Capítulo 17. Deseo insaciable

Capítulo 17

Deseo insaciable

Sin duda alguna, Laura estaba dispuesta a hacer lo que sea para averiguar acerca de la vida de esa muchacha que ya no es una simple difunta, es su hermana. No miente al decir que está sufriendo su pérdida, jamás diría que le duele, pues no siente nada al saber que está muerta, solo una profunda empatía por ella y por descubrir en que diablos se metió para que se encontrase con ese destino tan cruel. Cree que con eso estará en paz consigo misma al ayudarla a que el verdadero causante de su sufrimiento pague por haberla llevado al suicidio.

La doctora Sylver continúa hablando con Cinthia; la amiga de Clara, pero la información que ésta mujer tiene para darle tan solo comprueba que lo que le pasó el comisario en el expediente de la occisa es cierto, por lo que Laura decide dar por finalizada esta platica y dirigirse al convento donde se dice que Clara vivió todos esos años.

Al llegar, la madre superiora encargada de esa escuela hogar habla con ella acerca de "Clarita" como ellas le llamaban en aquel orfanato, le cuenta que fue una muchacha excepcional, alegre, tímida, comprometida, luchadora y de buen corazón. Una pequeña que llegó a ese lugar apenas con dos días de nacida y una terrible enfermedad que casi pone fin a sus días. Ella fue entregada directamente de los brazos de una joven mujer, misma que aseguraba no poder cuidarla, pues la pequeña estaba siendo amenazada por quienes no querían que se mantuviera con vida y afirmó que posiblemente estaría mudándose de ciudad en ciudad para no ser encontrada, ya que le habían pagado para deshacerse de la niña. Fue la primera persona en hacer una entrega directa y lo hizo solo porque debía dejarles algunas indicaciones concretas para sus cuidados, debido a que la niña nació con una arritmia cardíaca que tenía que ser tratada por especialistas así como también un problema en la piel que le hacía ver como si estuviera manchada, aquellas manchas eran mucho mas oscuras que su piel, se veían secas y cenizosas, pero que con paciencia y tratamiento médico irían sanado hasta desaparecer por completo.

Clara no fue como todos los demás niños que llegaban al orfanato, a los que dejaban envueltos en mantas dentro de una canasta frente a la puerta, ella desde el primer día ella fue diferente.

En medio de su curiosidad, Laura interroga acerca de la mujer que dejó allí a su hermana. La madre superiora solo le dice que era una enfermera de la clínica central Jk, y que esa misma mujer le entregó un cheque con una gran suma de dinero para los cuidados de la niña. El cheque no había sido cambiado nunca debido al miedo que sintieron las monjas de que al cobrarlo estas terribles personas se enterasen de que la niña todavía seguía viva y que hicieran un seguimiento al movimiento del dinero y de esta forma pudieran llegar a ella y terminar con el trabajo que habían comenzado de arrebatarle la vida.

Laura le pide ver ese cheque a la monja, necesitaba dar con la persona que quiso matar a su hermana. La madre superiora le hace entrega de ese cheque a Laura un poco angustiada, no quería que mas personas perdieran la vida por inmiscuirse en estos asuntos tan peligrosos, pero también quería que el culpable pagara por toda la maldad que había hecho. Laura afirma que hará todo lo posible para esclarecer esta situación y los motivos que tendrían estas desalmadas personas para atentar contra la vida de una recién nacida. Sin más se retira con la promesa falsa de que cualquier cosa que sepa sobre este caso les estará informando.

Al salir de ahí va para donde el viejo secretario de la familia Sylver. El señor Fermín, quien a sus setenta años de edad aún sigue trabajando fiel a la familia Sylver. Es el mayor apoyo que ha tenido Laura en toda su vida, su fiel confidente y único amigo, es como si fuera su abuelo y posiblemente la única persona que la querría por lo que es y no por el valor monetario que ella representa.

Este hombre es quien la ayudaría a averiguar sobre la vida de la mujer que estuvo a cargo de su hermana y la dejó a su suerte en un orfanato. Misma que debe saber los motivos por los cuales le hicieron creer a todos que la niña había muerto al nacer, haciendo sufrir a sus padres y dividiendo en dos a su familia.

De camino a la unidad una vez más el recuerdo de aquel muchacho la invade y siente la necesidad de verlo de nuevo, llevaba ya varios días colándose en la unidad a media noche para estar con él y satisfacer sus deseos. Para ella representaba el mayor riesgo de su carrera, pero sabía que juntos eran dinamita pura. Eran lascivia, fuego, y un lujurioso deseo que no se acabaría jamás.

Aquella muchacha piensa detalladamente en una idea para encontrarse con él a plena luz del día, pues el deseo aumenta y ya siente que no puede aguantar hasta verlo tan solo por las noches. Le informan que no hay más cuerpos que investigar, lo que quiere decir que no hay motivos para quedarse hasta tan tarde. Al llegar, pasa a la oficina del comisario Rodríguez le interrumpe una llamada que este hombre estaba haciendo con el jefe Jones y se sienta frente a su escritorio mientras lo mira a modo de desafío, le hace señas que termine la llamada y este lo hace de inmediato.

Era un pervertido que haría lo que ella le pidiera siempre que pueda al menos devorarla con sus ojos.

—Quiero saber si ya tiene información del cuerpo que se extravió de la morgue —lanza su pregunta sin anestesia y el comisario comienza a toser ahogándose con su propia saliva—. Es muy inusual y sospechoso que ésto suceda en una estación de policía, lo pueden acusar de corrupción, el jefe Jones lo sabe y creo que su tiempo se agotó. Rodríguez.

—Sé a lo que me enfrento con todo este desastre, señorita Sylver —responde y la mira con lujuria—. Comprendo que la obligué a investigar parte de este caso y lo lamento. Pero tiene que dejar a los expertos trabajar en su oficio. Le juro que estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para que las investigaciones nos revelen quien es el responsable de todo este desastre y volvamos a tener el control de la situación.

—Parece ser que eso no es suficiente —interrumpe la fiscal al adentrarse a la oficina— No quiero intentos vanales comisario Rodríguez, quiero resultados positivos, nos están presionando desde la sede principal para que el caso avance. En poco tiempo seremos el hazmereir de la prensa, su cabeza será ofrecida en sacrificio si este bendito problema sale a la luz pública —alzó la voz denotando su eminente enojo—. ¿Qué han hecho que no han enviado al prisionero de la sala de interrogatorio a ducharse? ¿Por qué no le asignan una celda? Sigue siendo humano, ¿Por qué no lo tratan como tal? —cambia el tema drásticamente, venía de ver a Keyler y pudo darse cuenta de que llevaba ahí poco más de cuatro días y aún seguía usando la misma ropa—. Envíenle un uniforme, por mas que se duche a diario el hedor de su ropa sucia será insoportable.

—En seguida ordeno que le lleven un cambio de ropa —respondió el comisario de inmediato—. el doctor Ordóñez no quiere que sea trasladado, asume que la presión de saber que está oficialmente bajo arresto le hará alterar los nervios a su paciente y será difícil que coopere con nosotros en el caso. Va a quedarse ahí hasta que el doctor decida que hacer con él, o hasta que el juez dicte su veredicto.

« ¿Así que es un paciente psiquiátrico? Mmm... ¿Con quién diablos me metí? Esto quiere decir que no me confundió con otra mujer porque está comprometido con ella, sino por problemas psicológicos »

¿Esto es malo o bueno?

Laura no dejaba de preguntarse a sí misma, mientras que la fiscal seguía discutiendo con el comisario, por lo que ella se levantó de la silla sin decir nada y salió.

...

En aquella sala de interrogatorios, un oficial le tira por el pecho un kit de ducha y un cambio de ropa al muchacho que estaba impaciente por salir de ese encierro, lo llevan a rastras a los baños empujándolo con fuerza haciéndolo caer de culo al piso, donde le quitan las esposas y le dan diez minutos para que termine de asearse.

Enojado comienza a quitarse la ropa, lava sus dientes y luego se mete a la ducha con los ojos cerrados, sintiendo como el agua fría cae sobre su rostro y comienza a enjabonar su cuerpo cuando siente la calidez de unas manos acariciando su pecho y abdomen perfectamente bien tonificado.

Abre sus ojos y de nuevo ve a la rubia, quien se encontraba totalmente desnuda y comenzaba a acomodarse entre sus brazos. El muchacho no se atreve a hacer contacto visual con ella, le quita la mirada y se da la vuelta hacia la pared, esto se debe a que no tenía puestos sus lentes de contacto y no quería que ella viera su terrible problema ocular, temía a que al ver lo espantosa que se veía su cara así ella saliera corriendo como aquella vez.

Laura le pide que le explique, si era que no quería estar más con ella o si era que ya no le parecía tan excitante como las veces anteriores.

—Me pareces cada vez más excitante que el día anterior, solo que no estoy preparado para que vuelvas a mirarme así, no quiero volver a espantarte, casi puedo estar seguro de que fue mi maldita enfermedad ocular lo que te alejó de mi.

Estas palabras que recién acababa de soltar este hombre le causó más curiosidad a Laura, quien estaba deseosa de conocerlo aún más, así que lo tomó de sus hombros volteándolo hacia ella, y él seguía sin abrir sus ojos.

—Escúchame. No me importa lo que suceda o como te veas, lo único que me importa ahora mismo es que estés conmigo, quiero verte así tal cual eres, sin filtros. Quiero saber de quién me enamoré realmente.

Keyler abrió sus ojos poco a poco y la miró fijo, ella ladeó una sonrisa, se acercó lentamente a él y dejó un beso en su frente, luego volvió a besar sus labios fundiéndose ambos en un beso lujurioso que los incitó una vez más a devorarse la piel.

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