Capítulo 11

El padre de Liam me devuelve mi teléfono, miro la hora, aún son las tres mi madre no ha notado mi ausencia, o eso creo. Corro a marcar su número, siento cómo suena el timbre.

- Amaya que ocurre, contenta mi madre preocupada.

- Madre perdón, ocurrió algo fuera de mi alcance, pero en parte culpa mía.

- Qué pasa, me estás preocupando, estás bien?

- Sí estoy bien, pero estoy un poco lejos de casa, perdón madre, le dije llorando, no era mi intención.

- ¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Voy por ti? Pásame la dirección.

- Estoy bien mamá, no te preocupes, estoy en casa de Liam.

- ¿Cómo que en casa de Liam?

- Es una larga historia mamá, pero estoy bien, llamé para que no te preocuparas.

- Pásame la dirección, ya hablaremos en casa de esto. No te muevas de allí y mira a ver lo que haces. De más está decirte que estás castigada verdad.

- Está bien mamá, acá te espero.

Luego de colgar la llamada el padre de Liam me dijo la dirección, se la envíe a mi madre y en menos de un segundo contestó que ya iba a emprender el camino para buscarme.

Estamos a dieciocho kilómetros de distancia así que en menos de media hora mi madre llegará y hará un alboroto nivel Dios por esto, con su razón claro.

Yo nunca me había fugado, en realidad no lo hice, me trajeron a la fuerza, el padre de Liam notó mi inquietud y me prometió que se haría responsable por si actuar, pero me pidió que fuera a la habitación de Liam para hablar con él a solas antes de que mi madre llegara, accedí y me mostró el camino hasta su habitación.

Al llegar a la entrada si padre me abrió la puerta desde fuera y me indicó que entrara sola en la habitación, así lo hice, todo estaba en penumbras, caminé un poco a tientas en un inicio, pero rápidamente mis ojos se adaptaron a la oscuridad, pude verlo, estaba dormido. Así cuarto era espacioso, inmenso, diría que fácilmente la mitad de mi casa.

Me acerqué en silencio hacia su cama, al llegar pude verlo mejor, estaba boca arriba, en ropa interior, al no encontrarse con nada que cubriese su cuerpo pude ver su pierna, se encontraba amputada por arriba de la rodilla, no me impresionó, seguí mirando su cuerpo, se veía atlético, de seguro antes del accidente tenía una vida llena de adrenalina y un riguroso plan de ejercicios.

Su abdomen tenía una tonificación perfecta, de esas que cuesta mucho trabajo lograr, sus estaban igual de definidos y esos tatuajes le quedaban de maravilla, haciendo un contraste perfecto con su piel trigueña, su cara era entre una mezcla varonil y belleza divina. Quedé Completamente fija en su rostro, sus labios carnosos.

La verdad me seguía gustando, su accidente y el resultado del mismo no influían en nada en lo que sentía por él, mucho menos luego de conocerlo, hablar con él, ver lo de dentro y no lo de fuera, estaba así una mezcla de fascinación por conocerlo al final y la duda de cómo reaccionaría sí me veía allí, fue dentro de mí, gran debate metal que se despertó.

Lo primero que hizo como instinto o reflejo fue tapar sus piernas con una sábana que había a su lado, luego me miró a los ojos sorprendido y encendió la luz para verificar que yo era real y no producto de su imaginación.

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