CAPÍTULO 4

El grito de la reina hizo que ambos se despertaran, provocando que el adolorido rey frunciera su seño al sentir su retaguardia adolorida luego de que Genevieve lo golpeara con su cinturón. Pese al enorme dolor de cabeza que tenía producto del alcohol, este seguía abrazando a la princesa.

—¿Cómo te atreves a interrumpir así, Erin?—preguntó tosco.

Aquella pregunta no solo lo sorprendió a él, sino también a la reina. Erin no podía creer que era la primera vez, en todo su matrimonio, que el rey la hubiera engañado. Pensando que él se postraría a sus pies para pedirle perdón, sostenía con más fuerza a la escoría que había dado a luz a aquel maldito monstruo de Abril, la mujer con quien ahora el verdadero amor de su vida, el tío de Somnus, estaba comprometido.

—¿Somnus?—volvió a preguntar angustiada.

Con sueño, Genevieve volvió a acomodarse en el pecho de Somnus para dormir otro poco más. Aquello hizo que Somnus la abrazara con más fuerza, dejando de lado a su esposa. Por primera vez se sentía extrañamente libre y, aunque amara a Erin, su alma prefería aquella libertad. Era como si se estuviera apartando de un veneno para él, todo por ser sometido por la madre de Abril.

—A tu cuarto—espetó enojado—ahora.

—¿Qué?—preguntó Erin temblando.

—¿No ves que quiero seguir durmiendo?—respondió volviéndose a acostar en la alfombra—¡Largo!

Viendo como el rey se volvía a dormir con Genevieve, Erin salió iracunda de la oficina. Aunque no lo amaba, estaba acostumbrada a que hiciera lo que quisiera, por eso el sentimiento de humillación era más grande.

—Aunque tenga que matarte, Somnus—respondió en un susurro—dejarás de molestarme y finalmente tu tío será mío.

Todos a su alrededor estaban pasmados, si bien no escucharon sus oscuras palabras, no podían creer que la bella y amada reina Erin tuviera un aura tan maligna; sin embargo, pensando que tal vez el golpe de su hijo no nato muerto y el ahora encontrar al rey con una amante, era la razón de su actitud, no pudieron sentir más que pena por ella.

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Luego de varios minutos, Genevieve había despertado finalmente y con cuidado procedió a abrir las esposas del rey. Somnus, aún perplejo por lo que estaba sintiendo, observaba con atención los brazos negros de la princesa.

—¿Por qué lo hiciste?—le cuestionó—no sé como te enteraste de lo que me pidió Erin, pero, ¿Por qué estar con un hombre que puede ser el peor enemigo de tu hija?

—Porque estoy muriendo, mi rey—respondió—al ser descendiente del primer rey tritón, los de mi raza tenemos prohibido matar. Debido a que nuestra naturaleza es ser seres de agua, tenemos un nivel de entendimiento del plano espiritual muy grande, por eso toda vida debe ser respetada. Así que, ya que no puedo matarlo, quiero intentar ayudarlo.

—Sí, sé sobre eso—le dijo Somnus—Gladiolus me contó como quedó usted maldita.

—El fin del mundo se acerca, su majestad—siguió explicando la mujer—, ya que el emperador se ha negado a abdicar, los muertos han despertado y quieren matar a todos los descendientes imperiales para vengarse por todo su sufrimiento, aun si se llevan a inocentes en el paso. Quiero que, si llega ese momento, Abril no esté sola. Sé que usted y Elwin estarán con ella, como ella estará con ustedes.

Con las palabras de Genevieve resonando en lo más profundo de su corazón, Somnus comenzó a llorar de manera silenciosa. La vergüenza le impedía decir alguna palabra más; sin embargo, más sentía vergüenza por el hecho de estar entre la espada y la pared. Sentía que amaba a Erin, pero no quería traicionar a la única persona que le había sido leal y lo había protegido sin dudar. Elwin era quizá la única luz que había tenido realmente. Aquel dilema lo estaba torturando en vida.

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Tras un tiempo en coma, logró despertarse y salir de aquel sueño devastador, agradeciendo el no tener que recordar más aquel duro momento. Observando todo a su alrededor, se dio cuenta de que las cortinas estaban casi abiertas, agradeciéndolo debido al enorme dolor de cabeza que tenía.

—Habré soñado a aquella mujer?—se preguntó.

Por más que quisiera recordar, le parecían más vívidos los recuerdos que tuvo en su sueño, que el recuerdo de aquella mujer que impidió su muerte. Sin embargo, lo que más le sacaba de lugar era que mencionara a la isla de los tritones.

Aquella isla, donde se ubicaba la raza extinta a la cual una vez perteneció Genevieve, y de la cual desciende su hija, estaba en medio de su territorio y del imperio. No obstante, hacía tan solo dos semanas que habían logrado ganar ese terreno en batalla.

—¡Qué lío!—expresó sobando sus sienes—creo que deberé ir a esa isla.

Sintiendo una extraña sensación cálida emerger de su triste corazón, agachó su mirada mientras apretaba su agarre, su corazón latía un poco más rápido, aunque no lo quisiera creer para evitar ilusionarse en falso, deseaba al menos que fuera real que Genevieve siguiera con vida.

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Mientras el rey Somnus se encontraba debatiendo entre lo último que recordaba antes de caer en aquella pesadilla de memorias, y los sentimientos de una posible Genevieve aún viva, la misteriosa mujer encapuchada que lo salvó en ese momento, se encontraba caminando en medio del bosque rumbo a una pequeña ciudad fronteriza, ubicada entre el reino y el imperio.

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Comments

Maria Elena Maciel Campusano

Maria Elena Maciel Campusano

Gracias Autora con éste excelente relato vamos entrelazando las historias para no perder la secuencia

2024-05-18

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