Olivia se encuentra recostada en su cama, inmersa en la lectura de un libro. Una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro mientras disfruta de los relatos de superpoderes fantasmales.
Olivia: Estos superpoderes son realmente geniales, y la habilidad de "Infusión de pesadillas" está funcionando a la perfección. Juan Valverde, mi sujeto de pruebas, está durmiendo plácidamente mientras experimenta sus peores pesadillas, sin poder distinguir entre el sueño y la realidad. Pero creo que puedo hacer aún más.
Con una chispa de emoción en sus ojos, Olivia continúa leyendo, pensando en nuevas formas de utilizar su habilidad para sorprender a Juan con más experiencias oníricas.
La habilidad de Olivia "Infusión de pesadillas" la víctima se queda dormida mientras sufre de pesadillas constantemente pensará que está despierto y luego el horror así sucesivamente quedará en un sueño eterno en un mundo de pesadillas sin saber que realmente está dormido.
Juan está acostado en su cama, está atado completamente desnudo mientras su mamá lo está besando y acariciando todo su cuerpo.
Juan: ¿Madre que te pasa?
Madre de Juan: Yo te amo, no aguanto más, eres tan guapo.
Juan: ¡Soy tu hijo, no puedes hacer eso!
La madre de Juan apuñala a su hijo varias veces, y Juan despierta de su pesadilla.
Juan:¿Qué sueño tan horrible? Abusado y asesinado por mi propia madre.
La madre de Juan lo llama.
Madre de Juan: hijo, levántate, tienes que ir a la universidad.
Juan se viste y baja al primer piso para desayunar con su familia todo transcurre normalmente su madre le cocina su comida preferida una hamburguesa con queso y papitas al salir de su casa para dirigirse a la U nota algo raro todo está en silencio no se ve personas de pronto un pie enorme lo aplasta.
Juan se despierta de su sueño, no sabe si lo que pasa es todo un sueño o está despierto su habitación.
Juan: ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Voy a volverme loco? ¿Estoy dormido o despierto? Ya no puedo distinguir de la realidad.
Madre de Juan: Hijo, ¿estás bien? Te llamé y dormías profundamente. Se te va a hacer tarde para la universidad.
Juan:¿No estoy soñando? ¿No vas a abusar y apuñalar me luego?
Madre de Juan: ¿Qué tonterías dices, eres mi preciado hijo, no te haría estas cosas?
Todo transcurría con normalidad en la casa de Juan mientras su familia desayunaba juntos en la mesa. Después de alimentarse, Juan se preparó y partió hacia la universidad. Durante su trayecto, la rutina cotidiana seguía su curso, con personas transitando por las calles. Juan optó por tomar el Transmilenio para llegar a la universidad.
En la universidad, Gabriel se acerca a Juan con una pregunta urgente.
Gabriel: Oye, te he estado llamando y no contestas. ¿Vamos a una fiesta este sábado?
Juan: No creo que pueda ir.
Gabriel: Tienes unas ojeras terribles. ¿Estuviste viendo porno toda la noche o qué?
Juan: No, me quedé dormido y luego tuve pesadillas en las que estaba atrapado en un ciclo de sueños y despertares, sin poder distinguir la realidad.
Gabriel: Deberías ir al médico, podría ser un trastorno del sueño.
Juan: Además, no he visto a Olivia Rangers.
Gabriel: ¿Olivia Rangers? No hay nadie con ese apellido en nuestra clase. ¿No recuerdas lo que le hiciste a Olivia Vélez? Le causaste mucho daño.
Los ojos de Gabriel comienzan a sangrar, y de repente, todos los compañeros de clase también sangran por los ojos. Una voz unísona llena la habitación: "Eres el culpable, sufre". Con cuchillos en mano, todos se abalanzan sobre Juan, apuñalándolo de forma agresiva.
El hermano menor de Juan irrumpe en la habitación de Juan con preocupación evidente en su voz.
Hermano menor de Juan: Hermanito, despierta, ya es hora de almorzar. ¿Sigues dormido? ¿Por qué estás temblando y tus manos están frías? ¡Madre, mi hermano no despierta!
La madre de Juan, alarmada por el tono de su hijo, sube apresuradamente las escaleras y entra en la habitación de Juan con gesto preocupado.
Madre de Juan: ¡Despierta de una vez! ¿Por qué no despiertas? -exclama, intentando sacudir a Juan para despertarlo, su voz cargada de ansiedad y frustración.
La madre, con el corazón latiendo con fuerza y la preocupación pintada en su rostro, marcó rápidamente el número de emergencia. La ambulancia se precipitó hacia su hogar, las luces destellando y la sirena resonando en la noche. Los paramédicos llegaron con premura, con el cuidado de quienes saben que cada segundo cuenta en una emergencia.
Con delicadeza, bajaron a Juan de la ambulancia, tratándolo como si fuera de porcelana frágil. Prepararon la camilla con meticulosidad y lo llevaron a toda prisa al hospital más cercano. Esa jornada, Juan no asistió a la universidad, y su ausencia no generó interrogantes entre sus compañeros.
No fue hasta nueve días después que la intriga se apoderó de sus amigos de la universidad. Gabriel y Angélica, con la inquietud pintada en sus semblantes, decidieron buscar respuestas. Se dirigieron a la casa de Juan, esperando encontrar una explicación.
Sin embargo, lo que descubrieron los dejó perplejos. Juan yacía en su cama, como si estuviera en un sueño profundo del que no podía despertar. El diagnóstico fue escalofriante: una misteriosa enfermedad del sueño lo había sumido en un letargo sin fin. Nadie sabía la causa, y lo más inquietante era que algunos casos terminaban con el despertar de los afectados en la vejez, años después.
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