El honor de la Duquesa.

El rumor se extendió como un reguero de pólvora por los pasillos del castillo, alimentado por los susurros de las sirvientas y los murmullos de los sirvientes. Cada interacción entre Aura y James, cada gesto amable o sonrisa compartida, se convirtió en combustible para la creciente especulación sobre un posible romance entre la dama y el joven jardinero.

En la cocina, mientras preparaban la cena, las sirvientas intercambiaban miradas cómplices y comentarios apenas susurrados. "¿Has oído la última noticia sobre la señora Aura y James?", murmuraba una, mientras la otra asentía con interés fingido. "Dicen que él le trajo flores... ¡En pleno invierno debió trabajar duro para conseguirla!", respondía la otra, con un brillo travieso en los ojos.

En los establos, los sirvientes compartían sus propias versiones de la historia, agregando detalles inventados y exagerados a medida que la noche avanzaba. "Escuché que fueron vistos tomados de la mano en el jardín", susurraba uno, con una sonrisa socarrona. "Y que ella le dio un beso en la mejilla", añadía otro, con un guiño cómplice.

Mientras tanto, en su habitación, Aura seguía ajena al revuelo que suscitaba su relación con James. Ajena a los rumores que la rodeaban, se dedicaba a descansar y recuperar fuerzas, sin sospechar siquiera que un simple gesto de bondad había desatado una tormenta de especulaciones en todo el castillo.

Al bajar a desayunar al día siguiente, Aura sintió la mirada juzgadora y penetrante de los sirvientes que la observaban con una mezcla de curiosidad y malicia. Cada saludo a su paso por los pasillos se encontraba con miradas esquivas y gestos extraños, lo que la hizo sentir incómoda y fuera de lugar.

Al sentarse a la mesa del comedor, Aura notó un sabor inusualmente salado en la comida. Al comentárselo a Emily, esta última tomó una porción apresurada, temiendo lo peor. Sin embargo, al comprobar que no era venenoso, su preocupación se convirtió en furia.

Con paso decidido, Emily levantó los platos de la mesa y se dirigió hacia la cocina. Al entrar, escuchó por casualidad los rumores y comentarios despectivos que los sirvientes y cocineros hacían sobre la dama. La indignación la invadió y, sin contenerse, lanzó la comida hacia ellos, exigiendo una explicación.

"¿Cómo se atreven a hablar así de la señora Aura? ¡Esto es inaceptable!", exclamó Emily, con voz firme y llena de indignación.

Los sirvientes, sorprendidos por la reacción de Emily, se quedaron en silencio por un momento, pero luego algunos comenzaron a murmurar excusas y justificaciones. Sin embargo, sus palabras solo avivaron aún más la ira de Emily.

"¡No quiero excusas! ¡Quiero que se disculpen con la señora Aura de inmediato y que rectifiquen sus comportamientos!", gritó Emily, con determinación en cada palabra.

La tensión en la cocina era palpable mientras los sirvientes, avergonzados y nerviosos, se miraban entre sí, sin saber cómo responder ante la furia de Emily.

Tras los gritos en la cocina, el ama de llaves y el mayordomo se acercaron a la cocina y controlar la situación, pero un sirviente, con descaro, se atrevió a compartir parte de los rumores como si fueran ciertos, asegurando que él mismo los había presenciado y que no serviría a una mujer que le fue infiel a su señor, además de estar embarazada de otro hombre. Sus palabras hirieron a Aura profundamente, sintiendo cómo la calumniaban injustamente.

La mirada acusadora del sirviente, cargada de juicio y desdén, cortó el aire como un cuchillo afilado. Su voz resonó en la cocina, alimentando el fuego de los rumores con palabras cargadas de veneno. No contento con simplemente repetir los chismes, se aseguró de darles vida con su propia interpretación, como si fuera testigo de hechos que nunca ocurrieron.

Aura sintió cómo cada palabra del sirviente perforaba su corazón, sembrando dudas y dolor en su mente. No solo estaba siendo calumniada por aquellos en quienes confiaba para servirla, sino que también estaba siendo juzgada y condenada sin evidencia alguna.

La expresión de Aura reflejaba una mezcla de incredulidad y angustia mientras escuchaba las acusaciones injustas. Se preguntaba cómo podían creer tales mentiras sobre ella, cómo podían manchar su reputación de esa manera. Cada palabra del sirviente era como un golpe directo a su integridad, erosionando la confianza que había depositado en los miembros del personal del castillo.

El mayordomo, al darse cuenta de la presencia de Aura, estaba a punto de intervenir con indignación para defender el honor de la dama, pero antes de que pudiera articular una palabra, Aura tomó el control de la situación.

Con una voz firme y decidida, Aura solicitó que se convocara a todos los sirvientes en la entrada del castillo. Su tono no admitía objeciones, irradiando autoridad y determinación. Era evidente para todos en la habitación que la dama no toleraría que su buen nombre fuera mancillado impunemente.

El mayordomo asintió con solemnidad, reconociendo la gravedad de la situación. Con gestos rápidos y precisos, se apresuró a cumplir la orden de Aura, dejando atrás el tumulto en la cocina para llevar a cabo la convocatoria.

Mientras tanto, Aura permaneció en la cocina, rodeada por un silencio tenso y cargado de emociones. Sabía que debía enfrentar a todos los sirvientes y aclarar las mentiras que habían sido esparcidas, pero también se sentía abrumada por la injusticia de la situación. Sin embargo, se mantuvo firme en su determinación de restaurar su buen nombre y defender su honor ante aquellos que habían sido engañados por los rumores venenosos.

Mientras los sirvientes comenzaban a reunirse en la entrada del castillo, Aura se preparó mentalmente para enfrentar la difícil tarea que tenía por delante. A pesar de sentirse herida y vulnerable por las acusaciones infundadas en su contra, se obligó a mantener la compostura y a enfrentar la situación con valentía.

Con paso firme pero sereno, Aura se dirigió hacia la entrada del castillo, acompañada por Emily, quien la apoyaba con una mirada llena de solidaridad y determinación. A medida que se acercaban al lugar de reunión, el murmullo de los sirvientes cesó y un silencio expectante se apoderó del ambiente.

Aura se detuvo frente a la multitud, su presencia imponente y su expresión decidida dejaron en claro que estaba lista para abordar el asunto con seriedad y determinación.

"Quiero dirigirme a todos ustedes", comenzó Aura, su voz resonando con autoridad en el aire tranquilo. "Sé que ha habido rumores circulando sobre mí, rumores que son completamente falsos y sin fundamento. No toleraré que se difamen mi nombre y mi honor de esta manera."

Su mirada recorrió a cada uno de los presentes, desafiante pero compasiva al mismo tiempo. Sabía que muchos de ellos habían sido influenciados por las mentiras y los chismes, pero estaba decidida a restaurar la verdad y recuperar su buena reputación.

"Les pido que consideren la fuente de estos rumores y que recuerden que las palabras pueden herir tanto como las acciones", continuó Aura, su tono firme pero empático. "Nunca he dado motivo para tales acusaciones, y espero que puedan ver más allá de los chismes y reconocer la verdad."

Un murmullo de murmullos y murmullos recorrió la multitud, algunos mirándose entre sí con expresiones de sorpresa y duda. Era evidente que las palabras de Aura habían dejado una impresión en ellos, pero aún quedaba trabajo por hacer para despejar completamente las dudas y restaurar su reputación.

"Quiero dejar claro que cualquier persona que difunda falsos rumores sobre mí será despedida inmediatamente y sin ninguna carta de recomendación", agregó Aura, su voz resonando con determinación. "No toleraré la difamación en mi hogar, y tomaré medidas firmes para proteger mi nombre y mi honor."

Mientras la multitud se dispersaba lentamente, Aura se sintió un poco más aliviada, sabiendo que había dado un primer paso hacia la rectificación de los malentendidos. Aunque aún quedaban desafíos por delante, se negó a permitir que los rumores y las mentiras dictaran su destino. Estaba decidida a defender su honor y a demostrar su valía ante todos aquellos que la juzgaban injustamente.

El mayordomo asintió en forma de aprobación y disperso a todos los sirvientes del área, mandándolos a sus respectivos trabajos, James que también estaba en la convocatoria, sintió una pena debido a lo ocurrido y solo pudo apretar el puño por impotencia de no poder hacer nada para ayudar a su señora.

Después del tenso encuentro en la entrada del castillo, Aura se retiró en silencio a su habitación, sintiendo el peso de la conmoción y las palabras hirientes que habían sido lanzadas en su contra. Cada paso que daba resonaba en el pasillo vacío, acompañado solo por el eco de sus propios pensamientos.

Al llegar a su habitación, cerró la puerta tras de sí con un suspiro de alivio, agradecida por la tranquilidad relativa que le ofrecía aquel refugio solitario. Se dejó caer pesadamente en una silla cercana, sintiendo el agotamiento físico y emocional acumulado a lo largo del día.

El tumulto de emociones la envolvió mientras se sentaba en silencio, su mente girando en círculos mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder. Se preguntaba cómo habían llegado a esparcirse tales rumores y cómo podría deshacer el daño causado a su reputación y honor.

Con un suspiro resignado, decidió que necesitaba un momento de tranquilidad para recobrar la compostura. Se levantó de la silla y se acercó a la ventana, observando el paisaje nevado que se extendía más allá de los muros del castillo. El mundo exterior parecía ajeno a su lucha interna, y por un instante, encontró consuelo en la serenidad del invierno.

Decidió que necesitaba tiempo para reflexionar y planificar su siguiente paso.

Emily se apresuró a preparar una ligera sopa de verduras, dejando que el aroma reconfortante llenara la cocina mientras revolvía los ingredientes con cuidado. Mientras tanto, el pan recién horneado descansaba sobre la mesa, emitiendo un tentador olor a levadura y calor.

Con la bandeja en sus manos, Emily subió las escaleras con paso ligero, sintiendo la ansiedad crecer en su pecho mientras se acercaba a la habitación de Aura. Sabía que su señora estaba pasando por momentos difíciles y deseaba fervientemente poder ofrecerle algo de alivio, aunque fuera solo en forma de una comida reconfortante.

Al llegar a la puerta, Emily respiró hondo y golpeó suavemente antes de entrar. Aura estaba sentada junto a la ventana, perdida en sus pensamientos mientras observaba la suave caída de la nieve en el exterior. La luz del crepúsculo se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en tonos dorados y rosados.

"Señora Aura, he traído un poco de comida para usted", anunció Emily con voz suave, depositando la bandeja sobre la mesa con cuidado.

Aura giró la cabeza hacia ella, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios al ver a su dedicada sirvienta. "Gracias, Emily. Realmente lo aprecio", respondió con gratitud, sintiendo un leve destello de consuelo en medio de la tormenta emocional que la envolvía.

Emily asintió con un gesto comprensivo y se retiró silenciosamente de la habitación, dejando a Aura a solas con su comida y sus pensamientos. Mientras disfrutaba de la sopa caliente y el reconfortante aroma del pan recién horneado, la mente de Aura comenzó a dar vueltas, no sabría si es debido al embarazo o tal vez al los estragos provocados por la confrontación anterior.

Días más tardes Aura en su oficina trabajaba como le era costumbre hasta que Emily entró en la oficina con una sonrisa radiante, interrumpiendo el silencio con su voz alegre. "¡Señora Aura! ¿Ha escuchado hablar de la festividad que se celebra aquí hacia finales de año?"

Aura, sumergida en sus pensamientos, levantó la mirada sorprendida ante la repentina interrupción. "¿La festividad de Navidad y Año Nuevo, verdad?" respondió, enderezándose en su silla. "Sí, he oído algo al respecto, pero nunca he participado en ella aquí en el castillo."

Emily, emocionada, avanzó un paso más hacia el escritorio de Aura. "¡Exactamente! Es una celebración maravillosa. Decoramos todo el castillo con flores de Navidad y de acebo, y preparamos un banquete espectacular para la víspera de Año Nuevo."

El brillo de emoción en los ojos de Emily se desvaneció ligeramente, su entusiasmo menguado por una sombra de preocupación. "Pero... claro, con la situación actual, quizás no sería adecuado celebrar este año. Estamos en guerra, y festejar mientras otros sufren sería... inapropiado."

Aura asintió en silencio, considerando las palabras de Emily. "Tienes razón, Emily. Con la guerra que está ocurriendo, sería una falta de respeto hacia aquellos que están luchando y sufriendo."

Sin embargo, un destello de determinación cruzó los ojos de Aura mientras una idea comenzaba a tomar forma en su mente. "Pero también debemos recordar que en tiempos difíciles es cuando más necesitan las personas un rayo de esperanza y algo en lo que aferrarse."

Se levantó de su silla y se acercó a Emily, mirándola con decisión. "¿Qué te parece si abrimos las puertas del castillo y ofrecemos refugio y comida a quienes lo necesiten durante estas festividades?"

Emily se iluminó con la esperanza renovada ante la sugerencia de Aura. "¡Oh, eso sería maravilloso! Sería una muestra de generosidad y compasión que seguramente alegraría el corazón de muchas personas."

Con una sonrisa, Aura asintió. "Entonces así será. Me pondré a trabajar en un plan para organizar todo. Necesitaremos coordinar con los sirvientes y preparar los suministros necesarios. Quiero que esta Navidad y Año Nuevo sean recordados como un momento de esperanza y solidaridad en nuestro territorio."

Emily asintió con entusiasmo, creyendo que era hora de un poco de vida tras las tragedias que habían pasado todos en el territorio.

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