A la mañana siguiente, Samuel se despertó temprano, con los primeros rayos del sol entrando por la ventana. Se levantó con desgana, su mente aún estaba ocupada con los pensamientos de Derek y aquellos días de verano cuando tenía dieciséis años. Se preparó para el día y bajó a desayunar, encontrándose con su madre en la cocina.
—Buenos días, cariño —le saludó Susan con una sonrisa—. ¿Dormiste bien?
—Más o menos —respondió él, tomando una manzana de la mesa.
—Recuerda que hoy es tu primer día con Derek como chofer —dijo ella, tratando de sonar entusiasta.
Samuel solo asintió, tratando de ocultar su incomodidad. No quería discutir con su madre tan temprano en la mañana.
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En la entrada de la casa, Derek ya lo esperaba al lado del auto, luciendo tan despreocupado como siempre. Samuel se acercó lentamente, sin ocultar su desagrado.
—Buenos días, príncipe —saludó Derek con una sonrisa—. ¿Listo para ir a la universidad?
—Sí, vamos —respondió Samuel sin mirarlo.
El viaje en auto fue silencioso. Samuel miraba por la ventana, perdido en sus pensamientos, mientras Derek se concentraba en la conducción. La tensión en el ambiente era palpable, y ninguno de los dos sabía cómo romper el hielo.
Al llegar a la universidad, Derek estacionó el auto y se volvió hacia Samuel.
—Si necesitas que te recoja a una hora específica, solo avísame —dijo con voz suave.
—Está bien —Samuel salió del auto sin decir más, deseando poner distancia entre ellos.
El día en la universidad pasó lentamente. Las clases no lograban distraer a Samuel de sus pensamientos. En una pausa, decidió revisar su teléfono y encontró varios mensajes sin leer. La mayoría eran de amigos preguntando por él, pero uno en particular llamó su atención. Era de Derek.
"Príncipe, te vi deprimido, así que pienso alegrarte el día. Por tarde iremos a un lugar y tienes prohibido negarte".
Samuel arrugó las cejas, ¿Qué derecho creía tener para decidir por él? Estaba por negarse cuando un nuevo mensaje ingreso al chat.
“Tu madre me pasó tu intentarío, así que no tienes práctica ni entrenamiento, no hay excusas para no ir. Te recogeré a la salida”.
Samuel suspiró, sintiendo una mezcla de enojo y frustración. No sabía cómo enfrentar esa situación, pero tenía claro que no podía seguir evitando a Derek para siempre. Tendría que encontrar una manera de lidiar con su presencia en su vida, por incómoda que fuera.
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—¿Ya te vas? —Jenn se acercó a Samuel desde atrás y tocó su hombro. Samuel la miró de reojo y asintió mientras guardaba sus cosas—. Hoy no tienes práctica. ¿Quieres ir a mi casa? —era la oportunidad perfecta para liberarse de Derek.
Quería llevar la fiesta en paz con él y no sentirse tan incómodo a su lado, pero no era el momento para ello. No estaba listo para levantar la bandera blanca entre ellos.
—Me encanta la idea. Vamos en tu auto. Déjame decirle a mi chófer.
Jenn asintió y fue a preparar sus cosas mientras Samuel enviaba un mensaje rápidamente.
“Iré con Jenn, no me esperes.” Escribió y guardó el celular en su mochila, poniéndolo en modo silencio.
—Vamos —ella tomó el brazo de Samuel y ambos amigos salieron del aula.
El par de amigos caminó por los pasillos hablando de cosas relacionadas con la carrera universitaria. El viaje en auto fue de la misma manera; algunas conversaciones triviales se filtraron y las risas eran estruendosas. Samuel estaba más que feliz de haber recuperado la amistad de su amiga.
Al llegar, Jenn anunció que subirían a su habitación. Samuel saludó rápidamente a la madre de su amiga mientras corría detrás de ella escaleras arriba.
—Bueno, ¿y qué hacemos aquí? —Samuel se puso cómodo en la cama. Ambos eran como hermanos, así que no había restricciones ni vergüenzas.
—Fui a una cita con Derek —Samuel se incorporó en la cama y, si hubiera estado bebiendo algo, seguramente lo habría escupido. Parpadeó un par de veces para procesar lo que acababa de escuchar. Era realmente increíble, pero no bueno. Era muy, muy malo.
—¿Estás loca? Él está con Lily.
—Lo sé, pero eso no impide que me siga gustando —Samuel la vio agachar la mirada, ella parecía sentirse realmente culpable—. Sabes que odio las infidelidades.
—Bueno, no lo estás demostrando mucho —él se cruzó de brazos y se recargó contra el respaldo de la cama.
—Lo sé y es horrible. Al principio también creía que no podría meterme en una relación, pero luego él dijo “estamos viendo”. ¿Entiendes? Eso quiere decir que ambos no están en una relación.
—Pero lo están intentando, ¿no? No puedes hacer eso —arrugó las cejas y la miró con coraje. Jenn levantó la mirada y fue hasta él, recostó su cabeza sobre su abdomen. Samuel acarició el cabello de Jenn y el sonido de un sollozo lo desconcertó: ella estaba llorando.
—Me siento terrible por hacerle eso a mi amiga, pero siento que Derek me puede dar la seguridad que me hace falta. —El llanto se hizo más audible—. Si él llegara a enamorarse de mí y salir conmigo una vez más, tendría la atención de todo el mundo. Tú eres popular, Samuel, entre hombres y mujeres. No entenderías lo que se siente querer la atención de todos.
—No lo soy —dijo—. Además, tú eres más popular de lo que te imaginas. Desde el baile de graduación, todos hablan de la hermosa chica de Ciencias de la Comunicación. Todos quieren salir contigo y hablan de lo encantadora que eres. Jenn, aunque no lo creas, no eres invisible ante nadie.
Las palabras de Samuel calmaron el sonido del llanto y ella poco a poco se fue tranquilizando. Se incorporó sobre la cama y miró a Samuel. Aunque sus ojos aún estaban cristalinos, una sonrisa brillante apareció en su rostro y la hizo ver hermosa.
—Gracias, Sam —dijo Jenn con voz suave—. Eres el mejor amigo que alguien podría tener.
—Para eso estamos los amigos, ¿no? —respondió Samuel con una sonrisa.
Pasaron el resto de la tarde hablando de todo y de nada, disfrutando de la compañía mutua. Samuel sabía que la situación con Derek y Jenn era complicada, pero estaba decidido a estar allí para su amiga, apoyándola en lo que decidiera hacer. Mientras tanto, trataría de encontrar una manera de resolver sus propios sentimientos hacia Derek y la incómoda cercanía que el destino parecía empeñado en mantener.
El auto de Jenn se estacionó frente a la mansión Winters. Samuel se quitó el cinturón de seguridad y agarró su mochila del asiento trasero.
—Sam, gracias por escucharme siempre, por animarme y por estar para mí a pesar de que discutimos —Jenn acomodó uno de sus mechones detrás del oído. Samuel nunca expresaba con palabras lo que sentía, pero sus acciones demostraban cuánto la apreciaba—. Gracias por ser mi amigo.
Samuel sonrió—. No seas tan dramática o me harás llorar.
—Es en serio, Samuel —ella se giró hacia él, se quitó el cinturón de seguridad y lo abrazó—. Te quiero mucho. —El abrazo se prolongó un poco y luego ella lo soltó—. Bueno, ya vete o no te dejaré ir.
—De acuerdo, nos vemos mañana. Cuídate.
Samuel bajó del automóvil y se despidió de ella. Después de perderla de vista, se giró para entrar; no obstante, una mano bloqueó su boca y un brazo lo rodeó con fuerza por la cintura. Samuel fue levantado del suelo, forcejeó hasta liberarse y, sin pensarlo dos veces, se dio la vuelta dándole una fuerte patada en el rostro a su atacante.
—¡Joder, príncipe, golpeas como un guardia real! —Samuel se sorprendió al ver a Derek en el suelo sobándose la mejilla donde había recibido el golpe.
—¡Dios! ¿Por qué rayos me sorprendes así? ¿Acaso estás loco? —Samuel estaba enojado y asustado; Derek le había puesto un buen susto.
—Tienes una buena patada —Derek se puso de pie y sacudió sus pantalones. Un líquido caliente recorrió su barbilla.
—Oh, estás sangrando —Samuel se apresuró a acercarse; la comisura de la boca estaba partida y la mejilla comenzaba a inflamarse—. Ven, hay que limpiar la herida.
Sin pensarlo mucho, Samuel agarró la muñeca de Derek y lo llevó con él hasta su casa. Fue al baño de invitados a buscar el botiquín de primeros auxilios mientras que Derek se quedó en la sala.
—Mi hermoso rostro está arruinado por tu culpa. ¿Ahora cómo conquistaré a las chicas? —exclamó en un tono lastimero exagerado. Samuel rodó los ojos.
—No hubiera pasado nada si no me hubieras sorprendido de esa manera. Es tu culpa. —Samuel sacó la botella de alcohol y un poco de algodón—. Siéntate, eres más alto, no puedo hacerlo así.
Derek no dijo nada y se sentó obedientemente. Samuel mojó el algodón y lo acercó a los labios de Derek para limpiarlo. Sus dedos temblaron ligeramente cuando rozó la piel morena. Lo limpió con cuidado de no lastimarlo y también se ocupó de su mejilla. La piel de Derek era suave y se podía sentir un poco de vello facial; raspaba pero se sentía bien al tacto. Samuel tragó en seco y dio dos pasos hacia atrás, pero estaba tan nervioso que tropezó con sus pies. Para su mala suerte, Derek lo agarró de la cintura haciendo que cayera en su regazo.
—Cuidado, príncipe, no quiero que te lastimes —susurró Derek. Su rostro estaba tan cerca de él que podía sentir su aliento a menta sobre su piel. La piel de Samuel se erizó; sus mejillas y oídos se pusieron calientes al instante.
—Bueno, no es tu problema —dijo tratando de ocultar el nerviosismo en su voz. Quiso ponerse de pie; no obstante, las manos de Derek se apretaron más a su cintura.
—Aún me duele la mejilla. Ponme algo más de ungüento.
—Hazlo tú, no soy tu enfermero particular. Y suéltame si no quieres que te golpee la otra mejilla. —Amenazó.
Samuel lo escuchó reír y estaba por decir algo, pero las voces de sus padres hicieron que Derek lo soltara rápidamente y él se pusiera de pie al instante.
—¡Samuel! —Susan entró en la sala seguida de Gregory, sus ojos se abrieron al ver a Derek con una magulladura en el rostro—. ¡Dios! ¿Qué ocurrió?
—Nada, mamá. Derek solo tuvo un pequeño accidente y estaba ayudándolo. —Samuel trató de mantener la calma mientras sus padres los observaban con curiosidad.
—Bueno, asegúrate de que esté bien. Derek, eres bienvenido a quedarte a cenar si lo deseas —dijo Susan con una sonrisa amable.
—Gracias, señora Winters, pero creo que debo irme. Ya causé suficientes problemas por hoy —respondió Derek, levantándose del sofá.
—De acuerdo, como prefieras. Cuídate y nos vemos mañana —respondió Susan mientras Samuel lo acompañaba a la puerta.
—Hasta mañana, Samuel —Derek le dedicó una sonrisa antes de salir. Samuel cerró la puerta detrás de él, sintiendo una mezcla de alivio y confusión.
—Vamos a cenar, hijo —dijo Gregory, palmeando el hombro de Samuel. Él asintió y los siguió a la cocina, tratando de olvidar el incidente y concentrarse en la velada con su familia.
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Samuel se encontraba frente a la computadora editando un video cuando el celular sonó sobre el escritorio. Sin ver el nombre, deslizó su dedo sobre la pantalla y respondió.
—Hey, princesa, ¿por qué estoy viendo el techo? —Samuel dejó de editar y agarró su celular. Resulta que la llamada era de Derek, y no era una llamada de voz—. Mucho mejor, ya puedo verte.
—Son las doce, ¿por qué me llamas tan tarde?
—No podía dormir y quería ver algo aburrido —Samuel infló las mejillas con disgusto.
—Eres un tarado, voy a colgar.
—No, no, espera, estaba bromeando —Derek movió los brazos como si pudiera evitar que Samuel colgara, lo que le causó gracia a él.
—¿Por qué me llamas tan tarde? Estoy ocupado con un proyecto, si no vas a decir nada, cuelga. —Dejó el celular sobre una base y regresó la mirada a la computadora.
—Solo quería hablar contigo. —Derek permaneció en silencio varios minutos, que Samuel pensó que había colgado. Cuando miró el celular, Derek lo estaba viendo atentamente—. Hoy me dejaste plantado, me sentí dolido.
—No te dejé plantado porque nunca acepté ir contigo a ningún lugar.
—Claro que sí, te dije que pasaría por ti y luego enviaste ese mensaje diciendo que irías con Jenn. ¿Ella es más divertida que yo? —preguntó como si de verdad le doliera el supuesto desplante. Samuel rodó los ojos, pero con una sonrisa divertida.
—En realidad sí, siempre preferiría a Jenn en lugar de a ti.
—Huuy, eso fue un golpe bajo —Derek se dejó caer en su cama con una mano en su abdomen y Samuel solo pudo reír—. Deberías reír más seguido, te ves muy lindo —las palabras tomaron por sorpresa a Samuel, quien no supo cómo reaccionar. Su rostro se calentó y decidió carraspear la garganta y hacer como si no hubiese escuchado nada.
—Pero, de todos modos, ¿a dónde querías ir?
—Una sorpresa. Te llevaré mañana y no acepto un no por respuesta. Así que, adiós. —La llamada finalizó y Samuel se quedó completamente confundido.
Las horas pasaron y él no podía dejar de pensar en la inesperada conversación y en la repentina invitación de Derek. ¿Qué tenía planeado? Y, más importante, ¿por qué de repente se preocupaba tanto por pasar tiempo con él? Estas preguntas rondaron en su mente mientras intentaba regresar al trabajo, pero le resultó imposible concentrarse. Finalmente, decidió que lo mejor sería esperar y ver qué sucedía al día siguiente.
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Comments
Patris Polo
por lo que veo Derek tuvo algo que ver con Samuel y no se acuerda y los padres quizás saben que lo lastimaron pero no saben quien y lo mandan con su pesadilla y el tonto no habla
2025-03-11
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Patris Polo
que idiota que busque un loquero y punto caray que estupida
2025-03-11
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Luna_Jago
❤️❤️🌹❤️💜
2024-10-11
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