LA ENTREGA

Dayana

Tomo de la mano a Christian, él, cual corderito sumiso pero con una hermosa sonrisa, obedece y se sienta en una bella butaca qué está en el centro de la habitación. Con movimientos suaves y delicados le quito su chaqueta, corbata, luego desabotono su camisa, retiro su franela y deja su bien trabajado dorso a mi vista.

Me mira y sonríe pícaramente para saber cuál es el próximo movimiento. Lo tomo de la cintura y lo pongo en pie. Suelto su cinturón y le quito lentamente su pantalón. Lo vuelvo a sentar, me arrodilló tomo sus pies y le quito sus medias.

Lo llevo a la cama y le pido quedar boca abajo. Subo el volumen de la sensual música. Tomo los aceites y esencias preparadas y comienzo a masajear desde su cuello, pasando por su cintura, bajo un poco su bóxer, masajeo y continúo por sus largas piernas. El curso que tomé por YouTube me enseñó muy bien.

Le pido ponerse boca arriba y comienzo el masaje nuevamente desde su cuello, su tórax, salto lo que viene y continúo con sus piernas hasta llegar hasta los dedos de sus pies. Él gime a veces, pero ha mantenido sus ojos cerrados la mayor parte del tiempo.

Ha exclamado: "Oh cuánto se siente bien, qué delicia, jamás había disfrutado de una experiencia tan sensual y maravillosa". Al finalizar, tomó unas servilletas de papel y le quito el exceso de aceites y esencias.

Comienza la segunda fase de mi plan. Los besos y mordiscos. Tomo los dedos de sus pies y los chupo, muerdo, beso y así por todo su cuerpo. No hubo lugar, salvo su zona íntima, que no besé, mordí y chupé. Cuando lo giré, mordí con intensidad sus hermosas nalgas, algo que lo hizo reír a carcajadas. Las golpié hasta quedar rojas.

Viene la tercera fase. Hasta este momento él solo ha disfrutado lo que le he hecho sin pretender ir más allá. Su hermosa sonrisa me demuestra la calidad de hombre que es. Otro quizás ya me hubiera tomado a la fuerza para saciar sus instintos. Él solo me mira con ternura y su hermosa sonrisa de aprobación. Y tal vez de incredulidad.

Cambio la música y pongo una danza árabe. Entro al baño y me pongo mi traje adecuado, mi caderin (un pañuelo con tirantes llenos de monedas para que suenen), me lo ajusto bien a mi cadera, un velo, un sable, zapatilla y una pandereta. Salgo del baño, subo el volumen, a la música y comienzo a danzar.

Christian abre sus ojitos como platos, ríe, se sienta y empieza a aplaudir. Danzo por toda la habitación, me siento, contorneo mis caderas, pecho, brazos y cabeza. Mi pelo se bambolea al ritmo de mis caderas y yo me siento flotar en el aire.

Cuando siento que la música va a terminar le doy la espalda a Christian y muevo con furia mis nalgas muy cerca de su cara. El aplaude y ríe fascinado por el número. Al finalizar la música hago una venia y le digo: querido mío todo lo que yo quería hacer y decir está hecho. He completado el 80% de lo que me propuse. Te dejo a ti un 20% para hacer lo que quieras conmigo, si es tu voluntad.

El se lanza sobre mi, me toma del cuello y comienza a besarme como si no hubiera un mañana. Caemos sobre la cama y me pierdo en sus caricias y en su entrega, No veo, no oigo, no existo, me perdí. Correspondo con tanto ímpetu a su entrega que ya no soy yo.

-Christian es mi primera vez...

-TE AMO DAYANA, TE AMO....

-Christian yo solo quería tenerte para mi una noche y luego que nuestras vidas continuarán como si esto no hubiera pasado,. Nada debe cambiar.

-Amor, Dayana, no te hubieras vestido como estabas, no hubieras bailado como lo hiciste, no me hubieras devorado como lo hiciste. Déjame hacerte mía muchas veces esta noche y mañana también y el resto de nuestras vidas.