Tercera

Después de dos años una niña jugaba entre los árboles y flores, Akilah una niña curiosa y muy sonriente preguntaba:

- ¿Qué shesho?

-Eso es una mariposa Aki-

-¿Qué shesho-

- un árbol

-¿Que shesho?

-piedra-

- ¿Que shesho?

-hierba-

-¿Qué shesho?

- tu dedo

- ja, ja, ja- soltaba una carcajada la pequeña.

- A veces creo que está niña solo juega conmigo, ¿se estará burlando de mí?-

-ja, ja, ja ¿tú que crees Darg? Preguntaba una muy hermosa Mirta, al pasar los años se veía más hermosa.. Al menos era lo que pensaba Darg cada vez que la veía.

Mirta era una mujer descendiente del sur así que su piel era apiñonada y su cabello era negro y largo sus ojos eran de un tono azul aqua distintivo de los Neferù.

Mientras que Darg que era descendiente del norte era muy alto, rubio, casi pelirrojo y con una barba abundante la cual se dejó al llegar a Asarat, su pequeña Akilah había sacado los ojos de su madre, pero con un pequeño lunar en su iris color rosado por lo que no podías dejar de admirar esos ojos hermosos, pero raros, antes de seguir una fuerte lluvia los alcanzo terminando completamente mojados, al llegar a su hogar notaron que Akilah estaba ardiendo en fiebre, así que tuvieron que llamar a uno de los hechiceros que vivían en el pueblo.

En Jemer no nacía gente con magia, era imposible, solo en otros imperios nacían con magia, por lo que en Jemer aunque era uno de los lugares con más territorio no era considerado un imperio y solo tomado como reino, nunca había existido la guerra, los otros imperios siempre tenían "consideración" con este reino, por esa razón siempre el heredero escogía a una persona de la realeza extranjera para afianzar los lazos y evitar cualquier ataque, pero en esta ocasión no había sido así, tendrían que confiar en las amistades entre reinos y evitar cualquier rencilla que afectará la seguridad del reino.

Akilah nació con magia, por lo que solo un hechicero podría curarla.

Con una fuerte fiebre Akilah empezó a recordar lo que había pasado en otras vidas su vida como Amelia y lo que sufrió, después su vida como Carlota.

- Que demonios, una niña, y… ¿Por qué recuerdo todo? Esto no paso como Carlota crecí sin saber nada de mi vida anterior como Amelia- una muy asustada niña se veía en el espejo.

- Al menos soy muy linda, pero está vez no voy a permitir que nadie me toque, primero voy a acabar yo con ellos antes de que siquiera lo piensen, sin remordimiento Aki- se decía la niña apuntándose al espejo

-Mata luego pregunta, y si te equivocaste pues pides perdón... No espera, no sin perdón, es más solo ¡mata y ya!, A ti nadie te pregunto, estudia, entrena y que nadie pase por encima .Esta vez haz lo que quieras, vive solo vive, No haz reencarnado solo para caer

No vas a vivir igual -

Después de este incidente algo parecía haber cambiado a la niña, parecía que ya no batallaba para hablar mostraba más inteligencia al pasar el tiempo; y su magia parecía estar cada vez más fuerte.

Ya Akilah tenía 6 años. Su madre la instruía en las labores académicas y de modales, después de todo era la mejor en eso, y su padre la Iba entrenando de a poco para la espada, sus vecinos los hechiceros le ayudaban con la magia, se habían organizado y sincronizado de una manera tan perfecta, que cualquiera diría que ya tenían todo planeado desde un principio.

Darg ya no tenía tiempo para pensar en la que alguna vez había sido su amada Mary.... Esa niña había acaparado cualquier pensamiento que tuviera, todo era para su princesa, en cuanto nació y la pusieron en sus brazos lo supo, nunca había existido tanto amor en su corazón para alguien, ni siquiera lo que había sentido por Mary era digno de compararse con el amor que sentía por Akilah.

Pero lo que nadie en Asarat sabía era que en el centro de Jemer, mejor dicho en el palacio, todo empezaba a derrumbarse, la burbuja estaba por explotar como lo había dicho Mirta.

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