Capítulo 17: Deseo.

Contenido sexual explícito para mayores de 18 años.

Regresamos al hotel muy cansados, recorrimos gran parte del centro de Madrid y comimos delicioso, me duelen muchísimo los pies, pero me he disfrutado todo.

Grace ya viene dormidita, así que le retiro la ropa y como puedo le coloco el pijama, dejándola acurrucada entre las sábanas.

—Grecia, ¿podría quedarme esta noche contigo?— pregunta y quiero reír, la noche anterior no me preguntó si podía o no quedarse, pero no quiero burlarme en su cara.

—Puedes, el sofá es cómodo— le digo sonriendo.

—Grecia— llama cruzándose de brazos, me detengo dándole la espalda.

—Dime Liam— digo inocente.

—¿Quieres intentarlo en el sofá?— pregunta y mi zona íntima palpita, ¡Dios!

—¿Intentar qué?— pregunto.

—Quiero hacerte el amor desde que nos duchamos, joder, quiero follarte y me vas a preguntar que quieres que intentemos— se queja frustrado y yo quiero reír de solo escucharlo.

Debe estar pasando sus manos por el cabello y el rostro desesperado, una maña que sé, no ha cambiado.

—Liam, la niña puede escucharte— lo reprendo y en segundos lo tengo pegado a mí.

—Grecia, por favor, déjame hacerte el amor nuevamente— súplica—Te deseo tanto— susurra besando mi cuello.

Jadeo sin poder evitarlo, sus besos son delicados y me vuelven loca, con solo escucharlo decir que me quiere follar se me altera todo. Me giro quedando frente a él, nos observamos a los ojos fijamente y veo como destella el deseo en ellos.

—Hazme tuya Liam— le digo y en segundos se apodera de mis labios y se adueña de mi boca completamente, mete su lengua sin permiso arrancándome jadeos de deseo.

Entramos a la habitación a paso lento mientras nos devoramos la boca, sus manos están tocando todo mi cuerpo y las mías sostienen su camisa, siento que mis piernas en cualquier momento me fallaran.

—Gre, no sabes lo mucho que soñé este momento— susurra acariciando mi mejilla.

Decido callar, quiero escucharlo, quiero ver hasta donde llega, ese tipo de cosas nunca las decía, esto es nuevo.

Con lentitud me va quitando cada prenda que llevo puesto y yo hago lo mismo con él, deleitándome a cada paso de la suavidad de su piel, no hay piel perfecta, pero cuando tocas la de la persona que amas, independientemente de lo que tenga para ti será mucho más que perfecta.

Beso su hombro con delicadeza, gozando de cada caricia suya en mi espalda, brazos y glúteos.

Sus leves caricias me están volviendo loca, porque fueron muy pocas las veces que lograba hacerlo así y ahora mismo estoy deseando que si estás noches se repiten más a menudo que sean así, cariñosas, apasionadas y con calma, dándome la oportunidad de disfrutarlo más.

Me recuesta en la cama con delicadeza sin dejar de besarme y se posiciona encima de mí sin aplastarme, introduciendo su miembro viril de inmediato, gimo arqueando un poco la espalda.

—Mírame— pide y obedezco.

¡Por Dios! Sus ojos brillan demasiado, expresan más de lo que no me imaginé que llegaría a ver, esto también es nuevo, sus ojos siempre estuvieron al margen de los sentimientos, pero verlos ahorita me causa muchos escalofríos.

Sus movimientos comienzan a ser más placenteros haciéndome cerrar los ojos por instinto, pero vuelve a pedirme que lo mire y así lo hago, tocó sus brazos y desde aquí lo veo mucho más hermoso, su barba recortada, sus ojos claros que me hipnotizan. No deja de bombear dentro de mi y examina cada parte de mi rostro, como si fuese la primera vez que me ve.

—¿Te pasa algo?— pregunto cuando me abraza con fuerza.

—No— niega y se separa comenzando a moverse más rápido

Cambiamos de posición, esta vez estoy encima de él a horcajadas, sé lo que provoco cuándo estamos así y me fascina poder tener el control. Cierra sus ojos gimiendo al igual que yo y es música para mis oídos.

—Sabía que no soportarías— me carcajeo cuando se sienta aún conmigo encima.

—No puedo resistirme a ti— me besa y mordisquea a la vez mis labios.

Mis senos son tomados entre sus manos y los masajea y pellizca, lleva uno de los pezones a su boca y gimo de placer mencionando su nombre por lo bajo.

—Siento que voy a venirme en cualquier momento— susurro.

—Eso es lo que quiero que hagas— dice chupando con más fuerza mis pezones y comenzando a moverse como loco y con una mano masajea mi zona, solo se escucha el choque de nuestros cuerpos llenos de sudor.

Me azota y chillo de placer, este momento entre amor y salvajismo que me encanta, me trae muchos recuerdos

¡Es tan delicioso! Vuelve a posicionarse encima de mí y toma nuevamente uno de mis pezones en su boca y me abro más para él dándole oportunidad de hundirse más en mí, trato de no gemir tan fuerte, pero es inevitable, es demasiado deseo, es tan rico, que no quiero que acabemos nunca, quiero tenerlo dentro de mí para sentirlo, piel con piel.

Trato de cerrar un poco las piernas por el orgasmo abrumante que estoy teniendo, pero no me deja.

—¡Liam!— chillo al sentir como su orgasmo se une con el mío, sentir como se descarga dentro de mí me fascina.

Me abraza agotado, ahora solo se escuchan nuestras respiraciones agitadas.

—Vivan conmigo— pide abrazándome fuerte.

Me quedo en silencio, no tengo nada que responder por los momentos y no quiero arruinar el momento, creo que aún no ha entendido que no estoy preparada y que confiar en él me cuesta.

~La mañana siguiente~

Comenzamos la mañana haciendo el amor de una forma muy intensa, no me canso, este hombre me está volviendo loca, sin duda alguna.

—No quiero salir de la cama— se queja.

—No me extraña— me rio— pero yo si me levantaré, mi hija debe comer— digo entrando al cuarto de baño.

No sé para qué diablos pago una habitación extra si sabía que no iba a usarlo, mis amigas van a matarme.

—¿Tienes algo más que hacer de trabajo?— pregunta.

—No— niego.

Ya recibí la información por correo electrónico y todo está bien, puedo regresar a Londres con tranquilidad, pero por la pregunta sospecho que Liam tiene planes.

—Vamos a Málaga— propone.

—Suena bien— asiento.

—Tu cara me dice otra cosa— comenta.

—Si quiero ir, pero antes debo llamar a Jules para saber cómo va la tienda y las ventas, para poder estar tranquila, eso también es mío y no puedo descuidarlo así como así— confieso.

—Se me olvidaba tu sentido de responsabilidad— sonríe— Está bien— asiente.

Salgo y ordeno el desayuno, entro a la habitación de Grace, enciendo la luz y para mí sorpresa ya está despierta.

—Mi amor, ¿cómo estás?— me acerco.

—Mami me duele la cabeza— susurra y tocó su frente para verificar que no tenga temperatura.

—¿Desde cuándo tienes dolor?— pregunto curiosa.

—No sé mami, tengo mucho tiempo despierta— responde y me acuesto con ella.

—¿Por qué no fuiste a mi habitación cariño? Debes notificarle a mama que te sucede— le digo acariciando su cabello—Levántate para darte un analgésico para el dolor— le ordeno.

Se sienta en la cama y yo salgo de la habitación para buscar los medicamentos que traje, siempre precavida.

—¿Qué pasa?— pregunta.

—Grace tiene dolor de cabeza— le digo.

Lo veo entrar a la habitación y sonrío de lado, Liam en el pasado lo mataba el drama, fiestero y mujeriego, pero muy llorón, exageraba todo y cuando sentía algún dolor decía que tenía miedo de ir al médico porque creía que le diría que moriría.

Más dramático que nadie.

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