Hermano es sinónimo de dolor en el culo, estoy segura.

Mía

Quince años después…

Reviso el correo con la información de las ventas que me acaba de enviar mi tía Francisca y la satisfacción recorre cada centímetro de mi pecho. En los últimos cinco años estas cifran solo han crecido.

Somos sin duda la organización criminal con más ventas de todo el puto mundo. Sobre todo ahora que añadimos a nuestros productos armas, servicios de piratería y drogas sintéticas, las cuales son muy solicitadas por los jóvenes.

Si ellos quieren llenar su cuerpo con basura no es mi problema, sobre todo si eso llena mis bolsillos.

La puerta se abre de golpe y respiro profundamente. Solo una persona en el mundo tiene las agallas para entrar así a mi oficina.

–¿Qué quieres ahora, Leo? –pregunto sin levantar la vista.

–Se supone que deberías estar atenta. Tus enemigos pueden entrar y acabar con tu vida.

Elevo mi ceja y lo miro. –Eso no pasará. Mis hombres no los dejarían entrar al edificio, y si lo hicieran, créeme que no pasarían del umbral de la puerta.

–Yo lo hice.

–Puedo oler tu caro perfume desde aquí, Leo. ¿Qué quieres? Estoy ocupada.

Sus ojos verdes iguales a los de papá y míos repasan mi oficina y se clavan en la Glock que tengo sobre mi escritorio.

–No deberías tener el arma a la vista. Eres un objetivo fácil de desarmar.

–No tiene balas, es solo una trampa –digo y me muevo para mostrarle el interior de mi pierna donde tengo un arsenal bastante completo.

–¿Cómo puedes caminar con eso? –pregunta divertido.

–¿Qué mierda quieres, Leo? Sabes que no deberías venir a este lugar.

Sonríe. –Ya no estoy en campaña. No tengo un grupo de periodistas detrás de cada uno de mis pasos como hace dos años.

–¿Y tu seguridad, senador? –pregunto con diversión–. Pensé que un senador de Estados Unidos tiene que estar siempre con un séquito de guardias detrás de su importante trasero.

–Tienes razón, lo hacen, pero no yo. Sé cuidarme solo –responde–. También fui entrenado por papá, ¿o no lo recuerdas?

–Lo recuerdo –digo ya ansiosa–. ¿Vas a decirme por qué estás aquí?

Se sienta frente a mí y me da una enorme sonrisa. –¿No puedo sencillamente venir a visitar a mi hermana y a mi mayor financista de campaña?

–Ni lo pienses –digo de inmediato cuando veo sus intenciones brillando en sus ojos como luciérnagas en una noche de verano–. No pasaré por eso de nuevo. Y ten por seguro que no pondrás el foco de la prensa sobre nuestra familia. Es malo para el negocio y lo sabes.

–Oh, vamos, hermanita, no nos fue tan mal la vez anterior. El tío Stefano supo usar sus empresas para que pareciéramos una familia emprendedora y con objetivos claros. Podemos hacerlo de nuevo.

–Tengo a la Bratva respirándome en el cuello.

–Lo solucionarás. Siempre lo haces –declara con convicción quitándole importancia a mis palabras.

–Ya eres el senador más joven de la historia de EEUU, ¿qué mierda quieres ahora?

En cuánto hago la pregunta y veo la sonrisa tirando de los labios de mi hermano, sé la respuesta.

–El negocio de nuestras vidas. Nada más ni nada menos.

Rápidamente busco en internet cuánto gana el presidente y levanto mi ceja.

–Es una puta broma, ¿verdad? Hacemos ese dinero cada cinco minutos.

Sus ojos se clavan en los míos. –No es por el dinero, es por el poder. Heredamos la ambición de nuestro padre y sabes que no me detendré hasta ser la cabeza del país que gobierna el mundo.

–Imagino que te refieres a la parte occidental del mundo. Si fuiste a clases de historia en esa universidad elitista que elegiste, ¿verdad?

–Sé que puedo cambiar las cosas. Haré que los asiáticos besen nuestros democráticos traseros.

–Pensé que había una edad mínima para ser presidente –digo todavía intentando no ceder a sus deseos, aunque sé que probablemente lo ayudaré como siempre hago.

Lanza un periódico sobre mi escritorio.

–¿Todavía imprimen de estos? –pregunto con curiosidad–. Pensé que todo el mundo leía en línea –agrego mientras leo la noticia de que los demócratas impulsaron una Ley para derogar el requisito de edad mínima–. Tu partido lo está haciendo por ti, ¿verdad?

–Sí –responde–. Saben que con esta cara y la labia que tengo podré convocar a todo el mundo. Demócratas y republicanos. Jóvenes y ancianos. Revolucionarios y conservadores.

–Sigo sin entender cómo alguien podría votar por ti. Con esa cara no engañas a nadie.

–Al parecer lo hago, hermanita. Recuerda que tengo la mayor votación en cuarenta años.

Suspiro cansada.

–Haz lo que quieras. Me rindo.

–¿Me financiarás?

–Si nuestro tío Stefano lava la cantidad necesaria de dinero con sus empresas, sí.

Se levanta y besa la cima de mi cabeza.

–Sabía que podía contar contigo.

–Sabes que me rindo fácil –contradigo–. Vete y déjame trabajar.

–Iré a decirle a Gaby las buenas noticias –dice contento.

–Dale un respiro a esa pobre chica –replico cuando ya está cerrando la puerta.

Gabriela es una de sus mejores amigas y actual secretaria. Afirma que le encanta trabajar para él, pero sé que Leo es agotador en el mejor de los días e insoportable en el peor de ellos.

Esa mujer debe tener la paciencia de una santa.

Mi celular suena y contesto al ver que se trata de Mike mi mano derecha.

–¿Sí?

–Otros dos hombres.

–Mierda –mascullo–. ¿Dónde?

–En la frontera con Canadá. Esta vez los picaron en docenas de pedazos.

–Se están poniendo cada vez más creativos –digo con la ira quemando en mi garganta–. ¿Hay una nota?

–Sí, lo mismo que las cinco veces anteriores. El nuevo Capo quiere una reunión contigo y en uno de los brazos de los muchachos escribió “¿a cuántos más debo matar para tener una reunión?”

–Están desesperados.

–Claramente –responde Mike–. Todos lo están. La Camorra, la ´Ndrangueta y Sinaloa trabajando juntos es un dolor en el culo para varios. Imbéciles –agrega con disgusto–. ¿Qué quieres hacer?

Me gustaría mandar al nuevo y desconocido Capo a la mierda, pero pienso en mi hermano y sé que no podré. Tengo que solucionar este problema con la Bratva si quiero que Leo tenga una campaña sin complicaciones.

–Me reuniré con él. Prepara un grupo, viajaremos a Vancouver.

Iré a reunirme con el nuevo Capo y lo mataré en cuanto tenga la primera oportunidad. No dejaré que nada ni nadie arruine los sueños de mi hermano.

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Comments

Ilva Rangel

Ilva Rangel

cómo me gustaría que está aplicación tuviera audio para poder decir lo que quiero saber, dime cuál de esta historia fue la primera hay nombres que me suenan pero no me acuerdo muy bien, 👍 por favor Ilumina me 🤔🤗 para poder leer la historia anterior y saber quién son los padres de ellos, me suena la mafias pero no se 🙏🙏🤔🤔🤔

2024-05-05

2

Eva Madrueno

Eva Madrueno

hola autora buenas noches, la mexicana del capo, no la pude encontrar, y entonces la niña del capo es antes de esta que acabo de empezar a leer.

2024-05-10

1

katius

katius

se ve interesante

2024-05-08

1

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