Destino intergaláctico: Encuentro en Zorlaxia (Libro 1)
Emma Thompson se inclinó sobre la mesa de su pequeño apartamento, rodeada de montañas de libros y notas.
Sus largos mechones castaños caían en cascada sobre su rostro concentrado mientras analizaba un antiguo manuscrito.
A sus veintiocho años, Emma ya había ganado reputación como lingüista y antropóloga prometedora, su pasión por desentrañar los misterios de culturas antiguas la había llevado a sumergirse en innumerables proyectos de investigación.
El zumbido de su teléfono rompió el silencio de la habitación, sacándola de su trance. Con un suspiro, Emma levantó la vista para ver quién la estaba contactando.
Una notificación parpadeante en la pantalla anunciaba un correo electrónico urgente de la Agencia Espacial Internacional.
Su corazón dio un vuelco mientras abría el mensaje y leía las palabras que cambiaron su vida para siempre. Había sido seleccionada para formar parte de una misión sin precedentes: un intercambio cultural con los habitantes del lejano planeta Zorlaxia.
La emoción y el asombro se mezclaron en el interior de Emma mientras leía los detalles de la misión.
Sería parte de una pequeña tripulación encargada de establecer contactos con los Zorlaxianos, compartiendo conocimientos y experiencias culturales en un esfuerzo por fortalecer los lazos entre las dos especies.
Emma apenas podía creer lo que estaba leyendo, ¿Ella, una humilde lingüista, viajando a través del espacio hacia un mundo alienígena?, la idea era tan emocionante como aterradora.
Pero en lo más profundo de su ser, Emma sabía que esta era una oportunidad que no podía dejar pasar.
Con el corazón latiendo con fuerza, Emma tomó la decisión de que se embarcaría en esta audaz aventura, dejando atrás todo lo que conocía en busca de lo desconocido. Porque en ese instante, se dio cuenta de que su destino estaba esperando más allá de las estrellas.
Con determinación en su corazón, Emma se puso en marcha, cerró la ventana de su ordenador y se levantó de su silla, dejando atrás las montañas de libros y notas que ahora parecían insignificantes en comparación con la aventura que le esperaba.
El sol de la tarde brillaba con fuerza mientras Emma caminaba por las bulliciosas calles de la ciudad, su mente llena de pensamientos sobre lo que le aguardaba en el vasto cosmos.
Se detuvo en una esquina para mirar al cielo, preguntándose qué secretos y maravillas aguardaban más allá de las estrellas.
Cuando finalmente llegó a la sede de la Agencia Espacial Internacional, Emma fue recibida por el oficial encargado de la misión.
Con una sonrisa, le extendió la mano en un gesto de bienvenida.
— Emma Thompson, ¿verdad? Estoy emocionado de tenerte a bordo
Emma devolvió la sonrisa, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción mientras estrechaba la mano del oficial
— Estoy lista para esta aventura — dijo con determinación, dispuesta a enfrentar lo que sea que el universo tuviera reservado para ella.
Con eso, comenzó una nueva y emocionante etapa en la vida de Emma Thompson, se preparó para embarcarse en un viaje hacia lo desconocido del vasto cosmos.
El día del despegue llegó más rápido de lo que Emma había imaginado.
La base espacial estaba llena de actividad frenética mientras la tripulación se preparaba para embarcar en la nave espacial que los llevaría a Zorlaxia.
Emma se encontró rodeada de rostros familiares y desconocidos, todos compartiendo la misma mezcla de emoción y nerviosismo ante la inminente partida.
Conocía a algunos de sus compañeros de equipo de reuniones previas, pero había otros cuyos nombres apenas recordaba.
El capitán de la nave, un hombre mayor con décadas de experiencia en el espacio, se acercó a la tripulación reunida.
Su voz resonó por los altavoces mientras daba la bienvenida a todos a bordo y daba inicio a los preparativos finales.
Emma se unió al resto de la tripulación en el interior de la nave, maravillada por la tecnología avanzada que la rodeaba.
Se sentía como si estuviera viviendo en una escena de una de las novelas de ciencia ficción que tanto amaba leer.
Mientras los motores rugían y la nave se preparaba para despegar, Emma se aferró a su asiento, sintiendo una mezcla de emoción y temor ante lo que estaba por venir.
Se despidió mentalmente de su vida en la Tierra, lista para embarcarse en una aventura que cambiaría su vida para siempre.
Con un rugido ensordecedor, la nave se elevó hacia el cielo, dejando atrás todo lo que Emma había conocido.
Mientras se alejaban de la Tierra y se adentraban en el vasto vacío del espacio, Emma miró por la ventana con asombro, preguntándose qué maravillas y desafíos le esperaban en el horizonte.
A medida que la nave espacial se alejaba de la Tierra, la tripulación comenzó a adaptarse a la vida en el espacio.
Emma se encontró interactuando con sus compañeros de equipo más a menudo, compartiendo comidas en la sala de estar de la nave y participando en sesiones de entrenamiento para prepararse para su llegada a Zorlaxia.
Durante estos momentos de interacción, Emma pudo conocer mejor a sus compañeros de equipo, conoció a Alex, el ingeniero experto que había pasado años trabajando en proyectos espaciales, a María, la médica de la tripulación que siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros y a David, el piloto de la nave cuya calma y confianza inspiraban a los demás.
A pesar de las diferencias de personalidad y experiencia, Emma se dio cuenta de que todos compartían la misma pasión por la exploración y el descubrimiento.
Juntos, formaban un equipo unido, listos para enfrentar los desafíos que les esperaban en Zorlaxia y más allá.
Mientras la nave continuaba su viaje a través del espacio, la tripulación se enfrentó a los desafíos del viaje interestelar.
La ingravidez resultó ser tanto emocionante como desorientadora, y Emma pasó horas flotando en la sala de estar de la nave, maravillada por la sensación de libertad que experimentaba.
A medida que se acercaban a su destino, la emoción en la nave era palpable. Todos estaban ansiosos por lo que les esperaba en Zorlaxia, listos para sumergirse en una nueva cultura y hacer historia como los primeros humanos en establecer contacto con una civilización extraterrestre.
Con cada día que pasaba, Emma se sentía más emocionada por la aventura que tenía por delante.
Estaba lista para enfrentar lo desconocido, lista para dejar su marca en el vasto cosmos.
Mientras la nave volaba por el espacio, Emma se encontró a menudo frente a una de las ventanas de observación, contemplando el vasto vacío que se extendía más allá.
La inmensidad del universo la dejaba sin aliento, y cada estrella y galaxia que pasaba ante sus ojos le recordaba lo pequeña que era en comparación.
En esos momentos de tranquilidad, Emma reflexionaba sobre la increíble oportunidad que se le había presentado.
Había dejado atrás todo lo que conocía en busca de lo desconocido, y aunque sentía un cosquilleo de nerviosismo en el fondo de su estómago, también sentía una profunda sensación de emoción y asombro ante la aventura que le esperaba.
El espacio exterior era hermoso en su serenidad, pero también era vasto y desconocido, lleno de peligros y maravillas por igual.
Emma sabía que estaba a punto de embarcarse en la mayor aventura de su vida, estaba decidida a enfrentarla con valentía y determinación.
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Comments
Roberto Espinoza
comenzando el viaje a lo desconocido!
2024-05-06
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