Capítulo 19: Los abuelos.

Quería largarme a llorar sin descanso, ver a mis padres interactuar con mi hija me da mucha nostalgia, porque desde que ella nació quise verla en los brazos de ellos.

—Grecia— se acerca mi madre—No hemos podido terminar de hablar— comenta mientras vemos a mi padre jugar con Grace.

—No— niego y tomo un poco de limonada—Me dolió mucho su rechazo, pero más me dolió el rechazo que le hicieron a Grace un ser indefenso, inocente, que no tenía la culpa de nada, pensé que ustedes eran más conscientes— digo—Y no sabes lo mucho que te necesite mamá, me abandonaste como trapo viejo— reprocho y haberlo dicho me genera una sensación de alivio, suena cruel, pero es la cruda realidad.

—Lo siento hija, desde aquel día tu padre y yo no hemos podido vivir en paz, no nos hemos perdonado— comenta—Los años han sido duros—confiesa.

Quedarme callada se ha vuelto ya una costumbre, cuando Jules me dijo que la buscara y decidí no hacerlo, pensé que hasta ahí había llegado todo, porque imaginé que mi madre no vendría, pero me sorprende tenerla y no solo a ella, sino a mi padre acá, mi rencor por mucho tiempo estuvo latente, pero ahora que los veo a los ojos y escucho sus disculpas entiendo que lo están haciendo con sinceridad.

La abrazo sin poder evitarlo y lloro en silencio, no quiero que Grace me escuche, pero Dios, como extrañaba los brazos de mi madre, sus pequeñas palmadas en mi espalda, como lo está haciendo ahorita.

—Cariño, perdóname— repite.

—Lo hago— le digo abrazándola más fuerte.

A veces con intención o sin intención es nuestra propia sangre quienes logran lastimarnos y marcarnos de por vida, perdonamos, avanzamos, pero esa herida cuesta cerrar, porque mientras la herida intenta cerrar estamos a la defensiva tratando de protegernos.

Me besa las mejillas y sonrío, a diferencia de Grace yo soy la copia de mis padres, tengo los ojos de mamá, pero el cabello pelirrojo de papá, no son tan adultos, pero me tuvieron muy joven, yo soy dos años mayor que Roisin, mi hermana.

Mi padre se acerca con Grace y mamá se va a hacer algo para comer, le enseño dónde está todo y regreso con mi progenitor.

—Supimos lo de tu negocio hija— comenta—¿Cómo vas con eso?— pregunta mostrando interés.

—Ya está casi listo, los trabajadores han hecho la remodelación rápido— respondo—Creo que para la semana entrante está todo terminado— le digo.

—Eres tan independiente— susurra—Mírame, soy abuelo— sonríe besando la cabeza de mi pequeña hija que ve caricaturas en el teléfono de mi padre.

—Te extrañé papá— me acerco y lo abrazo, su calidez siempre la he llevado conmigo, por muy enojada que estaba.

Sigo un poco enojada, porque no es así nada más, pero lo importante es que han dado el paso de venir y pedir disculpas, veremos cómo van las cosas de aquí en adelante.

—¿Liam?— pregunta mi padre.

—Ha regresado— responde.

—Liam es mi papá— dice mi retoño.

—¿Ah sí?— dice mi madre—¿Cómo te trata papá?— pregunta curiosa.

—Bien, nos lleva de paseo a mamá y a mi— responde—Y es guapo— sonríe mostrando todos sus dientes y mi padre ríe.

Se nos une mi hermana y creo que la extrañe más a ella que a mis propios padres, Roisin y yo preferíamos dormir juntas que separadas, cuando me fui de casa nos costó adaptarnos, pero lo superamos, ya solo nos reuniamos para tomar café, salir de fiesta, pijamadas de hermanas, inseparables.

—Dios, Grace es idéntica a Liam— me susurra.

—Es su copia Roi— concuerdo—Hasta los gestos, — me quejo—Pero me he dado cuenta de que el color del cabello le está cambiando— le digo.

—Puedo notarlo, tiene mechones rojizos— dice.

Niego y nos reímos, se me ha reiniciado la vida, a los abuelos les ha cambiado el semblante, han estado disfrutando de Grace y poder tener esa imagen frente a mí me da mucha tranquilidad, porque siempre quise vivir este momento, guardarme cada detalle y que Grace se adapte rápido me sorprende, sin duda, la sangre tiene poder.

Mi madre me ayuda a organizar un poco y despidiendose de mi con un abrazo de oso se retiran.

Mi bebé viene hasta a mí y recuesta su cabeza en mi pierna, sus mejillas rosadas me indican que tiene frío, ajusto la calefacción y la cargo en mis brazos, ya es muy noche y debemos descansar.

Después de una ducha caliente, dejo a una Grace bien cansada y dormidita, me lanzo a mi cama y suspiro, me acostumbré un poco al calor de Liam durante el viaje y siendo honesta hoy me hará falta, pero no cederé a vivir con él.

El pánico se apodera de mi ser nada más en pensar vivir con Liam y todo sea un puto desastre.

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