Capítulo 18: Mal humor y encuentros.

El viaje a Málaga valió muchísimo la pena, pero ya hoy regresamos a Londres.

—¿Por qué quieres que use el puto vestido?— pregunto estresada.

—Porque me gusta como te queda, ¿es mucho pedir?— repite.

Chillo estresada, tiene una obsesión con un vestido negro que logré usar cuando él y yo éramos novios, luego lo guarde en lo más profundo de mi closet y lo traje a ver si me animaba en usarlo, pero no lo use, ahora que él lo vio en la maleta comenzó a decirme que lo usara.

Fue lo único que metí demás en la maleta.

—En serio Liam, no te soporto hoy— le digo sacando el vestido y entrando al cuarto de baño azotando la puerta.

Creo que mis hormonas están revueltas, porque últimamente tengo unos cambios de humor que ni yo me soporto.

—Te ves hermosa— halaga al verme y sonrió un poco, para no verme tan amargada.

Hacer el amor nos une mucho, pero en el momento que esa burbuja explota hace que me cuestione muchas cosas y estos días que han pasado su teléfono no ha dejado de sonar y lo mantiene lejos de mí, algo está pasando, las mujeres jamás nos equivocamos cuando se trata de los hombres y sus mentiras.

Pero lo dejaré estar, no tengo derecho a hacer ningún tipo de reclamos, no somos más que los padres de una niña que han estado teniendo sexo como conejos en los últimos días.

Recuerdo que él siempre me decía que nunca le mintiera, que cuando ya no quisiera estar con él se lo dijera, pero que nunca lo engañara porque sería algo que él no me perdonaría jamás.

Palabras que nunca olvidaré, porque me marcaron, Liam era el tipo de persona que, no le gustaba que le dijeran mentiras, pero él las decía.

Pero así como en ese momento descubrí todas sus mentiras y engaños, ahora también puedo hacerlo, él nunca supo cómo conseguí tanta información, está vez tampoco lo sabrá.

Cómo mujeres siempre debemos estar primero que todo, darnos el lugar que merecemos, en el pasado fui estúpida y dejé que hiciera conmigo lo que quisiera, está vez no, una cosa es tener intimidad, otra diferente es la confianza y es algo que aún no le tengo.

Creo que eso es lo que más me tiene de mal humor, es increíble lo cambiante que podemos ser los seres humanos.

Grace va dormida y yo escucho música, el álbum de la cantante Kany Garcia está buenísimo, bueno, todas sus canciones son espectaculares y gracias a las músicas latinas sé un poco de Español. Liam debe estar trabajando, porque desde que nos subimos al avión no ha despegado la vista de su ordenador portátil, me extraña que no esté hablando por teléfono.

~

Ya estoy llegando a casa, mis amigas vendrán de visita en unos días y eso me tiene emocionada, tenemos meses sin vernos, ya que cada una está en un país diferente, creo que la más lejana es Cecilia que está en Corea.

—Gracias por traernos— le digo dejando a mi hija en su cama.

—Si necesitan algo me llamas— dice y asiento viéndolo salir de casa.

Comienzo a sacar todo de las maletas para tratar de bajar mi mal humor, me estresa mucho estar así y aprendí a no desquitarme con nadie.

Suena el timbre y me dirijo de una vez a abrir, deben ser mis amigas. Quedó muda al abrir la puerta, ¡Cristo!, pensé que este momento no llegaría nunca.

—Mamá— susurro sin poder creerlo aún.

—Hola Grecia— saluda.

Está como siempre, hermosa, parece que los últimos tres años no han pasado por ella.

—Pasa— digo luego de unos segundos.

—Gracias— dice nerviosa, puedo notarlo a kilómetros, puede haber pasado mucho tiempo de no verla, pero sigo conociendo sus gestos—¿Cómo has estado?— pregunta.

—Toma asiento, por favor— pido—Hemos estado bien— digo haciendo énfasis de que no soy solo yo.

—¿Dónde está?— pregunta curiosa.

—Está durmiendo, llegamos de viaje hace algunas horas— respondo—¿Ustedes cómo han estado?— pregunto.

Me observa detenidamente, mis facciones, mi hogar, como si jamás hubiese venido acá y como si es primera vez que me ve, me hace sentir un poco incómoda, pero debo quedarme quieta. Sigo sorprendida y abrumada por este encuentro que ni en un millón de años me imaginé, porque después de haberme repudiado con tanto asco y sacando a flote el orgullo tan odioso que tiene, pensé que jamás me buscaría.

Veo que me equivoqué.

—Hemos estado bien— dice, pero siento que no está segura de su respuesta—Yo— se detiene y vuelve a observarme—Yo vine a pedirte perdón— suelta—Y digo perdón, porque sé que lo que hice no estuvo nada bien, ni siquiera delante de Dios— aclara con rapidez.

Ahora la que se queda en silencio soy yo, ver a mi madre pidiéndome perdón de una forma tan nerviosa, casi que a punto de llorar me hace pensar que le costó venir, que tuvo tiempo pensándolo, ahora mismo estoy reviviendo ese día una y otra vez, el dolor que he sentido todos estos años por su ausencia y por la ausencia de mi progenitor.

Que haya aparecido Liam y ahora mi madre me parece mucha casualidad, pero puede ser la casualidad del destino para darme lecciones de vida que aún no entiendo.

—¿Por qué después de tanto tiempo?— pregunto resentida.

No esperaba hacer esa pregunta, al menos no de una vez, pero ha sido inevitable.

—Estábamos dolidos— confiesa—Que salieras embarazada sin haberte casado y de un hombre mujeriego y mentiroso nos enfureció, te creíamos más inteligente— dice y jadeo llena de dolor.

—¡Por Dios!— exclamo—El embarazo no fue planeado, mi cuerpo estaba rechazando los anticonceptivos y no había reflejado ningún síntoma de ello, por eso quedé embarazada, pero el comportamiento de ustedes fue el más asqueroso del planeta— reprocho.

Esa era la verdad de mi embarazo, mi cuerpo rechazo los anticonceptivos y no me mandó ninguna señal, cuando supe que estaba embarazada quedé en shock, pero sabía que mi única solución era alejarme, porque Liam solo me echaría la culpa y aunque intentara explicarle lo mismo que la doctora me explico él no iba a entenderme y menos a creerme, porque en ese momento él podía confiar y creerle las mentiras a los demás, pero yo que siempre le dije la verdad y que fui leal nunca me creía, me tenía como lo peor, creo que eso fue lo que más me destruyó.

—Hija de verdad lo lamentamos mucho— solloza y se me parte el corazón.

Suena nuevamente el timbre y me levanto para ver quién es ahora. Gimo al ver a mi padre, pensé que solo sería mamá, pero veo que no.

—Pasa— susurro.

Se sienta junto a ella y yo frente a ellos.

—Estás muy bonita— halaga mi padre luego de hacerme un escaneo completo.

Asiento en forma de agradecimiento y no voy a negar que muy en fondo siento mucha emoción en volver a tenerlos frente a mí después de 3 años, recordar todos los días que los necesite, que los llore y que sentí que moriría, las personas que más amaba me habían decepcionado y yo estaba sola.

—Mamá— escucho la suave voz de mi hija y me pongo de pie.

La cargo en mis brazos y la abrazo con fuerzas, jamás podría abandonar ni darle la espalda a mi hija, ella es mi vida y no estoy dispuesta a ello, estaré para ella hasta que Dios me lo permita.

—Gre— susurra mi mamá viendo a mi hija—Dios Gre— dice conmocionada.

—Papá, mamá ella es Grace— se las presento y este es el momento que más duele, porque esto no tenía que haber sido así.

—Hola—susurra mi hija mirándolos confundida.

Mi papá es el primero en acercarse, sus ojos están cristalizados, primera vez que veo a mi padre llorando y no puedo evitar derramar yo unas cuantas lágrimas, Grace nos mira sin entender, pero es normal, mi hija nunca los había visto y ahora que los ve y llorando es normal que tenga mil preguntas.

—Cariño, ellos son tus abuelitos— le susurro—Mi padre Cillian y mi madre Maire— le digo.

Grace pregunto más por sus abuelos que por su padre y se que no hacía más pregunta, porque desconoce, pero tengo la suerte de mi lado.

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