Corregir mi actitud

Caminaron unos cuantos minutos en completo silencio, Luriel podía sentir como su hijo tenía sobre sus hombros un peso difícil de llevar.

-          Ya te has recibido… - dijo Luriel de pronto sorprendiéndolo – te convertiste en médico y sé que es por nuestra gente… se lo explicaste al Juez hace tantos años atrás… - se detuvo y le hizo detenerse para mirarlo a los ojos – pero si tu corazón te dice que debes salir de la aldea… quiero que sepas que voy a apoyarte…

 

-          No tengo intenciones de salir de la aldea – dijo sonriéndole – este es mi lugar en el mundo… soy completamente feliz aquí…

 

-          Eso es muy importante para poder enfrentar algunas de las obligaciones que vienen con el hecho de ser mi sucesor… - Luriel trataba de ver algún gesto en su hijo – los demás caciques tratarán de vincular nuestras familias a través del matrimonio… y podemos casarnos varias veces…

 

-          ¿A qué edad lo hiciste tú? – miraba sus manos que se estrujaban

 

-          A tu edad… - lo miraba atentamente – tenía 22 años cuando el cacique me obligó a casarme con Amambay

 

-          ¿Cómo que te obligó? – dijo asombrado –

 

-          Tu madre estaba en el vientre de tu abuela… - comenzó a relatar - y comenzó a sangrar… necesitaba que la sanadora la atendiera… acepte a cambio que dejara ir a la sanadora a la casa de tu abuelos…

 

-          ¿Y la querías…? – lo miraba completamente serio

 

-          No… ni ella a mi… - le sonrió - con el tiempo surgió un afecto genuino entre nosotros… la respeto mucho… es la hermana de tu abuela y también heredera del cacique anterior…

 

-          ¿Y sigues casado con ella? – lo miraba triste

 

-          Por las leyes de la aldea, si… - era sincero – por eso es la mujer más importante de la aldea… tu madre podría serlo porque me dio a mis únicos hijos vivos… pero nunca lo quiso reclamar… les dejó a todos bien en claro que respetaba a Amambay en ese puesto…

 

-          ¿Y volviste a tener intimidad con ella después de mamá? – no podía imaginárselo

 

-          Dejamos de tener intimidad después que murió Kuarahy… - se entristeció involuntariamente – tu madre tenía 6 años… - cuando lo vio asentir continuó – tuve 3 esposas más… porque querían que tuviera hijos…

 

-          ¿Quiénes son? – estaba más confundido aún.

 

-          Los ancianos me dieron el divorcio de ellas, porque trataron de matarme… - lo miraba y podía entender toda su confusión – dejé de tener intimidad con todas ellas desde que tu madre me obligó a besarla como regalo por sus 15 años… y me enfrente a las familias en peleas para evitar que me casaran con otra desde ese momento… a los 17 años tu madre se enfrentó a toda la aldea para saber si yo estaba vivo… - agregó riendo – les dio una paliza a las 3… después de eso… yo hice el amor por primera vez en mi vida… ella tenía 17 años y yo 39… pero tomé la decisión que nunca más me iba a importar otra cosa que no fuera ella…

 

-          Y aparecimos Guaci y yo… - dijo riendo – hijos de Ken…

 

-          Ken ha sido amigo de tu madre desde el primer momento… - le sonrió con afecto – lo odié… y lo odié más cuando creí que realmente era padre de ustedes… Tu madre me dijo que le diera tiempo hasta que naciera el bebé… creíamos que era solo uno… que no quería estar triste sin mi todo el embarazo… y yo con tal de no verla triste hubiera hecho cualquier cosa… incluso aceptarlos…

 

-          Y Tupá hizo de las suyas y nos marcó a todos con la mancha de vino aporto… - dijo Karai riendo y abrazándolo con fuerza - ¿ya estas convencido que somos tuyos…?

 

-          No solo son míos… - dijo riendo también – son hijos del amor de mi vida… por eso valen tanto para mi…

 

-          Ay papá… - le soltó empujándolo – nos pones la vara del amor demasiado alto… yo me voy a conformar con alguien que me aguante…

 

-          Nunca lo hagas… - comenzó a caminar y Karai lo empezó a seguir – no te conformes con menos de lo que anhela tu corazón…

 

-          No sé si eso sería muy fácil…

 

-          Si esa valiente jovencita se atrevió a enfrentarme… - le hizo señas para que se callara y lo escuchara – aunque sabía que tú no querías saber nada de ella… creo que se merecería un mejor trato de ahora en adelante…

 

-          Se va mañana, papá… - dijo cortante - ya no me va a molestar…

 

-          Puede ser que no te va a molestar físicamente… - volvió a insistir – pero… ¿Tu conciencia te va a dejar tranquilo…? creo que se merece llevar otro recuerdo del chico al que salvó su vida…

 

-          Ella no me salvó la vida…. – dijo como diciendo una obviedad

 

-          Pero ella no lo sabía… - le recalcó - ¿o conoces muchas muchachas que se enfrentarían a un yaguareté con solo dos palos?

 

-          ¿Y qué sugieres…? – se sentía derrotado

 

-          Actúa como el hijo del cacique e invita a los nietos del juez y a sus amigos a un picnic en el lago… - lo vio mirarlo sorprendido – van a estar solos… no comprometes a la chica ni a los aldeanos… incluso pueden ir tus hermanos si quieres hacerlo más formal…

 

-          No hay tiempo papá… te dije que se va mañana… - trataba de usar esa excusa

 

-          Tú ve a invitarlos para el mediodía y yo te lo preparo todo… - insistió – tienes 3 horas… tiempo de sobra…

 

-          ¿Y si no quiere…? – dudaba

 

-          No sé qué paso entre ustedes cuando Copiango se fue… pero lo último que vi fue que la tenías abrazada – le puso una mano sobre el hombro – deja de ser tan racional todo el tiempo y permítete sentir solo un poco…

 

-          Está bien papá… - le dijo al fin – tal vez tengas razón y sea una buena manera de agasajarlos…

Salió precipitado y comenzó a recorrer el camino hacia el pueblo, cuando llegó a la plaza estaba tan nervioso que le daba la impresión que estaba temblando. Cuando se acercó a la casa la vio sentada en el jardín, estaba sentada en una hamaca de madera como la que tenían sus abuelos, la veía de costado y estaba con la cabeza recostada como si estuviera triste o cansada…

Se paró junto al cerco y la contemplo unos cuantos segundos. Cuando había juntado el coraje suficiente para llamarla, una voz a su espalda lo sorprendió.

-          Su abuelo descubrió que hoy volvió a molestarte y se enojó mucho con ella… - Iván estaba parado con las manos en los bolsillos

 

-          No fue así… - se giró a verlo – hoy me salvó de un yaguareté… - como lo miró incrédulo continuó – lo espantó a los gritos con unos palos…

 

-          Eso es muy de ella – agregó Iván sonriendo – es una excelente muchacha…

 

-          ¿Hay algo entre ustedes…? – preguntó asustado – no quisiera ofenderte sin querer

 

-          Es como mi hermana menor… - reía mientras la miraba – es acelerada… caprichosa… malcriada… pero tiene un corazón tan grande como para atreverse a enfrentar a ese animal y mucho más…

 

-          Vine a invitarlos a todos a un picnic con mis hermanos… - y mirándola agregó – voy a hablar con su abuelo para explicarle…

 

-          No le digas que enfrentó a ese animal… - le sonrió – se enojaría por arriesgarse así… - lo vio asentir con la cabeza – yo voy a hablar con mis amigos…

 

Caminó hacia el despacho del juez y cuando le abrió la puerta no pudo evitar avergonzarse.

-          Hola Karai… ya supe que otra vez te fue a molestar… - estaba enojado

 

-          Señor… vine a pedirle permiso para invitar a sus nietos y a sus amigos para compartir un picnic conmigo y mis hermanos… - lo vio sorprenderse – usted es la máxima autoridad del pueblo y mi padre lo es de la aldea… consideramos con mi padre que es lo menos que podemos hacer para agradecerle todo lo que usted hizo por nosotros…

 

-          Me sorprendes… - dijo sonriendo – pensé que mi nieta te molestaba

 

-          También debo ofrecerle una disculpa por eso – dijo sonrojado – ella solo trataba de ser amigable… fui yo quien no me he comportado a su altura… ella no conoce nuestra cultura… no lo quiso hacer a propósito.

 

-          Me tranquiliza mucho saber que lo puedes entender… - se notaba su alivio – estimo mucho a toda tu familia… y no quisiera que algún integrante de la mía los ofendiera.

 

-          Señor… - le sonrió con afecto – puede estar muy orgulloso de su nieta… y sabe que yo siempre vine a usted reclamando justicia… - lo vio asentir – pues no sería justo que usted la castigara porque yo no he sido un buen anfitrión en mi tierra…

 

-          Bien muchacho… - dijo pasándole la mano – gracias por aclararme lo que había pasado… vamos al jardín que están todos allá…

 

Cuando salieron al patio y estaban los muchachos desparramados pero cerca de Camila, ella seguía con un semblante triste mirándolos alternativamente.

-          Muchachos… - dijo el juez – les presento a Karai el hijo del cacique… los quiere invitar a un picnic con sus hermanos…

Los muchachos comenzaron a saludarlo con la mano y a aceptar con gestos efusivos la posibilidad de entrar a esa tierra

-          Camila… - dijo el juez – van a estar sus dos hermanas… no van a ser solo hombres

 

-          Será mejor que no, abuelo… - estaba a punto de soltar unos lagrimones

 

-          Señorita Camila… - la voz de Karai era muy formal – le acabo de pedir disculpas a su abuelo por haber sido tan descortés y tan mal anfitrión con usted, estando en mi propia tierra… - la vio agachar la cabeza porque las lágrimas ya habían aparecido – déjeme corregir mi actitud y no quedar ante todos como un patán… - cuando ella lo volvió a mirar parafraseó sus propias palabras – “no quería que se quedara con una imagen mía tan fea”

 

 

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