Y que esa vida sea mía.

Grey

–Dr. Grey. Este es el informe del paciente de la habitación 306. ¿Quiere que le dé un resumen? –

–No es necesario, Manuel, ya puedes retirarte. —

Una vez estuve solo, abrí el informe del paciente.

Su padre y hermano habían muerto en un incendio. Nunca se encontró el cuerpo de John. Aun así, se dio por muerto. El incendio había sido causado por una fuga de gas, todo había explotado y no había quedado casi nada. Era un milagro que hubieran quedado restos del accidente. No se había sabido nada del chico hasta ahora y, viendo las cicatrices que tenía en su cuerpo, era evidente que había sufrido maltrato físico y como evidencia del maltrato psicológico, su comportamiento. Tal vez incluso sexual, pero eso no podía saberlo aún. John era perfecto para lo que estaba buscando y lo iba a tener. Era una persona asustada con ansias de morir. Si no quería su visa, ¿por qué no me la daba a mí para usarla?

Salí de mi oficina y me dirigí a su habitación. Cuando entré, él estaba haciendo un gran esfuerzo para mover sus manos y poder comer su desayuno. Cuando me vio, sus ojos se abrieron y emocionado me llamó.

–Dr. –

Sonreí, así me gustaba. Había dos formas de entrenar a un perro, el miedo o el amor. Vi la necesidad de afecto del chico y no fue muy difícil ofrecérselo.

–Déjame ayudarte con eso– Tomé el plato de caldo y le di una cucharada. Así, como a un buen perrito. Sentí que mi entrepierna se emocionó. No, aún era muy temprano para eso, debía tener paciencia.

–Tengo buenas y malas noticias para ti, ¿cuál quieres primero? – pregunté.

–Realmente no importa ya – dijo sin ánimos.

–Muy bien, entonces las malas– Estuve investigando sobre ti. Tu padre y hermano murieron en un incendio hace 5 años, tu cuerpo nunca se encontró, así que eres el principal sospechoso. No encontramos familiares, podría decirse que estás completamente solo. Además, si la policía sabe de ti, serás arrestado–

John se mostró impresionado. Después hubo un silencio que no quise interrumpir.

– ¿Me estás diciendo que mi padre y hermano están muertos? –

No esperaba esa respuesta. Pensé que se volvería loco de saber que podía ser arrestado, pero él actuó como si no le importara.

–Sí, pero, ¿no lo sabías? –

John negó con la cabeza y sus ojos se cristalizaron. Le ofrecí otra cucharada de caldo, pero se negó. Aún estaba aprendiendo. Aprendería que no debía negarse.

–Debería estar feliz por esto, pero no se siente bien— dijo.

–Está bien, John. Pero ya no estarás solo–

–¿No? – preguntó.

–Esta es la buena noticia, puedo sacarte del hospital y hacer como que nunca hubieras estado aquí. La policía no te llevará y podrás estar en mi casa. Te ofrezco una nueva vida y que olvides tu pasado–

Los ojos de John brillaron, pero muy lentamente se fueron apagando.

–Tú, a cambio, ¿quieres que te dé hijos alfas? –

Fruncí el ceño, aunque no sabía de lo que hablaba, por la expresión en su rostro de profunda tristeza, supe que no era bueno.

–No quiero que me des nada, solo quiero que empieces una nueva vida.–

“Y que esa vida sea mía” pensé.

-Puedes pensarlo, pero no hay mucho tiempo… —

John me interrumpió y dijo.

–Está bien, iré contigo. – El muchacho sonrió y las lágrimas se derramaron.

Aunque había un historial de sufrimiento en su cuerpo, no podía entender cómo podía ser tan inocente. Era un idiota por creer en las palabras de una serpiente, aun así, ahora era su idiota y debía ser entrenado.

–Enviaré a mi asistente por ti en unas horas, yo me encargaré de todo. Él te llevará a casa, tú solo espérame allí. ¿Bien? –

John asintió y sonrió inocentemente.

–John, ya no es necesario que mueras, tu vida ahora es mía, ¿bien? –

Él volvió asentir.

No sería difícil domesticar a un cachorro asustado y roto, le daría lo que necesitaba y él me daría lo que yo quería.

John

El Dr. Grey me había dicho que me fuera con él, que ya no necesitaba morir, que ya no estaría solo, que tendría una nueva vida. Todo parecía una fantasía demasiado dolorosa si no era cierto, o demasiado perfecta si lo era. Sin pensarlo mucho, lo acepté. Aún no lograba entender cómo es que mi padre y hermano habían muerto en un incendio.

Hace cinco años había escapado y, aunque no me había vuelto a contactar con mi padre, sabía que me estaba buscando por cielo y tierra. Después de todo, había nacido omega y él se beneficiaría con ello.

Había muchas cosas por entender ahora, sentía como si ya no estuviera en el mismo mundo. Un alfa que ofrecía ayuda a cambio de mi tranquilidad, nunca me había pasado eso. Además, habían pasado tres días sin que a nadie le importara que fuera un omega. Era como si eso no importara. Si fuera como en mi antiguo mundo, me habrían enviado con mi padre, si seguía vivo. Y si estaba solo, me habrían enviado al reformatorio omega y entregado al alfa que ofreciera una dote por mí. En otras palabras, sería vendido y obligado a estar con un alfa al que no conocía. Lo importante era dar más hijos alfa al alfa.

Pero el Dr. Grey no pedía nada de eso, a él no le importaba. Dios sí me había dado una nueva vida. Aunque aún no estaba seguro de si era el mismo mundo, el Dr. Grey ya lo hacía diferente.

Intenté tomar el caldo, pero no pude terminarlo. Mi estómago se sentía lleno y mis manos y brazos aún se sentían débiles. Dejé el desayuno y cuando la puerta se abrió, esperaba ver al Dr. nuevamente, pero no era él. Era la enfermera que no soportaba verme. Recogió la comida y se la llevó sin antes agregar.

–Qué desperdicio de comida para una basura como tú–, dijo la enfermera, sus palabras cortantes penetraron mi corazón y mi conciencia me lastimó aún más. Sabía que me odiaba por intentar suicidarme, y para empeorar las cosas, lo había hecho en un lugar público. Para mí, no había sido así. Yo era la única persona en el lago, no entendía por qué decían eso. Sentí que era otra señal de que estaba en un nuevo mundo.

El suicidio no era moralmente correcto, pero entonces, ¿qué se hace cuando ya no hay ganas de vivir?

Las lágrimas brotaron de mis ojos. Sabía que era un desperdicio, todo lo que me tocaba a mí, el aire, la cama en la que me encontraba, la comida, todo era un desperdicio. Siempre había pensado que todas las cosas que tenía debían darse a las personas que deseaban vivir.

Ahora, yo quería vivir y experimentar la vida que el Dr. me ofrecía. Aunque no me creía merecedor de sus palabras, sería egoísta y viviría esperando algo mejor. El Dr. me había devuelto la esperanza de vivir.

Súbitamente, un hombre desconocido entró en la habitación. Era alto, pero no tanto como el Dr., su cabello castaño oscuro y sus ojos marrones me recordaron a mi hermano menor. Aunque había tenido la posibilidad de escapar conmigo, no lo había hecho y se había casado a temprana edad con un alfa mayor que buscaba tener más hijos de los que ya tenía. Era mi culpa, él sería mi esposo. Y había dejado a mi hermano. Nunca había sabido cómo llegó a vivir mi hermano y cómo iba a estar, ¿estaba bien? ¿Estaba mal?, ¿cómo volvería a su mundo? Sentí que mis ojos se aguaron y cuando pasé mi mano para secarlos, el hombre habló.

–Buenos días, el Dr. Grey me ha enviado. Traje ropa para ti. Tienes que cambiarte para que podamos salir. Yo estaré esperando aquí—

Acepté e ingresé al baño para cambiarme. Aunque tenía preguntas, no las hice, no debía hacerlas. Aunque era el asistente del Dr., no era nadie para siquiera hablar.

Me puse los jeans y un buzo de color negro con una cara de alien. Los zapatos eran unos tenis blancos. Mis manos aún dolían, pero logré hacer todo debidamente. Antes de salir, me miré al espejo. Mis labios aún estaban resecos. Me lavé la cara y lamí mis labios esperando que se hidrataran. Peiné mi cabello con mis manos, lo había dejado crecer, así que se encontraba largo. Una vez me vi decente, salí del baño y me dirigí al secretario.

Riendo, preguntó:

–¿Listo? –

Asentí. Estaba listo para mi nueva vida. La vida que el Dr. me ofrecía.

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Elizabeth Moreno

Elizabeth Moreno

de camino a mi nueva vida

2024-07-04

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