Katarina se acercó a Luna, quién se encontraba leyendo en la biblioteca, con un tono imperante sin saludo alguno, expresó su incomodidad por haberla visto con el chico becado.
-¿Cómo es posible que sigas hablando con ese tipo? ¿A caso no has escuchado las palabras de Marcos?, claramente es una advertencia para que te mantengas alejada de él.
- Eso no va a pasar, ahora él trabaja para mí, por lo tanto, vamos a compartir mucho tiempo juntos.
-¿Qué has dicho? ¿Perdiste la cabeza?, no debes estar cerca de ese tipo, ¿se puede saber que trabajo le otorgaste?
Con impaciencia, la dulce y amable Luna, cerro el libro, una mirada fulminante se clavó en su amiga, en contraposición de su afable personalidad, la dominaba la indignación, - lo siento por ti Kata, eres mi amiga y te aprecio, pero soy yo quien decide con que personas desea estar.
-¡Entra en razón, no te rebajes de esa manera!, gritaba casi suplicante al ver la determinación de Luna.
-Disculpa, tengo clases ahora mismo, me marcho.
Saliendo de la biblioteca pensó en su madre, en la mañana la conversa se tornó seria y relevante, para compensar su actitud voluntariosa y obstinada, le hizo prometer que la relación con Alejandro Beltrán, sería única y exclusivamente laboral, así mismo tenía un ultimátum para hablar con su padre sobre la universidad.
Emiliano escuchaba con atención la increíble historia que Alejandro narraba, su padre era uno de los escoltas personales de la madre de Luna Beaumont desde hacía varios años y ahora él sin saberlo, ocupaba un puesto similar en su vida.
-¡Vaya! Las coincidencias puede existir
-Es el destino
-Claro que no Alejo, no seas tonto, y bien, ¿Qué dijo tu padre de todo esto?
-Al principio estaba desconcertado, se veía melancólico, solo manifesto que la última palabra era la mía, pero que no olvidara cuál era mi posición en todo esto, ni mis ojos, ni mis sentimientos, debían posarse jamás en la señorita Luna.
Entre palabras y risas los dos amigos compartían vivencias y sueños, entre tanto el profesor Nicolás se aparecía ante ellos, conocía con certeza lo excepcional y talentosos que eran los chicos; en este caso pensaba utilizar sus habilidades, para el diseño de un estudio analítico sobre beneficios y obstáculos, solicitado por una empresa textil, de este modo podría determinar que tan grandes eran sus capacidades.
Los chicos escuchaban atentamente a Nicolás, las ganas de aprender los invadía, más aún cuando el docente les abría un mundo de posibilidades en cuánto al tema de los negocios, quizás podrían crear una sociedad con un determinado interés, crecer no solo en conocimientos, sino además económicamente.
-Alejandro, el viernes espero que me apoyes para dictar la clase sobre aplicaciones de la derivada.
-Pero profe, usted conoce mi situación y sabe perfectamente que no le agrado a los compañeros de la facultad, eso le podría traer problemas.
-Ya hemos hablado de eso, mañana organizamos la metodología y los archivos utilizados para la clase.
Nicolás se despedía y Alejandro le informaba a Emiliano sobre las nuevas responsabilidades que había adquirido, en este momento su prioridad era la señorita Beaumont, por lo tanto, era fundamental reunirse con ella para ponerse a su servicio.
- Emiliano, ¿Quieres ir conmigo? No tienes clases hasta las horas de la tarde.
- Me gustaría conocer a la señorita, sin embargo, temo ser humillado o despreciado, suficiente he tenido con mis compañeros.
-Eso no sucederá, ella no es así, aparte de ser hermosa, es cálida y amable.
Ambos chicos guardaron los cuadernos y libros, para dirigirse al parque del plantel, donde encontrarían a la dama; Estaba sola, organizando algunos documentos, ella era muy impresionante, verse tan imponente es una razón suficiente, para que limitadas personas quisieran acercársele.
-Señorita Beaumont, la llamo Alejandro
Su expresión denotaba una especie de alegría que trato de disimular - joven Alejandro, lo estaba esperando.
- Señorita Beaumont, le presento a mi amigo Emiliano Rendón, espero no importunarla con mi decisión de traerlo.
Lo miró con gentileza y le extendió con delicadeza la mano, en señal de saludo, se presentó con el mayor de los respetos, sin ningún atisbo de prejuicio o altanería, - es un placer conocerlo Joven Emiliano.
Incrédulo Emiliano, por tan excepcional ser humano, aún sabiendo que ella pertenecía a la familia más poderosa de todas en esa institución, humildemente sostuvo su delicada mano con firmeza y agrego: lo mismo digo señorita Beaumont.
Maria Fernanda e Isabel, se conocían desde chiquillas, sus padres tenían negocios en conjunto, crecieron en un ambiente sin penuria alguna, lo que algunos podrían llamar "cuna de oro "rodeadas de suntuosidad, alejadas de las necesidades materiales, por las que la mayoría de seres humanos han sufrido alguna vez. Su percepción del mundo difería totalmente de la realidad, sostenían con plena seguridad que debido a su estatus, era una obligatoriedad ser consideradas una especie de diosas en la tierra.
En el transcurso de la superficial charla que sostenían las presumidas amigas, Isabel divisó a lo lejos, la extraña asamblea que mantenía la impresionante señorita Beaumont con los chicos becados.
-Mira Mafe, el cuadro tan asombroso que se está presentando, es la distinguida señorita de la casa Beaumont y los dos chicos humildes de tu facultad y la mía.
-¿Cómo es que Alejandro conoce a Luna?
- Oh, desde cuando Alejandro y no algún insulto burdo para llamarlo.
-¡No me molestes!, le dijo con un tono irritante, verlo tan amable con Luna, la hizo sentir molesta, experimento una punzada en su pecho que no pudo describir.
- Me voy Mafe, Emiliano es mi objetivo, cumpliré con la parte del trato, todo sea por "limpiar la institución", en la noche me reúno contigo y con Marcos.
Isabel se levantó, organizó su corta falda plisada de seda, se colocó su gabardina negra del mismo tono que su largo cabello liso; el espejo le devolvía la sonrisa, sus labios rojos y cejas oscuras contrastaban con sus ojos color miel, le daban en su totalidad una apariencia refina y sensual. Como si de una modelo se tratase, se desplazó con elegancia, permanentemente su mirada altiva, despreciada todo lo demás.
-Emiliano, ¿no me presentas a tus amigos? Preguntó con una tonalidad arrogante y cínica, simultáneamente posaba sus manos en la espalda del joven.
Sus mejillas enrojecidas por el imprevisto acercamiento, permitían ver su lado más tímido, el introvertido muchacho explico que, Alejandro era su mejor amigo y que la señorita presente, recién la había conocido.
- Soy Isabel Alameda, estudió en la misma facultad que Emiliano.
-Te he visto en varias reuniones sociales, la familia Beaumont, siempre ha tenido buenas relaciones y negocios con los Alameda, es un placer conocerte, Isabel.
Sobrecogida un poco, su concepto sobre Luna erraba de la realidad, la bellísima señorita era totalmente diferente a la descripción obtenida por otros, ella era genuinamente amable y cálida, contrario a lo que se creía, un ser orgulloso, clasista y gélido.
- Con su permiso nos retiramos, dijo Luna.
Isabel alzó las cejas, miro de reojo y elevo el contacto visual, una clara expresión de desprecio, ¿Qué clase de relación tiene ustedes dos?
Alejandro notó inmediatamente su intención de menospreciar a las personas, a lo que respondió cortante, trabajo para ella.
Aunque estaba absolutamente sorprendida por la respuesta, se abstuvo de preguntar más, la mirada profunda del bonito chico de ojos verdes la intimidaba.
- Joven Alejandro, debo entregar una propuesta de proyecto educativo al profesor Alberto, es tan amable de acompañarme, pronunció la señorita, esta caminaba nerviosa, miraba el suelo y apretaba con fuerza los documentos que sostenía.
De forma inconsciente Alejandro colocó su mano en la cabeza de ella, ¡No se preocupe, yo la voy a proteger, nada le va a pasar!
Respiro tranquila, le gustaba estar cerca de él, sentía que todo iría bien.
-Joven Alejandro, vi a don Arturo varias veces en la mansión, nunca imaginé que él sería su padre, me quede algo consternada cuando me entere de ello.
- También me pasó, no imaginé que él conociera a su familia, jamás hablamos de eso, sabia con antelación sobre su perfil laboral, creo que por seguridad no menciono a quien cuidaba. Es una extraña coincidencia.
Por su lado, Isabel contemplaba con detalle a Emiliano, él también era bastante lindo, adoraba verlo tímido y sonrojado, un motivo más para molestarlo, al final todo era parte de un juego de amigos.
-Emiliano, ¿quieres salir de paseo conmigo? Vamos en mi carro, es mi forma de compensarte por todas las veces que has dedicado tu tiempo para enseñarme.
-¿Está hablado en serio señorita Isabel? No creo que sea lo correcto, sus amigos pueden crearse una idea equivocada.
-Esta decidido, mañana te espero a las 4, después de salir de clases. ¡No faltes!.
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