Pasiones

¿Así? Gimió de placer cuando él aumentó la presión en los pechos. —¿0 así? ella abrió la boca como si la mano de Sander hubiera dado con la fuente de su placer.

—¿Estás ya lista para mí? Siguió acariciándola, de manera delicada pero sin dejar de mirarla, con sus ojos expertos, llenos de promesas.

—Sí —repuso ella. No esperaba que él se pusiera de rodillas ni que le quitara la ropa interior para enterrar su cara. No sabía que se pudiera sentir tanto, que fuera posible tanto placer.

Sander la besó y sintió la incipiente barba de él en los muslos. Su lengua era atrevida y agotadora. Intentando recuperar el aliento, colocó las manos en los hombros de Sander. Ella sintió el poder que podía ejercer sobre un hombre y cuando él se colocó sobre ella, separándole los muslos, y se alegró al ver que ella se abría aún más para él. La acarició íntimamente para asegurarse y después la besó, en vez de hacerle lo que más deseaba. Saborearla en toda su dulzura le servía de recordatorio, ella era inexperta. Pero cuando su esposa arqueó su cuerpo contra él supo que estaba perdido. Sujetándola con fuerza, se deslizó por encima de ella, obteniendo la respuesta que esperaba, ella se abrió aún más.

Él pensó que ella era como una flor, cuyos pétalos se abrían bajo su contacto. Era con lo que siempre había soñado y mucho más. Él estaba equivocado. La vida no tenía sentido si no se tenía a alguien a quien amar y cuidar. Estaba seguro de que formarían una gran dinastía juntos. Más que nada en el mundo quería protegerla y hacerla feliz. Se metió al lado suyo en la cama y se cubrió con la sábana.

—¿Confías ahora en mí, ágape mou? —le preguntó mientras jugaba con uno de sus mechones.

— Por supuesto exclamó Miranda.

Sander la besó. Entonces ella se relajó entre sus brazos y cerró los ojos. Confiaba por completo en él. Y él siguió haciéndola esperar. Ella era tierna e inocente. Y era suya

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Karim Bakhur ingreso a su casa de Londres, Katherine y sus hijos estaban instalados en Londres debido a los estudios de Sharif.

– ¡Papá!, exclamó Rashad corriendo a abrazar a su padre, Karim abrazo a su hijo y se sentó a conversar el .

— ¿Cómo fue el partido?, pregunto Karim.

Rashad le contó con lujo de detalles lo que había ocurrido en el partido. Karim disfrutaba de las conversaciones con sus hijos.

— ¿Vendrás a mi próximo partido?, pregunto Rashad.

— Por supuesto, me quedaré unos quince días aquí exclamó Karim.

— ¿Mamá saldrá de viaje?, pregunto Rashad.

— Un viaje corto de tres días comento Karim

Una hora después Karim vio a su hijo mayor ingresar acompañado de Jalil Hazbun ellos estudiaban juntos.

— Karim, dijo Jalil estrechando su mano.

— Papá exclamó Sharif saludando a su padre luego de conversar con ellos subieron a la habitación.

Karim ceno con sus hijos y Jalil solos esa noche Katherine tenía una cena de negocios.

Era tarde cuando Katherine ingreso a su casa se dirigió directo a su habitación.

— Su Excelencia, déjeme decirle que esta usted bellísima, Katherine sonrió y se dio la vuelta fue cuando vio a su esposo sentado en un oscuro rincón de la habitación.

— ¿ Estás en penitencia?, pregunto ella mirándolo con una sonrisa provocativa.

— Deprimido respondió Karim llevándose el vaso a la boca.

— Eso no es bueno. ¿Puedo ser algo para que te alegres?, Karim sonrió y se puso de pie.

Con toda su elegancia y sofisticación, vestido con pantalon gris claro camisa negra, Karim cruzó el formidable dormitorio para saludar a Kat. Tenía un aspecto increíblemente atractivo: esbelto, agresivo y con una sombría magnificencia.

A la mente de Kat acudió el recuerdo de su esposo desnudándose a su lado en la cama quince dias antes. Sonrió y se quedó donde estaba. Karim la agarró de la mano y condujo a Kat a través de la habitación con una seguridad que cortaba la respiración.

-Ese vestido te sienta muy bien le dijo Karim mirándola a los ojos. Kat puso sobre el labio superior su dedo índice extendido.

— Quitate la ropa... -le pidió Kat. Karim pasó la punta de su lengua por el dedo de Kat y después por la palma de su mano mientras ella permanecía en pie temblando. Sus pechos se alzaban y descendían cada vez que tomaba aire.

 Estaba fascinada. Karim entrelazó sus dedos con los de ella, alzó la cabeza y le dijo con voz grave: -Así que yo quiero acostarme contigo y tú ¿quieres que hablemos?.

Un escalofrío recorrió la espalda de Kat. Robó una mirada a Karim, al toparse con sus dorados ojos, sintió un ardor en la pelvis.

—¿Tan mal se me da hacer entender lo que quiero?, pregunto Kat-con una luz peligrosa en sus resplandecientes ojos dorados, Karim apretó sus sensuales labios contra los de Kat.

No había ni una pizca de sofisticación en la táctica directa que Karim estaba empleando con ella y, sin embargo, encontraba excitante el modo como trataba de dominarla.

Kat le devolvió el beso con un fervor agridulce, abriendo la boca para que la lengua de Karim pudiera penetrar en ella. Su corazón latía con un crescendo vertiginoso. Su cuerpo ardía. Se apretó contra él, contra su musculoso pecho...

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John se encontraba en su oficina cuando recibió la llamada de su hermana, Katherine quería que el negociará la compra de unos terrenos.

— ¿Pretendes que vaya a una granja?, pregunto John sorprendido.

— Es un pueblo muy lindo, escucha la idea es tantear la compra del terreno, pero yo no puedo viajar en este momento, le explico Kat.

— Está bien me ocuparé del asunto exclamó John.

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Samantha Glover volvío a ponerse las botas llenas de barro, un perro enorme de pelo rizado la esperaba en la puerta junto al plato de comida vacio.

—Ay, discúlpame Budy me había olvidado de ti – Sam como le decían de cariño suspiró, quitándose las botas de nuevo para volver a la cocina y llenar el plato.

Samantha sabía que era una decepción para todos, pero estaba acostumbrada a decepcionar a la gente.

Su madre había querido una hija más alegre, pero ella era tímida y que heredara su rubia y esbelta belleza. Su padre había querido un hijo, no una hija. Incluso su novio la había dejado por otra mujer.

Sam se había acostumbrado a no estar a la altura de las expectativas de los demás y a hacer el trabajo sin pensar en sus propias limitaciones ni necesidades.

Empezó el día con la tarea de dar de comer a las gallinas y recoger los huevos. Luego le había dado la comida a los caballos de la granja. Estaba volviendo a casa para rellenar el tanque cuando vio una limusina, brillante y blanca en la carretera que llevaba a la granja.

Sam frunció el ceño, sorprendida. No podía imaginar quién iría con un coche tan caro a comprar huevos de granja. Aparcando el tractor. Esa fue la primera imagen de Samantha Glover para John Beaumont. Aunque vestía como si fuera un peón, John no pudo evitar mirarla.

La examinó de pies a cabeza con mirada rigurosa. Sam no era alta, sino mas bien ancha, apenas le llegaba al nivel del pecho; era pequeña y rellenita. Vestía como un hombre: unas botas para el barro y un overol de trabajo con una chaqueta enorme. Era imposible decir qué había debajo de eso.

John siguió estudiándola con una intensidad descarada. No era gorda, se dijo a sí mismo, sólo un poco rellenita y corpulenta. Prosiguió evaluando sus atributos. Una larga cabellera color castaño, brillante como un otoño inglés. Bien, un punto a su favor, por fin. El cutis perfecto con un rubor color melocotón, otro punto para ella. Los ojos, del mismo azul suave de un cielo invernal.

-Por favor... -le pidió Sam sintiendose incómoda por su mirada.— ¿Se ha perdido? –preguntó Sam al hombre alto y moreno que había salido del coche. John, de inmediato, se fijó en sus labios. Otro inesperado extra, tuvo que reconocer. Samantha Glover tenía una piel perfecta, unos ojos preciosos y una boca que hacía a un hombre pensar en el pecado… y él tenía pocas inhibiciones cuando se trataba del sexo...

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