Once

La llamada con su cuñada terminó y Mariana rápidamente marcó el número del abogado de la familia, el mismo que siempre se encargaba de todos sus asuntos.

- Señorita Cesare cuanto tiempo- le contestó el hombre bastante mayor  y que ya estaba pensando en dejar a su hijo a cargo de todo.

- Abogado Santoro, espero que se encuentre bien, en estos días nos veremos y hablaremos un poco pero ahora tengo algo de apuro.- se disculpó por no detenerse a tener una conversación tranquila con el hombre.

- Pues dígame que se le ofrece, estoy a su disposición.

- Necesito que prepare todo para trasladar a una persona a un hospital, es un enfermo de cáncer terminal que ha estado sin tratamiento, quiero que lo revisen bien y que comiencen a hacer más llevadera su enfermedad, yo estaré allí mañana, no le tengo que enviar la dirección del lugar en que está porque usted sabrá llegar perfectamente, está en el antiguo departamento en el que vivía antes de morir el abuelo, el enfermo es Greg.

- Oh cuanto lo siento señorita,  pero no se preocupe, se hará todo ahora mismo, la llamaré en cuanto el joven quede instalado en un hospital.

- Se lo agradezco, ahora lo dejo para que pueda empezar a hacer las gestiones, mil gracias de verdad.

Mariana dejó el teléfono y pasó la mano por su vientre, Greg no se había portado bien con ella, le había roto el corazón, pero no merecía morir entre tanto dolor y solo, como si fuera un perro abandonado, nadie se lo merecía.

Una hora después el joven que fue en busca de Mariana a la floristería dejaba entrar en el pequeño departamento al abogado acompañado de un médico, un enfermero y una camilla, y en el lugar los especialistas  se encargaron de darle al enfermo las primeras atenciones antes de subirlo a una ambulancia rumbo al hospital, él habría querido morir allí, entre sus recuerdos, pero ya no le quedaban fuerzas para negarse a ir.

Al día siguiente Mariana salió en la madrugada hacia Roma pues quería llegar lo más temprano que se pudiera, Cora venía con ella, la mujer quiso prohibirle que viajara, hasta la amenazó con contarle a Luigi, pero no logró retenerla, así que se unió al viaje.

En el aeropuerto las esperaban Ninete y Luigi y aunque de lejos se notaba que el hombre estaba enfadado las recibió con muchos besos y abrazos.

De allí mismo salieron en dos direcciones,  Luigi iría hacia la casa con Cora que por su edad estaba muy cansada y Mariana iría directamente al hospital con Ninete.

Nada más llegar al centro de salud la joven de ojos azules entró en la habitación con el número que le había dado el abogado el día antes y tuvo que poner la mano derecha en su boca para evitar un sollozo, y las lágrimas que no habían salido en tantos meses de dolor comenzaron a rodar en silencio por sus mejillas al ver el cuerpo de el hombre que una vez amó.

- Mariana- lo escuchó decir como si la voz raspara su garganta, como si el sonido estuviera arrancando algo de su interior y ella no contestó- Por favor Dios déjame saber que no estoy delirando con ese olor, necesito que sea ella.- dijo como una plegaria al sentir un olor a flores que no pudo definir dentro de la habitación.

- Soy yo- le contestó sin saber que más decir y en un momento se comenzó a escuchar el sonido de una máquina.

Una enfermera entró apurada y esquivó el cuerpo de la mujer embarazada para revisar lo que estaba sucediendo.

- ¿Se siente bien señor Patel?

- Perfectamente- le contestó como una burla- No se preocupe, fue la emoción por mi visita.- intentó sonreír.

- Pues manténgase tranquilo,  no queremos que se ponga mal mientras una hermosa chica y su bebé están aquí para verlo.

- ¿Bebé?¿ Mariana?- él se empezó a remover en la cama casi sin fuerzas y los aparatos volvieron a escucharse y la enfermera comprendió la indiscreción que había cometido.

- Greg quédate tranquilo por favor, ya vamos a hablar, estoy aquí no voy a irme en un buen rato, me quedaré contigo pero cálmate.- la chica tomo una de sus manos huesudas y la acunó entre las de ella y sintió como él se tranquilizaba.

- Prometa que va a estar tranquilo señor Patel o me llevaré a su visita.- la enfermera lo amenazó y miró a la chica para pedirle perdon solamente con el movimiento de los labios y ella asintió.

- No por favor, prometo estar tranquilo, ya no voy a causar problemas. - pidió como un niño al que le dicen que no lo dejarán tener algo muy preciado para él.

- Tú no estás causando problemas Greg, solo tratamos de que estés bien.- le dijo Mariana con dulzura.

- Ok, ya estoy calmado, siéntate aquí a mi lado en la cama y voy a estar mejor.

Mariana miró a la enfermera pidiendo una autorización y esta asintió en silencio, ella se sentó junto a él y la mujer vestida de azul salió de la habitación.

- ¿El bebé es mi hijo?- le preguntó con miedo pensando que ella pudo rehacer su vida en los meses que estuvieron separados.

- Lo es- le contestó ella y vio lágrimas salir de los ojos sin luz del hombre.

- ¿Cómo pude equivocarme tanto?¿Cómo pude ser tan tonto?- llevaba varios meses haciéndose las mismas preguntas, pensando en como se dejó envolver por un recuerdo que no fue ni amor ni nada y lastimó tanto a quién en verdad era su vida entera.- Perdón por favor,  perdón.

Un sollozo ahogó sus palabra y ella no pudo aguantar seguir allí sentada sin abrazarlo, y con el rostro hundido en el cuello del hombre lloró junto a él por primera vez después de lo sucedido.

- Te amo- lo escuchó decir más calmado- Perdona por decir todas las cosas que te dije aquel día, perdona por no darme cuenta antes de lastimarte que tú eres la única mujer que siempre amé.

- Ya olvídalo Greg, no te alteres.- le pidió pasando sus manos por el rostro demacrado del hombre.

- No Mariana, hay muchas cosas por las que tengo que pedirte perdón así que déjame hablar por favor, no me queda mucho tiempo y no quiero irme sin pedirte que me perdones.

Ella volvió a pasar sus dedos por la cara del hombre y limpió sus lágrimas.

- Ella apareció casi al mismo tiempo en que me enteré que estaba enfermo, mi cabeza era un lio y sin saber como un día me vi escuchándole decir cuanto me amaba y terminó convenciendo a mi mente de que yo también la amaba a ella, a partir de ahí fui cayendo de un error en otro, yo quería hacer en el poco tiempo que me quedaba todo lo que la vida me iba a arrebatar y ella pedía más cada vez, así fue como terminé metiéndola en nuestra casa, yo llegué a pensar que ella se merecía lo mejor del mundo y nuestra casa era mi mejor lugar del mundo, pero tarde comprendí que lo era porque tú estabas allí conmigo.

Mariana lo dejaba hablar sin interrumpirlo, sabía que lo necesitaba para poder morir en paz.

- Aquel día que me viste mi mundo desapareció bajo mis pies, ver el dolor en tus ojos fue el mayor castigo que recibí por todos los pecados que había estado cometiendo y cuando hablamos en la casa comprendí que ya nada tenía vuelta atrás, que solo me quedaba seguir asumiendo mis errores.- el respiró con dificultad por el rato que ya llevaba hablando- Lo que vino después ya no importa, ella resultó ser todo lo que una vez me dijo mi padre antes de que yo me alejara de él creyéndolo el causante de nuestra separación.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***