luz titílente proveniente de la pared que estuvo oculta por el librero. Al acercarse con su linterna, notó que se trataba de un botón y al presionarlo, unas partes deslizantes comenzaron a abrirse.

El ascensor no solo estaba oculto por el librero, sino también camuflado en la oscuridad. Sus puertas negras se mezclaban con las paredes pintadas de negro. Ahora podían entender como no lo habían visto antes.

—¡Adentro!—gritó Leon.

Empujándola, lograron ingresar al ascensor que tenía su propio suministro de energía, antes de que la criatura más grande lograra derribar la barricada. El extraño murciélago intentó alcanzarlos con sus garras; sin embargo, el ascensor cerró a tiempo sus puertas y comenzó a descender.

Claire y Leon respiraron aliviados momentáneamente. La criatura más grande, frustrada, arañó la superficie de metal sin éxito. Dentro del elevador, la luz parpadeante reveló sus rostros exhaustos y cubiertos de sudor.

—¿Estás bien?—preguntó Leon.

Al observarla temblar, se preocupó, puesto que era algo extraño que ella perdiera los estribos tan rápido. Si bien no estaban en una situación dentro de lo común, para ella, quien aspiraba haber ingresado al equipo S.A.W.T. antes de haberse retirado de la policía, era algo que ya no podía aguantar.

Claire asintió, aunque la mueca de dolor en su rostro decía lo contrario. Comenzando a hiperventilar, se sentó contra la esquina del ascensor e intentó colocar su espalda recta para respirar un poco mejor; sin embargo, el pánico estaba ganando.

—Tengo miedo—por fin fue sincera—solo vine a esta maldita ciudad por ti y tu sangre. Mi hijo te necesita, pero... ¿Y si hay más criaturas y peores? ¿Podremos sobrevivir realmente? ¡No quiero que mi bebé muera!

Si bien podía entender que no lo estaba diciendo de forma maliciosa, el comandante de policía tuvo que cerrar un momento sus ojos, intentando contener el dolor que aquellas palabras le habían provocado. Al menos, aunque fuera que solo estuviera con él para utilizarlo, era mejor que estar separada de ella y su hijo.

Leon observó el panel del ascensor. Había varios botones, pero ninguno indicaba claramente el destino. Sabía que la comisaría tenía varios niveles subterráneos, pero no marcaba ningún lugar conocido. Por lo que solo pudo pensar que era un ascensor directo a las alcantarillas.

—Claire—susurró mientras se sentaba a su lado—tú y nuestro hijo son supervivientes innatos, sé que lograrán reunirse de nuevo.

—Eso espero—respondió limpiando sus lágrimas—lo siento... sé que fue un poco hiriente.

—Pero es la verdad—aclaró—solo me necesitas por mi sangre, ¿soy el único donante disponible para Ethan, no? Quédate tranquila, no has dicho nada malo.

Su exesposo negó con la cabeza, Claire ni siquiera debía disculparse por tal cosa. En comparación a él, que incluso la había dejado sola en su depresión por sus abortos, era la persona con menos moral para reclamarle algo.

Pero tampoco podía obviar el hecho de que su alma, así como su corazón, albergaban cierta ilusión por ser parte de la vida de las dos únicas personas que realmente volvían su existencia en algo con sentido.

Deseaba ser no solo un padre presente, sino también un compañero para Claire. Si tan solo tuviera un poco más de tiempo, pedirle una oportunidad para recuperar su amor. Pensando en aquello, sus fuerzas se renovaron un poco.

Aunque sabía que a Claire no le gustaba, tomó con suavidad su mano herida y besó de nuevo sus nudillos, Bajaría su cabeza y besaría aquel lugar todas las veces que ella le permitiera tomar su mano para ser el apoyo que anteriormente no pudo encontrar en su matrimonio con él.

La madre de su hijo solo desvió su mirada, mientras permitía aquel acercamiento. Si bien no era como si fuera a darle una nueva oportunidad tan fácil, al menos los sentimientos que aún provocaban en ella la calmaban un poco y disminuían el pánico que sentía por la crisis que estaban viviendo en aquel endemoniado lugar.

El ascensor se detuvo de repente, sacudiéndolos ligeramente. Las puertas se abrieron revelando un pasillo oscuro y silencioso. La tensión era palpable, y ambos sabían que cualquier paso en falso podría ser fatal.

—Mantente cerca— murmuró Leon.

Sacando su linterna, comenzaron a caminar por aquel estrecho pasillo, sin siquiera una bala en sus pistolas. Se puso adelante de ella, no permitiría que nada le pasara.

Las sombras jugaban con sus mentes, mientras las luces fluorescentes en las paredes, agobiaban hasta sus pulmones, haciéndoles imaginar amenazas en cada rincón. Finalmente, llegaron a una puerta con un letrero que indicaba "sala de vigilancia".

Observando una reja metálica al fondo del pasillo, ingresaron primero a la oficina antes de continuar la ruta. Allí Claire pegó un salto del susto, puesto que reconocía un cuerpo en el piso.

—Mark...—susurró también sorprendido Leon.

Debajo de un escritorio, observaron, gracias a las luces blancas del lugar, como el cuerpo del capitán de policía, el hombre que le sucedió luego de su ascenso, se encontraba tendido con una herida de bala en la cabeza. Por lo que podían observar, el hombre había decidido acabar con todo.

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