Había transcurrido una semana desde que Aurora despertó en su nuevo cuerpo, y su educación había sido rigurosa. Su agenda diaria estaba compuesta por clases de etiqueta y modales con la meticulosa Madame Elizabeth, lecciones de historia con el sabio Profesor Edwin y tutorías sobre legislación con el autoritario General Stiven.
“Manténgase erguida, señorita Aurora”, le insistía Madame Elizabeth con una voz que brotaba de la experiencia y la exigencia. Parecía que Aurora había olvidado, una vez más, las incontables veces que su postura había sido ajustada con precisión por la experta supervisión de su instructora.
Las lecciones de postura de Aurora habían concluido, al menos por ahora. —“Dirijámonos al jardín trasero para la clase de té. Para una dama de su estatus, es esencial conocer el arte de la conducta en sociedad”, entonó Madame Elizabeth con su acostumbrada solemnidad.
Sin mostrar resistencia, Aurora acompañó a la madame hacia el jardín, sintiendo el peso de la mirada inquisitiva de su instructora evaluando cada movimiento.
—“Mentón en alto”, le recordó Madame Elizabeth, ajustando la alineación de Aurora con una precisión que solo años de experiencia podían otorgar.
Ya en el jardín trasero, Aurora y Madame Elizabeth se encontraron con una escena preparada meticulosamente para la ocasión. Una elegante mesa de hierro forjado, adornada con un mantel de encaje blanco, aguardaba su llegada, repleta de exquisiteces: pequeños scones con crema y mermelada, tartaletas de frutas que prometían deleitar el paladar. Las sillas, con sus cojines de terciopelo y patas curvas, ofrecían un asiento digno de la nobleza.
El jardín era un espectáculo de colores y aromas, con pérgolas cubiertas de glicinas en flor y caminos bordeados de hortensias. El sonido suave de una cascada cercana se mezclaba con el canto de los pájaros, creando una melodía natural que complementaba la tranquilidad del lugar. En el centro, un estanque con nenúfares y peces dorados añadía un toque de encanto al paisaje, mientras que las estatuas de mármol dispersas entre los arbustos aportaban un aire de antigua elegancia.
Madame Elizabeth y Aurora estaban preparadas para la clase de té, rodeadas por la belleza natural y la serenidad del jardín trasero.
“Siga mis pasos”, indicó Madame Elizabeth a su alumna. Aurora se sentó con la espalda recta y el mentón elevado, su semblante irradiaba una tranquilidad imperturbable. Con una gracia innata, tomó la taza de té, sus dedos rozando el asa con delicadeza, dejando su meñique sutilmente extendido, un gesto que añadía un aire de distinción.
Madame Elizabeth observaba cada movimiento, corrigiendo con suavidad pero firmeza. “Mentón alto”, le recordó a Aurora, asegurándose de que cada detalle de su postura fuera impecable.
Excelente, señorita Aurora, ha mostrado un progreso notable”, expresó Madame Elizabeth con una nota de satisfacción en su voz. Con una reverencia de aprobación, se excusó del jardín, no sin antes asegurarle a Aurora que informaría al señor Thorne sobre los avances significativos observados durante la clase.
Aurora exhaló un suspiro de alivio, permitiéndose un momento de descanso para admirar la belleza del jardín que la envolvía. Todavía le costaba asimilar su nueva realidad. Perdida en sus reflexiones, una voz masculina la sacó de su ensimismamiento.
—“Aurora, ¿cómo has estado?”, preguntó la voz, mientras su dueño se posicionaba frente a ella. Era Elliot, su hermano mayor y el heredero de la familia Thorne.
Elliot era un joven de una belleza notable, con unos veinte y pocos años a sus espaldas. Su cabello, de un rubio tan luminoso como el de Aurora, les confería un aire de gemelos, pero eran sus ojos lo que marcaba la diferencia: unos iris de un violeta intenso y cautivador que reflejaban una profundidad inusual.
Aurora compartió los detalles de su semana con una sonrisa genuina, reflejando el afecto que había comenzado a sentir por su nueva familia. Parecía como si siempre hubiera sido parte de ellos. Sin embargo, una sombra de tristeza cruzó brevemente su mirada al recordar que estaba en un cuerpo que no le pertenecía, y que esas personas, aunque las sentía como tal, no eran su verdadera familia. Elliot, perceptivo, notó el cambio en su expresión y le preguntó con preocupación si se encontraba bien. Aurora, sacudiendo los pensamientos sombríos, le regaló una sonrisa cálida y sincera.
—“¿Te importaría acompañarme a tomar una taza de té, querido hermano?”, le propuso Aurora, mostrando la elegancia que había adquirido en sus clases. Elliot asintió con orgullo, aceptando la invitación.
Así, entre conversaciones amenas y carcajadas, transcurrió el resto de la tarde. Tan inmersos estaban en su alegría que ninguno percibió la figura que los observaba desde la distancia con una mirada cargada de enojo y envidia. Era Margareth, quien no veía con buenos ojos la escena ante ella.
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Updated 92 Episodes
Comments
Alma Delia Morales
Creo la la tal hermana es la que planeó el secuestro de Aurora
2025-03-10
0
indira avila
se me hizo sospechosa desde un inicio 🤔🤔🤔
2025-01-09
1
Patito Del Aguila
ella es la culpable del ataque a su hermana
2025-02-09
1