TÚ ERES MI DESTINO
Bastian pego su frente a la de Ágata y mirandola a los ojos pronuncio con su potente voz agitada. "Eres mía", mientras apretaba con fuerza su cuerpo. Tenerla en sus brazos era una de las cosas que más amaba.
—Te amo...— dijo ella entregándose por completo a él.
El sol comenzaba a salir, pero ellos seguían envueltos en una gran pasión. Bastian la había vuelto insaciable y adicta a él y ella le encantaba esa posesividad en la intimidad, su mirada, cada caricia, cada beso aumentaba más su deseo.
Después de consumar su pasión, Ágata estaba recostada en el pecho de Bastian, mientras lo acariciaba él la observaba, unos delgados rayos de sol caían sobre su piel, dándole un toque luminoso a su piel bronceada, el olor de su piel, los mechones de su cabello rubio desordenados, sus ojos azules, sus labios perfectos, su rostro impecable y sonrojado... Pensó para sí. 'Ella es una obra de arte'
Después de asearse y de arreglarse pidieron el desayuno en la habitación.
Desayunaron como de costumbre en silencio. Bastian era un hombre de pocas palabras y aunque Ágata hablaba mucho, poco a poco se acostumbró a él. Su silencio se vio interrumpido cuando la pantalla del celular de Ágata se iluminó y al ver el nombre de 'Jean' en la pantalla por instinto volteo a ver a Bastian, pero él siguió desayunando sin prestarle atención. Ella tomó el teléfono y lo puso en silencio.
Al ver como ponía sobre la mesa el teléfono boca abajo Bastian pregunto."¿Por qué no contestas?".
— Estamos desayunando y no quiero incomodarte, después devolveré la llamada.— dijo ella sin sostenerle la mirada y tomando un sorbo de café.
Al ver su nerviosismo le respondió. "¿Es eso o pensaste que podrías ocultarme que Jean está en la Ciudad?".
Ella levanto la mirada y se encontró con la de él... Esa mirada indiferente transmitía mucho más de lo que él quería aparentar. "Iba a decírtelo, pero hemos tenido tantos problemas que no quería discutir por eso también."
Aunque estaban a punto de casarse su relación no estaba en el mejor momento. Los últimos meses habían tenido tantas discusiones que ya difícilmente se comunicaban, el día anterior apenas se habían reconciliado y si ella le hubiese mencionado a su 'primo Jean', habría alargado aún más sus problemas. Bastian no toleraba que ningún hombre estuviera tan cerca de ella y nunca le agrado la cercanía entre ella y Jean.
— Entiendo.— dijo Bastian poniéndose de pie y dejando su servilleta en la mesa.
Ágata lo miro con enojo y le dijo."Bastian, ¿qué más se supone que tengo que dejar para que nosotros podamos estar bien?".
Él bajo su mirada fría e indiferente, tenía un aura dominante e imponente. "Todo lo que has dejado lo has hecho porque así lo has querido ¿ahora resulta que te obligue?, sabes mejor que nadie como soy... Y si no te gusta…"
—Y si no me gusta... ¿qué?— dijo ella poniéndose de pie y levantandole la voz.
Él se acercó a ella. Y ante su cercanía por instinto ella retrocedió. "No me desafíes, eres mi mujer. Así que más te vale que te comportes". Y dándose la vuelta tomo su abrigo y salio de la habitación.
Bastian era un hombre, dominante y controlador. Había nacido con todo debajo de sus pies, por eso nadie le llevaba la contraria. Pero Ágata era rebelde, cedía en un instante y al otro se revelaba. Desde un principio eso le gustó, pero habían cosas que él no pasaría por alto.
Ágata apretó los puños mientras sus ojos se enrojecieron, sentía una amargura en su corazón. En ese momento por primera vez en cinco años surgieron unas preguntas. ¿Era realmente eso lo que ella quería en su vida? ¿Cuánto más tenía que sacrificar?, se enfrentó a su familia y dejo su mayor sueño por amor, pero... ¿Realmente lo valía?.
Cuando se sintió mejor bajo las escaleras, saludo respetuosamente al personal que estaba en la puerta y cuando se acercó a su auto escucho a Leroy su guardaespaldas.
— Srta. Morris, buenos días—dijo respetuosamente mientras caminaba hacia ella.
— Buenos días, Leroy.
— Disculpe, pero yo llevaré su auto a su empresa.
— ¿Qué?— preguntó ella sintiendo como su enojo crecía. Ella no quería un guardaespaldas, pero de igual manera Bastian le asignó uno de sus hombres de confianza. ¿Ahora creía que podía impedir que ella manejara su auto?. En eso no iba a ceder. —Leroy, sé que solo haces tu trabajo, pero yo manejare y tranquilo yo hablaré con Bastian.
— Srta, Morris, el presidente Dubois la espera.— dijo él mirando el Bentley negro que estaba a cierta distancia.
Ágata suspiró y camino hacia el auto de Bastian. Héctor su mano derecha al verla acercarse la saludo mientras abría la puerta trasera."Buenos días, Srta. Morris".
—Buenos días, Héctor — dijo ella echando un vistazo al interior del vehículo. Su corazón latía con fuerza al verlo. Desde su ángulo podía ver las largas piernas de Bastian, sus pantalones sin ninguna arruga. Una de sus grandes manos descansaba sobre su pierna con nudillos bien definidos y dedos pálidos que sugerían fuerza, incluso el reflejo metálico del reloj irradiaba distinción. Bastián llevaba un traje azul, cubierto por un abrigo negro. Aunque ella estaba enojada no podía ignorar lo bien que se veía. — dígame... ¿Qué se le ofrece al presidente Dubois?¿ahora que necesita?.— dijo ella en un tono sarcástico.
—Entra.— dijo Bastian en su habitual tono indiferente, sin voltear a mirarla.
Ágata miro su reloj y respondió con la misma indiferencia. "No tengo tiempo para esto, si no me dice que necesita entonces hablaremos cuando regrese de tu viaje".
Ante su tono él volteó a mirarla, aunque se veía tranquila no podía disimular su molestia, aunque había algo más en ella que la delataba, sus mejillas sonrojadas. Él la conocía perfectamente. Cómo estaba inclinada hacia el auto, su escote era más evidente. Él entrecerró los ojos y con una acción rápida la tomo del brazo y la jalo hacia él haciéndola entrar en el auto, cuando ella relaciono trató de salir, pero él tomando su diminuta cintura entre sus grandes manos la sento en sus piernas.
— ¿Bastian qué crees que estás haciendo?— dijo ella al ver la puerta del auto cerrarse y como se subía la oscura ventana que dividía la parte delantera de la de atrás del auto, dándoles privacidad.
—¿Bastián?¿Ahora me tuteas... Ya no soy el presidente Dubois?.—Dijo él agarrando su rostro y dándole un apasionado beso.
Ante su agarré y su imponente presencia Ágata no pudo resistirlo y se dejó arrastrar por ese feroz beso.
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