Huele a ella

Se pasó el resto del día mirando esos mensajes, pero no se atrevió a llamar… no podía explicarlo, pero se rehusaba a verla como una acompañante. Luego de mucho girar en su cama logró conciliar el sueño, solo para descubrir que ni en sueños esa mujer dejaba de acosarlo. Despertó empapado en sudor, en sus sueños, ella entraba en su casa y se abalanzaba sobre él como esa noche… él la poseía ahí mismo contra la pared, con sus largas piernas envolviendo sus caderas… mientras ella le susurraba: “¿Por qué tardaste tanto en buscarme…?”

Se despertó y solo su angustia por un rechazo al ver su pierna, superaba a la ansiedad de volver a verla. Se había ganado 4 medallas al valor y no se animaba a volver a verla. Volvió a tomar el celular y por fin llamó a la agencia.

-          Buenos días… quisiera reservar para esta noche a Ema… - su mirada estaba fría mientras escuchaba - pago el doble para tener prioridad y exclusividad… así es, toda la noche… es la primera vez que los contrato… me recomendó Daniel Quiroga – sonrió cuando reconocieron el nombre de su amigo – páseme la cuenta, le hago la transferencia… y le paso la dirección…. gracias…

Cuando corto no pudo evitar sentir que por fin se había animado. Ese día fue difícil concentrarse en el trabajo, apenas salió de trabajar, fue a su casa a asegurarse que estaba todo en marcha. Tenía el champagne frío, una serie de aperitivos porque no sabía cuáles eran sus gustos, incluso había pedido helado y unas masas finas de postre.

Era consciente que no era una cita pero tenía la intención de amanecer con ella, así que por lo menos debía tener algo para comer… Se bañó y se vistió todo de negro, le quedaba bien la ropa, se aseguró de perfumarse para que ella lo pudiera sentir y cuando escuchó el portero eléctrico que sonaba, no pudo evitar exhalar en su mano y verificar si su aliento estaba bien… no quería cometer ni el más mínimo error… tal vez no tuviera otra oportunidad.

Abrió la puerta y allí estaba, era realmente hermosa… y extremadamente joven… tenía una sonrisa perfecta y un vestido sugerente que apenas cubría su cuerpo.

La miró por lo que pareció una eternidad y se detuvo en sus ojos… celestes como el cielo que resaltaban en un marco etéreo de cabellos rubios extremos…

-          Hola… - dijo la mujer mientras ingresaba al departamento con un andar muy sugerente…

 

-          ¿Y Ema…? – preguntó confundido

 

-          Yo soy Ema… - sonrió mientras dejaba su bolso en la mesa – me contrataste por toda la noche… ¿Qué te gustaría hacer…?

 

-          No…no lo…lo tomes a mal… - comenzó a tartamudear nervioso – eres hermosa… pero no eres a quien esperaba…

 

-          ¿Pediste por Ema…? – lo vio asentir - ¿Cuál es el error entonces…?

 

Se había acercado a él y había comenzado a abrirle la camisa…

-          Yo estuve hace 2 días con otra chica… - la miraba tocarlo en los músculos del pecho – la contrataron mis amigos para venir al bar que está debajo de este departamento… les dijeron que se llamaba Ema…

 

-          Hace 2 días yo tenía un servicio aquí en este bar… - dijo mientras que lo besaba siguiendo la clavícula – pero me retrasé… de la oficina llamaron al que contrató el servicio y le avisaron que tardaría unos 20 minutos, pero dijeron que suspendiera, porque él interesado ya se había retirado del lugar… - lo miró a los ojos - ¿eras tú…?

 

-          ¿Tú eras la acompañante de ese día…? – no podía articular un pensamiento coherente - ¿Y entonces quien era esa chica que traje a mi casa…?

 

-          ¿Otra acompañante tal vez…? – no esperó respuesta y lo besó en la boca mientras que le quitaba la camisa de los hombros… - hueles muy rico…

 

Que fijación que tenían las mujeres con los aromas, esa frase le hizo pensar en ella. Esta joven, era muy hermosa pero su manera astuta de besar no era ni por asomo el beso voraz que le había dado ella. Inspiró profundamente, sentía su perfume pero no le producía absolutamente nada… es más… no recordaba haber sentido ningún perfume con ella… era el aroma de su piel o tal vez la mezcla de ambos lo que la hizo tan única.

Cuando sintió que Ema comenzaba a desprenderle el cinturón del pantalón la detuvo,

-          No va a funcionar… - dijo Iván mirándola

 

-          Pues ya funciona… - le contestó riendo mientras le acariciaba la erección por sobre el pantalón

 

-          No me refiero a eso… - dijo separándose un paso - quería volver a verla a ella…

 

-          Pero lo que ella te hizo te lo puedo hacer yo también… - insistió

 

-          Y si te digo que me acosó torpemente y luego se durmió en mis brazos… ¿me creerías…? – caminaba y reía sarcásticamente – la encaré porque pensé que eras tú… - como ella lo miró sin entender continuó – estaba seguro que no me rechazarías porque te habían pagado para eso…

 

-          ¿Y por qué crees que una mujer te rechazaría…? – no podía creer lo que estaba escuchando

 

Iván caminó hasta acercarse a ella y se levantó la botamanga del pantalón, mostrando la prótesis… Esperó a ver su reacción, pero ella no cambio ni un ápice su expresión. Lo miró lentamente, recorriendo su cuerpo exhaustivamente y luego lo miró a los ojos…

-          ¿Eso te acompleja…? – señalaba su pie y luego a todo su cuerpo - ¿has visto el resto de tu cuerpo…? – lo vio avergonzarse – ninguna mujer en sus cabales se perdería la oportunidad de conocerte…

 

-          Te agradezco que quieras levantarme el ánimo – comenzó a prenderse los botones de la camisa – pero busco otra cosa…

 

-          ¿La buscas a ella…? – lo vio mirar perdido hacia el cielorraso – es una chica muy afortunada… ¿quieres anular la compañía…?

 

-          No hace falta… - contestó comprensivamente – puedes irte…

 

-          Si no te molesta me voy a quedar en tu escalera… - se giró a buscar su bolso y no se dio cuenta del efecto que le produjo a Iván.

 

-          ¿No quieres aprovechar e irte a tu casa…? – se acercó a ella…

 

-          Si salgo de aquí, me van a mandar con el siguiente cliente… - dijo con pesar – y quien sabe cómo es… - lo vio mirarla con compasión – hago esto por el dinero, estoy estudiando y tengo muchos gastos… ayudo a mis padres…

 

No pudo evitar sentir compasión por ella, una mujer tan bella que a pesar de las dificultades de su vida, estaba tratando de salir delante de la mejor manera que podía.

-          Tengo aperitivos… podemos ver una película o escuchar música y hacer catarsis… - no pudo evitar reír – te ofrezco el sillón si quieres dormir…

 

-          Me encantaría… - se había emocionado – algo más… - lo vio mirarla sorprendido – una remera o una camisa para taparme…

 

No hizo falta usar el sillón, porque cuando se dieron cuenta estaba amaneciendo. Hacía muchos años que no encontraba a alguien tan agradable para conversar. Venían ambos de vidas muy duras: el abandono y la pobreza, flagelos sociales que son capaces de destruir a una persona que no logra sobreponerse.

Cuando de la agencia vinieron a buscarla, Ema lo abrazó con fuerza y de pronto sintió como él también la correspondía…

-          Ojalá la encuentres… - dijo en su oído – ella debe ser maravillosa para que te guste tanto…

Lo soltó y comenzó a bajar las escaleras, salió a la calle sin mirar atrás… Había algunas relaciones que lastimaban sin querer, porque mostraban lo que se ansiaba y no se tendría nunca.

La voz de Ema resonó una y otra vez en su cabeza. Ni siquiera había decidido buscarla… y si quisiera… ¿Dónde? ¿Cómo? Se imaginaba poniendo un cartel: “Busco a Pocahontas… hermosa joven de cabellos negros y ojos marrones… valiente… que besa maravillosamente y huele a… no sé a qué huele… huele a ella…”

 

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Martha Divas Delgado

Martha Divas Delgado

woooo autora es única hermosa

2024-04-01

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