Margareth comenzo a hablar en un idioma desconocido para Aurora, un dialecto antiguo y misterioso era el idioma draconito.
"Oyis vortis, sequis ordinis, vocis meae lex, Draconis non resistis potenti meo" {Oye mis palabras, sigue mis órdenes, mi voz es ley, Dragón no te resistas a mi poder}
El collar que llevaba se encendió con una luz intensa, y los ojos del dragón se iluminaron con un brillo rubí vibrante.
Margareth dominó al dragón.
“¿Cómo puede saber ese idioma?” Preguntó el Duque Blackwood. “Ese dialecto se creía perdido en los anales de la historia. ¿Cómo consiguió aprenderlo?” Finalizó atónito. No podía creer que alguien hubiera logrado dominar el idioma draconito.
"Extinco" {Ataca} dijo Margareth señalando a Aurora.
Aurora observó al gigantesco dragón acercarse, su cuerpo una vez más le fallaba. El aura dominante que emanaba del dragón era abrumadora, y sus ojos le penetraban el alma. Su respiración se entrecortaba, hasta el punto de no poder respirar.
Aurora observó su entorno con tristeza. Las víctimas de ambos bandos se extendían a su alrededor, y la guerra parecía absurda ante sus ojos.
El señor Atticus y Elliot luchaban al límite de sus fuerzas. El Duque Blackwood, por su parte, había superado su límite; uno de sus brazos quedó inerte, gravemente herido.
¿Por qué llegar a este punto? Le preguntó a Margareth, su voz llena de desesperación.
Margareth se echó a reír, una risa helada que resonó con fuerza. "Ya lo perdí todo," susurró con un tono sombrío y lleno de rencor. "Desde que naciste, has sido el eco de mi derrota, el recordatorio constante de lo que he perdido."
"Ya nadie podrá salvarte," señaló Margareth, sus ojos brillando con un odio frío y calculador. "Te veré en el abismo, pequeña hermana," dijo, su voz resonando con la certeza de su victoria. Y con eso, soltó una carcajada que no era de alegría, sino de triunfo y desprecio.
El Fenrir se colocó firmemente delante de Aurora, adoptando una postura protectora. Su cuerpo se alargó, creciendo unos dos metros más, pero aún así, ante la majestuosidad del dragón, parecía una hormiga diminuta.
-"Absorb al perturban" {Elimina esa molestia} le ordenó Margareth al Dragón, sus ojos brillaron aún más tras escuchar la orden.
El Dragón y el Fenrir se enfrentaron en una batalla feroz, dejando un rastro de destrucción en su camino. Durante su lucha, el castillo sufrió graves daños; el salón de baile, una vez lleno de música y alegría, quedó reducido a escombros.
Los pocos supervivientes del primer ataque de las bestias habían perdido toda esperanza.
Aurora se sumergía en una cuestión que repetía sin cesar: "¿Por qué?" La incredulidad la consumía; todo lo que anhelaba era aprovechar la segunda oportunidad de vida que se le había ofrecido.
Su mente era un laberinto de confusión, sus sentidos se desvanecían. Una voz la llamaba desde el horizonte, pero era como un eco distante, imposible de reconocer.
La voz que la llamaba resultó ser la verdadera Aurora, resonando en el subconsciente de Aurora. "He muerto," se preguntó ella al encontrarse frente a sí misma.
"No, no has muerto," respondió la verdadera Aurora. "Te daré mis recuerdos." Dijo mientras colocaba sus manos a los lados de su rostro.
Un sin fin de recuerdos pasaron por la mente de Aurora, como una tormenta de imágenes y emociones.
"Tienes que vivir," insistió la verdadera Aurora antes de desvanecerse de la mente de Aurora.
Aurora percibió una corriente de poder fluyendo a través de sus venas, invocando la frase “Empowered Heal”. Con un círculo mágico trazado bajo sus seres queridos y amigos, los sanó a todos. Su magia no se detuvo allí; también extendió su curación a las criaturas mágicas que compartían su mundo.
Margareth se quedó estupefacta ante el poder de Aurora. “¿Cómo es posible?” se interrogó a sí misma.
Con un grito de ira, lanzó hechizo tras hechizo, pero ninguno tuvo efecto. “¿Qué eres?” le preguntó a Aurora, observándola atentamente. La niña ingenua y miedosa había desaparecido; en su lugar, una mujer decidida emergía, a no permitir más pérdidas de vidas.
“Todo esto te lo buscaste tú,” dijo Aurora con firmeza.
“Renaçe,”{Renacer} pronunció Aurora en el idioma draconito. Margareth se transformó en un bebé y el Dragón en un huevo. Las demás bestias mágicas se rindieron ante la aura que emanaba de Aurora.
Tras lograr la victoria, Aurora se desplomó, incapaz de soportar el impacto de tanta fuerza acumulada en un solo momento. Su cuerpo, agotado por el esfuerzo, cedió ante el peso del poder que había liberado.
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Comments
Myriam
Escritora me encanta su historia, felicitaciones, esperemos que siga super bien la trama
2025-01-01
1
yinnere
esta protagonista parece demasiado muerma.
2025-01-04
0
Mary Salazar
OMG 😱😱😱😱 excelente gracias
2025-02-06
0