Germán, práctico y realista, alentaba a Camila a mantener el curso, recordándole que las emociones no debían empañar el juicio en la sala de mediación.
Ana, por su parte, era el apoyo emocional en los momentos de duda, reafirmando la importancia de la autoestima y la independencia personal sobre los bienes materiales.
Mientras tanto, los padres de Camila observaban cada movimiento con angustia, sabían que cada día que pasaba acrecentaba la posibilidad de una división total del patrimonio y, con ello, la confirmación de la disolución del matrimonio.
Su hija había sido siempre el orgullo de la familia y su casamiento con Daniel había sido motivo de celebración, pero ahora todo parecía desmoronarse ante sus ojos y sin poder hacer absolutamente nada, ya que ella se negaba a escucharlos
Los intentos de Daniel por apelar a la sentimentalidad iban perdiendo fuerza, las reuniones de mediación pasaban a ser ejercicios de perseverancia, Camila debía reiterar sus argumentos a un Daniel que se mostraba cada vez más desesperado y a unos mediadores que querían equidad y justicia.
Varias veces Camila tuvo que cambiar de abogado porque todos cedían a las presiones y las manipulaciones de su padre y de Daniel, haciendo que perdiera la confianza de cada abogado que llegaba a trabajar en su caso.
Las discusiones legales giraban en torno a detalles técnicos de la empresa, evaluaciones de la propiedad y activos, cuando no estaban en la sala de mediación, Camila y Germán dedicaban incontables horas a la revisión de documentos y preparación de estrategias con su respectivo equipo legal, mientras que Ana organizaba pequeños momentos de escape para Camila, buscando mantener su espíritu intacto.
La paciencia de Camila se ponía a prueba cada vez que Daniel introducía un nuevo obstáculo legal.
Había veces que parecía que el proceso nunca terminaría, que la esperanza de una resolución justa era una ilusión, pero Camila no se dejaba abatir fácilmente; había aprendido que su tranquilidad mental y su futuro no tenían precio.
Con cada revés, ella se hacía más fuerte, más decidida y estaba consciente de que, a pesar de su amor pasado, estaba luchando no solo por lo que le correspondía legalmente, sino por su propia definición de lo que significaba ser libre y feliz, independientemente de las cadenas de un matrimonio roto y las expectativas ajenas.
Con cada revés Camila se fue dando cuenta de que cuando se trata de un proceso de divorcio, encontrar el abogado adecuado que comprenda las circunstancias, objetivos y preocupaciones personales de su cliente era primordial.
Esa decisión debe ser cuidadosamente considerada dado lo mucho que está en juego, por un lado, la resolución de una parte de la vida y por otro la fundación del futuro, por lo que le pidió a su hermano Germán que le ayudara a buscar un nuevo abogado para llevar su caso.
Abogaba por alguien que irradiara confianza y profesionalismo, alguien que no solo pudiera representar sus intereses sino también garantizarle el apoyo emocional durante el complicado proceso, sin dejarse llevar por nadie más que ella, necesitaba a alguien que fuera leal.
Germán, siendo un hermano dedicado y comprensivo, se dio a la tarea de buscar al candidato idóneo, revisó currículos, entrevistó a profesionales y finalmente eligió a una persona cuyo perfil destacaba del resto.
Lo que Camila desconocía era que, en este exhaustivo proceso de selección, su pasado estaba a punto de golpear su presente con la fuerza de un tsunami de emociones.
El día de conocer a su nuevo asesor legal finalmente llegó y Camila estaba un tanto ansiosa por encontrar un abogado a su medida, por lo que se adentró en la oficina de Germán después de recibir la llamada donde este le indicaba que la persona había seleccionada.
La puerta se abrió y allí, parado con la misma postura confiada que ella recordaba, estaba Fabricio.
Su Fabricio, en realidad su antiguo amor, lo cual le sorprendió enormemente, nadie le había mencionado su nombre porque para Germán, que desconocía la historia pasada de su hermana, Fabricio era simplemente un profesional calificado entre muchos que había evaluado.
El encuentro entre ellos fue un baúl desbordante de recuerdos y es que Fabricio había sido su primer amor, aquel con quien compartió innumerables primeras veces, aquel que conocía su risa y sus miedos, y de quien, hasta ese momento, creía haberse olvidado.
Mientras él se acercaba, extendiendo una mano que aún recordaba cálida y reconfortante, Camila sintió que el mundo a su alrededor giraba ligeramente fuera de foco.
Los primeros minutos de conversación fueron una mezcla de formalidad y flashes de recuerdos, ya que Fabricio, por su parte, mostró una calma y una profesionalidad que le hacía honor al prestigio que había ganado en el campo del derecho familiar.
Habló con una claridad y empatía que calmaban, delineando cómo podía ayudar a Camila con su divorcio, pero lo que más resonó en ella no fueron sus palabras, sino el reconocimiento en sus ojos, se había dado cuenta de que Fabricio también la recordaba.
Eran dos adultos enfrentando una situación profesional, pero su historia personal yacía entre ellos, resonante y latente.
Aunque eran obvias las chispas de una antigua conexión, Camila sabía que las decisiones debían basarse en lo racional y no en lo emocional, así que necesitaba claridad y competencia, por lo que mientras la conversación se desarrollaba, no podía dejar de admitir que Fabricio desbordaba ambas.
Sin embargo, el desafío de separar sus emociones de la situación legal era mayor que antes, ya que su aun esposo conocía muy bien lo que había sucedido entre ellos y podía usarlo como otra arma para seguir dilatando el ya largo proceso de divorcio.
A pesar de sus miedos la reunión continuó y se fue estableciendo un nuevo tipo de relación, Fabricio resultó ser no solo un abogado increíblemente hábil sino también un ser humano comprensivo.
Su apoyo y entendimiento la guiarían a través de nuevos rumbos, a la vez que demostraba una imparcialidad que le permitiría a Camila enfocarse en los aspectos prácticos del divorcio sin perderse en un mar de lo que pudo haber sido.
Sin embargo, no pudo evitar preguntarse qué significaría este reencuentro una vez que su divorcio estuviese finalizado y es que eso serìa algo que sólo el tiempo podría revelar.
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Comments
Irma Zaragoza
ya me imaginaba k fabricio iva a parecer/Smile//Drool/
2024-06-03
2
Coni Rodriguez Jimenez
nada ese reencuentro no significa nada. porque nos encanta a las mujeres hacernos historias pendejas en la cabeza. por eso los hombres los realmente hombres, no aliades ni simp, nos llevan ventaja y nos hacen lo que quieren, por preguntar pendejas como está ¿que significa ese encuentro? haaaaaaa ya me fastidio el propio libro su lectura
2024-05-22
3
Anonymous Carmen diaz
Ojalá que el volver a ver a Fabricio y sea su abogado no sea en contra de Camila ya que Daniel y su suegro son seres que por ambición harían lo que sea para que ella desista de divorciarse
2024-04-30
1