...······Catorce años atras······...
August Blackwood, un niño lleno de esperanzas, con su cabello negro azabache y unos ojos verde esmeralda, aún no tenía tonificada la cara, pero era el calco de su padre. Todos decían que heredaría sus rasgos duros.
El pequeño August, de diez años, se encontraba en el jardín de su casa. Le gustaba visitar la fuente, casi escondida entre la vegetación, y apreciar las bellezas naturales que lo rodeaban. Además, disfrutaba pintar y tenía un cuaderno lleno de bocetos que creaba día a día.
En ese momento, su panza gruñó de hambre. Se levantó del banco donde garabateaba, el viento despeinando su cabello. Con determinación, se dirigió hacia el interior de la casa en busca de algún aperitivo.
"August Blackwood". El miedo recorrió su cuerpo al escuchar la voz grave de su padre a sus espaldas. El Duque Antony Blackwood, con cabello negro azabache y ojos de un profundo tono esmeralda, tenía rasgos bien definidos y una dureza que imponía respeto.
"¿Te has saltado tus clases de esgrima y equitación, jovencito?", preguntó el padre, sabiendo la respuesta que obtendría del niño. "No puedes saltarte tus clases, hijo. Debes estar preparado para cualquier peligro", lo regañó.
August murmuró un "lo siento, padre", lanzando una mirada que calaba en el alma. Era tan tierno que casi olvidabas por qué lo estabas reprendiendo.
Antony Blackwood suspiró. Amaba tanto a su hijo que estaba dispuesto a cumplir cualquier capricho que el joven tuviera.
"Ven", le dijo Antony, tendiéndole la mano a su pequeño hijo. "Vamos a buscar a tu madre y tendremos un picnic en el jardín".
August asintió emocionado. "¡Tengo el lugar perfecto para el picnic, padre!", exclamó. Su sonrisa se extendía de una punta a la otra de su cara, irradiando felicidad.
Padre e hijo se dirigieron hacia el jardín, listos para disfrutar de un momento especial en familia.
...······Dos años después······...
La familia Blackwood fue invitada a un banquete en el palacio. August, con sus ojos verdes como esmeraldas, admiraba a su madre, Annis. Ella era considerada la mujer más hermosa de todo el reino. Su cabello blanco platinado caía en cascadas sobre su espalda, y sus rasgos finos y delicados la hacían parecer una figura de porcelana.
Estaban a mitad de camino cuando una tormenta estalló. Decidieron detenerse a un costado del camino para evitar cualquier accidente. El carruaje se encontraba al borde de un barranco. A pesar de la situación, compartían risas y momentos tranquilos, esperando que la lluvia cesara.
De repente, el carruaje se inclinó hacia el lado izquierdo, peligrosamente cerca del abismo. El miedo se reflejó en las miradas de la familia. Antony, el padre, intentó mantener la calma. "Inclínense hacia el lado opuesto", les indicó, luchando por mantener el equilibrio.
August, el pequeño hijo, buscó consuelo en su madre. "Madre, tengo miedo", murmuró. La mirada tranquilizadora de Annis y su voz gentil lograron calmarlo un poco. El golpe seco los sobresaltó y desequilibró. En cámara lenta, observaron cómo el pequeño August caía hacia la inclinación del carruaje. Annis se lanzó para atraparlo, seguida de Antony. El carruaje se precipitó por el abismo, girando y girando hasta llegar al final.
Un acto de valentía y amor inquebrantable. Los padres, arriesgando todo, lograron proteger a su hijo. Su sacrificio aseguró que el pequeño August sobreviviera con solo pequeñas lesiones y fracturas.
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Comments
indira avila
😢😢😢 por su maldad dejaron huérfano a un niño, ese Conde y su hija merecen un cruel castigo 😡😡😡
2025-01-10
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