Golpe de realidad

POV Allen

Me desperté con una sensación de aturdimiento y dolor extendiéndose por todo mi cuerpo. Al principio, pensé que había tenido un mal sueño, algo demasiado real para ser solo una pesadilla, pero cuando traté de moverme, el dolor en mis muñecas y tobillos me hizo gemir involuntariamente.

Confundido, miré a mi alrededor, esperando encontrar alguna señal de que todo había sido una alucinación, sin embargo, cuando mis ojos se encontraron con las marcas rojizas y amoratas en mis muñecas y tobillos, la realidad me golpeó con fuerza. No había sido un sueño, todo lo que había pasado era real.

El pánico comenzó a instalarse mientras mi mente repasaba los eventos de la noche anterior. La imagen de Oliver, la cuerda alrededor de mi cuello, la cámara, todo encajaba en su lugar, formando una verdad aterradora e ineludible.

Mi incorporé lentamente, sintiendo el ardor en mi cuerpo con cada movimiento. Me di cuenta de que estaba completamente desnudo. Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba asimilar lo que había sucedido.

Mi mirada se dirigió automáticamente al escritorio y vi una nota. La agarré con manos temblorosas y la leí.

Las palabras escritas en esa nota me llenaron de una mezcla de rabia y desesperación. Oliver había dado un golpe certero, y ahora tenía un arma poderosa en mi contra. Nunca imaginé que pudiera ser capaz de algo así, pero claramente lo había subestimado.

Me levanté de la cama con dificultad, sintiendo cada moretón y raspadura en mi piel. Cada paso que daba hacia el baño era una dolorosa confirmación de lo que había sucedido. Mientras me miraba en el espejo, los ojos que me devolvían la mirada no eran los del alfa confiado y arrogante que todos conocían, eran los de alguien humillado, derrotado.

De pronto caí en cuenta y me golpeó ese aroma inconfundible, el aroma de Oliver. Se impregnaba en la habitación, envolviéndome, recordándome la humillación de la noche anterior. Al principio, pensé que era un recordatorio del asco y desprecio que sentía hacia él y su casta.

Sin embargo, mientras me movía por la habitación, noté algo que me desconcertó profundamente. Mi cuerpo, en lugar de reaccionar con repulsión, respondía de una manera completamente diferente. Una sensación de calor comenzaba a acumularse en mi abdomen, y antes de que pudiera detenerlo, sentí una erección formándose.

No podía creer lo que estaba ocurriendo. Era como si mi cuerpo traicionara cada pensamiento y emoción que había tenido sobre Oliver y los sigmas. Tragué saliva con dificultad, sintiendo cómo el deseo se mezclaba con la confusión y la rabia.

Intenté alejarme del aroma, abrir una ventana para dejar entrar aire fresco, pero no podía escapar de la sensación que me dominaba. Mi mente estaba en guerra con mi cuerpo, luchando por reconciliar lo que sentía con lo que pensaba.

-Esto no puede estar pasando…- Murmuré para mí mismo, pero la erección persistía, implacable, recordándome que había algo en Oliver, algo en su aroma, que me afectaba de una manera que no podía comprender ni aceptar.

Me dejé caer en el borde de la cama, tratando de controlar mi respiración y calmar mis pensamientos. No podía permitir que Oliver tuviera más poder sobre mí, no solo emocionalmente sino también físicamente. Necesitaba una solución, y la necesitaba rápido.

Mientras mi mente corría buscando una salida, una estrategia, me di cuenta de que esto era más complicado de lo que había imaginado. Oliver no solo había encontrado una manera de humillarme, sino que de alguna forma, había logrado que mi propio cuerpo se volviera en mi contra.

Entre al baño para ducharme, y al sentir el agua caliente de la ducha caer sobre mi piel, me esforcé por relajarme, dejando que el vapor envolviera mi cuerpo y calmara mis pensamientos. Cerré los ojos, tratando de apartar las imágenes de la noche anterior, pero era imposible. Todo lo que podía pensar era en Oliver, en la forma en que me había sometido y el hecho de que mi cuerpo había reaccionado de esa manera.

Mientras lavaba cada rincón de mi cuerpo, me tomé un momento para aliviar la erección que aún persistía. Lo hice con una mezcla de urgencia y frustración, queriendo deshacerme de cualquier rastro físico de lo que había sucedido. Sentí una oleada de alivio, pero también de vergüenza, sabiendo que la situación era completamente diferente a cualquier otra que había experimentado.

Una vez fuera de la ducha, me vestí con cuidado. Opté por una camiseta de mangas largas y cuello alto, asegurándome de que ninguna marca de las cuerdas fuera visible. La sola idea de que alguien pudiera ver esas marcas y pensar que me gustaba el BDSM o que disfrutaba ser dominado me llenaba de asco.

Me miré en el espejo, viendo en el reflejo un chico alfa que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía vulnerable. No podía permitir que eso se mostrara, no podía dejar que nadie sospechara lo que había pasado.

Salí de mi habitación con la determinación de retomar el control de mi vida. No importaba lo que Oliver había hecho o cómo me había hecho sentir, no iba a permitir que es definiera mi futuro. Caminé por el pasillo con la cabeza en alto, fingiendo una confianza que no sentía del todo.

Las clases del lunes esperaban y, aunque mi mente seguía dando vueltas a los acontecimientos del fin de semana, tenía que concentrarme. Cada paso que daba, cada mirada que evitaba, era un recordatorio de la batalla interna que estaba librando. Oliver había desafiado todo lo que yo creía saber sobre mí mismo y ahora tenía que descubrir cómo enfrentarme a ese nuevo conocimiento sin perderme en el proceso.

Mientras cruzaba el campus, saludaba a mis amigos con la misma sonrisa confiada de siempre, pero por dentro, me preparaba para una semana que sabía que sería más difícil que cualquier otra. Tenía que mantener la fachada, tenía que seguir adelante, aunque el aroma de Oliver y el recuerdo de su toque estuvieran grabados en mi mente.

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