El Baile de Presentación parte 2

El caos reinaba en el salón, mientras que los caballeros intentaban llevar a sus majestades a un lugar seguro. Sin embargo, los magos oscuros aparecieron repentinamente, bloqueando cualquier intento de entrar o salir del salón.

Elliot, Atticus y otros nobles se enfrentaban valientemente a las bestias mágicas, que eran controladas por los magos oscuros. Estas criaturas, una mezcla de terror y poder, se movían con una voluntad propia, siguiendo las órdenes de sus amos.

Los magos oscuros se agruparon en un círculo, sus manos extendidas hacia el cielo. Con un poder que solo ellos podían ejercer, se reunieron en un intento de controlar la voluntad del dragón, la criatura más temida y poderosa que había emergido de las sombras.

Un mago oscuro, encapuchado y con su rostro oculto. Sus ojos, aunque velados por la capucha, brillaban con una intensidad que revelaba su deseo de eliminar al Duque Blackwood y a Aurora Thorne.

Aurora, aún sin dominar su magia, cayó en un trance de miedo e impotencia. Su corazón latía con fuerza, pero sus manos estaban inmóviles, incapaces de conjurar la magia que necesitaba para protegerse y a aquellos a quienes amaba.

“Este será su fin,” proclamó el mago oscuro, ordenando a una bestia mágica que atacara a Aurora Thorne. Inmóvil y desarmada, Aurora quedó expuesta al peligro.

De repente, alguien saltó para defenderla del ataque. Era Elliot, su hermano mayor. “Aurora, ¿estás bien?” preguntó, luchando contra la bestia.

Aurora no pudo responder a su pregunta, su voz ahogada por el miedo y la sorpresa.

“¡Cuidado!” gritó el Duque Blackwood mientras se abalanzaba para sacar a Aurora del camino de las garras del dragón.

El Duque llegó a tiempo y salvó a Aurora, pero quedó gravemente herido de un brazo. El mago oscuro, en un gesto de desesperación, exclamó: “¿Por qué nunca me puedo deshacer de ti?,” escupiendo con odio hacia Aurora.

Aurora se sentía impotente, quería ayudar pero no sabía cómo. Le pide a Elliot que haga de distracción mientras que ella se acerca al mago para noquearlo.

Elliot estaba en contra de su plan, era muy arriesgado para su pequeña hermana. “Me quiere a mí” dijo Aurora con firmeza, decidida a terminar con esto. Ya se están perdiendo demasiadas vidas.

“De verdad crees que podrás escapar?” dijo, apuntando a Aurora con su bastón. Empezó a conjurar un hechizo. “Hechizo de la Noche Oscura,” finalizó el mago. Elliot, Aurora y el duque quedaron inmóviles, como si sus propias sombras los tuvieran atados.

Aurora luchaba desesperadamente por liberarse, pero ningún hechizo conocido parecía funcionar. El mago Río, triunfante, exclamó: “Por fin podré matarte.”

En un susurro casi inaudible, Aurora preguntó: “¿Por qué?” Y lo repitió en un grito desesperado.

“No tienes por qué saberlo, morirás aquí,” dijo el mago, mientras conjuraba otro hechizo “Venganza Silenciosa”. Su mirada era de odio puro hacia Aurora.

El hechizo se acercaba a Aurora, y Elliot se sentía impotente, incapaz de proteger a su hermana. El duque, ya casi sin poder, luchaba solo contra el dragón. El caos reinaba, lo que comenzó como un baile de presentación terminó convirtiéndose en una masacre.

Aurora percibía su fin inminente. Cerró los ojos, esperando lo peor. De repente, se escuchó el sonido de vidrios que se rompían. Del ventanal detrás del mago oscuro emergió el Fenrir Menor que Aurora había derrotado.

El Fenrir cayó sobre el mago, colocándole un escudo protector a Aurora y anulando el hechizo del mago oscuro. El mago cayó al suelo, y al levantarse, su capucha se deslizó sobre sus hombros, revelando el rostro de Margareth.