Malvadas intenciones

Al fin había llegado a la conclusión, que debía ser cauteloso con la forma de acabar con su familia, sin que nadie lo notara.

Pensó un plan infalible, acabar con ellos y decirle a la gente que ella se había ido con otro hombre, y se había llevado a los niños con ella.

Esa noche fue a la recámara de su esposa, una vez ahí le pidió que se sentará en la silla, que le tenía una sorpresa, le puso un pañuelo en los ojos y hecho esto puso una soga en su cuello y tiro de ella, Margarita quedó suspendida en el aire.

Llamo al personal y pidió discreción, su esposa se había quitado la vida, fue una mentira vil, pero el personal creyó cada palabra y lágrima fingida.

Pidió que se enterrará cerca del pino a unos 20 metros de ahí, no quiso que nadie supiera su desgracia, así que no hubo misa, ni velorio, ni mucho menos bendición.

A los días los niños se fueron enfermando del estómago, los médicos no sabían que tenían, solo fiebres y alucinaciones.

A los 20 días de irse su madre, fueron muriendo los niños, uno tras otro, nuevamente no quiso que se supiera y quedaron enterrados junto a su madre, solo el y los trabajadores de la finca supieron lo que pasó.

Ese día al morir su último hijo, hablo con todos los trabajadores de la finca.

Martin: Quiero pedirles, discreción y silencio absoluto de lo que le pasó a mi familia, aún me duele demasiado, no quiero habladurías y chismes. Exijo que el que habrá la boca de más, se muere, entendido?

Todos: Si señor Martin.

Martin: Muy bien vuelvan a sus labores y calladitos.

Es así como Martin mando a esparcir el rumor de que su esposa se había fugado con otro y se llevó a los niños.

Esa noche fue a ver al charro y le dijo que estaba hecho todo.

Charro: Déjalo en mis manos, ve mañana a ver al general y lleva este pequeño costal contigo.

A la mañana siguiente, planeo ir a ver al general, y pedir la mano de su hija. Fue directo a la casa del general, sabía dónde vivía pues mando a uno de sus sirvientes a seguir a Celia.

Martin: General Garza buen día, Vengo por un asunto personal.

General: Dígame caballero, que asunto tenemos usted y yo que hablar personalmente.

Martin: Es respecto a su hija, la Vi hace unas semanas y conversé con ella, me dijo que se había enamorado de mí, y quería que pidiera su mano, solo que ha pedido discreción a sus intenciones para conmigo.

General: Y dígame qué título tiene ante la sociedad, y que puede ofrecer a mi hija, que otros hombres no.

Martin: No solo tengo riquezas, tengo amor entero en mi corazón y ella lo corresponde, solo que se avergüenza, como es lógico en mujeres puras de corazón.

General: Pues de que tanta riqueza hablamos? Mi hija no sufre de carencias y está acostumbrada a lo mejor.

De pronto Martin saca el costal que le dio el charro, y este estaba repleto de centenarios y joyas preciosas.

El General vio tanta riqueza, que no dudo, en dar la mano de su hija.

General: Perfecto tiene usted mi aprobación, cuando quiere que sea la boda.

Martin: Mañana mismo si se pudiera, pero para ser prudentes y evitar habladurías será en 1 mes.

General: Excelente, no se diga más, nos estaremos viendo, le daré la noticia a mi hija.

Martin: Solo una cosa, no le diga nada a su hija del amor que siente por mí, ella dirá que no es cierto y será por vergüenza y no quiero que crea que solo le daré ilusiones, seamos prudentes.

General: Si, claro por supuesto, será un secreto entre caballeros, tiene mi palabra.

Martin había logrado lo impensable, iba a casarse con una hermosa mujer.

Ahora solo faltaba ver qué decía Celia ante semejante atrevimiento, esto solo era un poco de lo que ya sabemos que es capaz Martin.

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