CAPÍTULO 8.

CAPÍTULO 8.

—Zack no ha vuelto a hablar conmigo después de lo ocurrido en la pista. —Dijo Kilian, cuando se quedaron solos.

—Fue a buscarme a mi apartamento al día siguiente. —Suspiro Briana. —Las cosas no terminaron bien entre nosotros.

—De verdad lamento tener que estar en el medio.

Briana negó.

—No es tu culpa. Zack también cometió sus errores. —Respondió. —Digamos que nuestro matrimonio fue la excusa perfecta para excusarse por todo.

—¿Crees que hubiera funcionado? —pregunto él.

—¿A qué te refieres?

—Nosotros. —Dijo. —Si fuéramos un matrimonio real.

—Es difícil responder a esa pregunta. —Dijo. —No recordamos nada y, se puede decir que nos conocimos hace pocas semanas.

—Tienes razón. —Dijo él.

—Debo irme. —Exclamo Briana. —Mi turno comienza en una hora.

Kilian sonrió.

—Puedes pasar por la pista cuando tengas un día libre. —Dijo él. —Quiero mostrarte mi proyecto y… no me olvido que prometí llevarte a recorrer el circuito.

—Está bien. —dijo ella. —envíame la ubicación y me pasaré cuando pueda.

Briana se sentía aliviada de que, finalmente, ese asunto de su matrimonio se esté resolviendo por fin. Ahora solo faltaba firmar aquellas formas y que Dana las presente cuanto antes para dar curso a la disolución del matrimonio.

Sin embargo, cuanto más lo pensaba, más extraña se sentía. Sentía una especie de opresión en el pecho que no le dejaba respirar. Era como un sentimiento de perdida o algo similar.

La semana había sido bastante agitada en el hospital St. Davis. Era el mes de octubre y todos comenzaban a movilizarse, ya que pronto sería Halloween y, posteriormente, las fiestas de fin de año. Muchos aprovechaban el frío para ir a esquiar o hacer actividades en la nieve y eso hacía que lleguen muchos heridos al hospital. Eso sumado a los accidentes de auto y los típicos accidentes domésticos que ocurrían casi a diario.

Llegado el fin de semana, Briana despertó por la mañana, se duchó y se vistió para arrancar su día. Opto por unos pantalones negros con botones a los lados de las piernas, una musculosa de color blanca y una chaqueta tipo universitaria. En sus pies zapatillas blancas. Decidió no maquillarse. Tomo sus gafas de sol y su bolso y se dirigió a la cocina para prepararse un café. Estuvo pensando por un rato, más bien durante toda la semana acerca de la invitación de Kilian y, finalmente hoy, al despertarse, decidió que iría a visitarlo.

Después del desayuno, subió a su coche y coloco el GPS para ir al lugar indicado. Comenzó a conducir por la ciudad. El circuito estaba a las salidas, por lo que el viaje duro aproximadamente una hora.

Al llegar, se bajó del carro y observo todo detenidamente. El lugar era hermoso. Se preguntó hace cuanto tiempo Kilian estuvo trabajando en ese proyecto. Había una pista de carreras en el centro y varios talleres a su alrededor donde Briana supuso que guardaban los autos y trabajaba el equipo.

Ingreso a aquel lugar, viendo a los lados en busca de una persona que le diga donde hallar a “su esposo”, hasta que se topó con un rubio de cabello un poco largo, el cual llevaba puestos unos jeans rasgados, zapatillas de cuero blancas y una camisa blanca con las mangas arremangadas hasta los codos.

—Hola. —Exclamo Briana. —¿Puedes decirme donde hallar a Kilian Becker?

—Vaya. —Exclamo el rubio, sorprendido y algo pálido. —No puedo creerlo. ¿Qué haces tú aquí?

—Perdón. —Dijo ella, confundida. —¿Nos conocemos?

El rubio sonrió y negó con la cabeza.

—Eres la Reina de las Nieves. —Dijo él, simulando sorpresa. —Soy Dominic Grey. —Exclamo extendiendo su mano a modo de saludo.

—Ah, claro. —Dijo Briana, saludando en respuesta.

—¿Buscabas a Kilian? —preguntó.

—Sí. —Dijo ella. —¿Sabes donde está?

Dominic, asintió y comenzó a caminar mientras la guiaba hacia el interior de uno de los talleres, donde había cuatro autos de F1 y otro que parecía ser de otra categoría de competición. A su alrededor había algunos hombres trabajando y uno debajo de uno de los coches.

—¡Hey Kilian! —Grito Dominic.

Kilian no aparecía.

Dominic se acercó al hombre debajo del carro y le pateo el pie. Haciendo que este salga rápidamente. Se lo veía despeinado, sudoroso y con algunas manchas negras en su rostro y la camiseta gris que llevaba puesta. Tenía puestos auriculares, motivo por el cual no había escuchado a su amigo.

—Tienes visitas Kill Bill. —Exclamo Dominic divertido.

—Briana. —Sonrió Kilian al verla.

Briana agito su mano sonriéndole a modo de saludo. Kilian se veía tan sexi con su cabello desordenado, la remera pegada a su tallado cuerpo por el sudor. Debajo llevaba unos jeans algo viejos, rasgados e igual de manchados que el resto de su ropa. Pero aun así, se veía tan… sexi.

Briana borro esos pensamientos repentinamente.

—¿Cómo estás? —Pregunto Kilian, acercándose a ella mientras se limpiaba el sudor con un paño.

—Bien. —Dijo ella. —Tengo el día libre y pensaba que tal vez… Podía pasarme por aquí.

Kilian sonrió aún más.

—Bueno… supongo que sobro aquí. —Exclamo Dominic, dándose la vuelta para irse.

—No tan rápido, Barbie. —Exclamo Kilian. —Tú y yo tenemos una conversación pendiente.

Dominic suspiro.

—Está bien, es momento de hablar. —Dijo él.

Briana los miraba confusa. Kilian se excusó para ir a ducharse y ponerse ropa limpia a los vestidores y le pidió a Briana que lo espere. Ambos tenían algo importante que hablar con Dominic. El rubio paso su mano por su cabello, revolviéndolo un poco. De verdad era muy sexi, pero no más que Kilian Becker.

Briana seguía confundida, pero a la vez, estaba ansiosa por saber aquello tan fundamental que Dominic Grey tenía para decir.

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