Sufrimiento y despertar

A la mañana siguiente el imperio estaba listo para llevar a cabo la ceremonia de matrimonio de la princesa Derya, algunas de las criadas que le ayudaban colocándole el vestido, la miraban con lastima, por desgracia ninguna de ellas podía hacer nada por la joven, pues serian castigadas con la muerte. Derya miraba todo a su alrededor con enojo, estaba que hervía en rabia, pero, estaba segura de que volvería y entonces todos pagarían por sus insultos y malos tratos, solo debía sobrevivir. Las criadas al terminar se retiraron dejando a la joven sola, pero Derya las escucho hablando fuera de la habitación.

“Pobre, escuche que ese príncipe es un hombre cruel”

“Si, yo también, además, dicen que ya tuvo varias esposas y todas han desaparecido”

“oh, Dios, es el fin de la princesa”

“Solo podemos rezar para que no sufra una muerte dolorosa”

Las mujeres se retiraron del lugar, sin saber que la joven las había escuchado, y ahora entendía porque esos soldados la noche anterior se habían burlado tan abiertamente, pues ya sabían, que no verían a la joven nunca más en su vida, ¿Por qué el mundo tenia que ser tan cruel? ¿No podía ser feliz tan solo un momento en su vida?

Derya recordó, que cuando aun era pequeña, siempre envidio a los niños plebeyos, ellos podían casarse con quien quisieran, no tenían tantas obligaciones, deseaba haber nacido en una familia sin tanta fama y oro, pero que al menos le proporcionara cariño, pero eso solo era un sueño, al menos Safiye la quería, pero ahora ni eso tenía.

Dos guardias llegaron para guiar a la joven hasta la iglesia, allí se llevaría a cabo la ceremonia frente a sus dioses. Al ingresar pudo ver al hombre que seria su esposo o su verdugo. El hombre la veía con cara de satisfacción, todo lo que quería siempre lo tenía, y en este momento no era la excepción. La joven caminaba, como un prisionero lo hace a su prisión o como un condenado a muerte a su final, por un momento buscaba la forma de huir, pero no había escapatoria, no podía simplemente marcharse, solo pensaba en los pequeños niños, le había fallado a Safiye, no pudo proteger a los pequeños seres de luz, que inocentes caminaban hacia el mismo destino.

La ceremonia fue sencilla, y al momento del beso, Derya volteo el rostro una clara muestra de lo que sentía, repulsión, el hombre junto a ella solo sonrió, pero por dentro hervía de enojo, esa ofensa se la haría pagar a la joven, dentro de poco la tendría a su merced.

No hubo fiesta, ni bailes, apenas se casaron, el hombre la arrastro hacia el barco que los esperaba en el puerto, debían partir hacia noruega, exactamente a la capital, conocida por todos como Oslo.

Al entrar al camarote, el hombre tiro a Derya a la cama, les rasgo el vestido de novia, ultrajándola y obligándola a complacerlo, la joven gritaba y forcejeaba, tratando de huir de las manos de ese tirano, pero no pudo, las lagrimas llenaban su rostro, el verdadero terror cubrió la atmosfera de la habitación.

Luego de mucho tiempo, Derya estaba tirada llorando en la cama, entre las sábanas manchadas de sangre, como muestra de la perdida de su virtud, ese hombre ni siquiera había tenido compasión de ella. La joven se levantó, se sentía sucia, ingreso a la bañera que estaba en la habitación y limpio su cuerpo lo mas que pudo, pero antes de terminar de acomodar su vestido, ese salvaje ingreso, forzándola nuevamente, en esta ocasión la tomo del cuello y cerca de su rostro susurro:

— Debes pagar por tratar de huir, no puedo dejar pasar tu ofensa —

Derya tembló, sus ojos se abrieron como platos al ver el látigo en las manos del tipo. Los golpes le sacaban grandes lágrimas, la sangre manchaba las tablas del barco, Derya sentía el movimiento de este y cada uno de los golpes propinados, por ese ser despreciable, solo deseaba que parara, que la dejara en paz un momento, quería que su sufrimiento terminara, de repente, su vista empezó a nublarse por completo, sentía que sus fuerzas se iban, pensó que sería su fin.

El hombre que con látigo en mano le causaba dolor, al verla casi desfallecer la tomo del cuello, y empezó a asfixiarla, mientras sonreía.

— Solo quería divertirme un rato contigo, fue bueno, pero en casa me espera mi esposa e hija, como sabrás no puedo llevarte conmigo —

Derya escuchaba atenta, una rabia y una fuerza que no sabía que tenía empezó a bullir dentro de ella. Así que le susurro en su lengua natal.

— "Sevdiğim herkesin ölümünü intikam alacağıma yemin ederim."

(Juro vengar la muerte de todos a los que ame.)

El, al no entender lo que decía, solo la ignoro y volvió a golpearla. El hombre al ver a la joven casi muerta, la tomo en brazos y frente a todos sus hombres la lanzo al mar, donde esperaba que se ahogara.

— ¿Compraste los regalos para mi esposa e hija? —

— Si, todo tal y como lo ordeno, nadie en este barco vio subir a una jovencita y meno siendo su esposa, me retiro a mi camarote si su majestad no necesita nada más —

— Vete, ya solo espero regresar a casa —

Una tormenta inicio de repente, el mar del norte de escocia estaba enfurecido, la joven, con las pocas fuerzas que le quedaban luchaba por sobrevivir, solo deseaba salir viva de allí, y regresar para cobrar venganza, primero iniciaría con su padre, y recuperar a aquellos pequeños inocentes angelitos que no tenían la culpa de nada. Como pudo se mantuvo a flote, pero la fuerza del mar la empujaba y hundía, sentía que se ahogaba, hasta que perdió el conocimiento, poco después abrió sus ojos, encontrando el techo de una choza, el lugar se sentía cálido, y el olor a comida inundaba sus fosas nasales, su estomago rugió y entonces una mujer con una gran sonrisa la miro.

— Al fin despertaste, por un momento creímos que morirías —

Derya miraba todo a su alrededor, tratando de ubicarse, pero no reconocía nada.

— ¿Dónde estoy? —

— Estas en el clan de Macduff, de escocia —

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