Ocho

Tres hombres callados con cara de asesinos estaban sentados frente a Mariana una hora después mientras Ninete acomodaba una pequeña mesa en sus piernas, sobre la cama.

- La van a dejar comer en paz, desde el almuerzo no prueba nada y eso no es bueno para ella.

Luigi levantó una ceja, le pareció escuchar a su suegra hablar cuando su mujer estaba embarazada y se demoraba en comer por estar llorando debido a las hormonas.

- Dime que no lo hizo o ahora si voy a matarlo.-se puso de pie y su esposa lo atajó aunque los otros hermanos no entendían nada.

- Dije que la van a dejar comer en paz y aquí nadie va a matar a nadie o el primer muerto serás tú Luigi Ferrara por no escucharme, así que siéntate y oye lo que va a decirles y lo que ella pida se hará.- Ninete ni siquiera levantó la voz, no era mujer de gritos y ya había gritado bastante ese día.

Luigi miró a su esposa con ganas de hacer lo que tenía en mente, pero sabía que la francesa tenía más mala leche que un alemán sin cerveza así que volvió a sentarse.

- Necesito que vayan a la casa y saquen las joyas que me regaló el abuelo, solamente eso me interesa de ese lugar, de allí no quiero nada más, entreguen la casa a una ONG tal cuál está para que sea subastada y que ellos usen el dinero como mejor entiendan.

- Nana- le dijo el más pequeño de los hermanos de la forma cariñosa que le pusieron al ella llegar a vivir en la familia- La casa es tuya, no tienes que huir de allí por lo que él ha hecho.

- No estoy huyendo, pero siento tanto asco de saber que a él no le importó llevar a aquella mujer allí que no pienso poner un pie nuevamente ni en la puerta.

Los tres hombres apretaron los puños conteniéndose para no salir disparados a cometer una locura.

- Luigi necesito que vayas mañana a la empresa y comiences una auditoría y pienses en alguien para que se encargue de los otros negocios, te necesito allí en el puesto que fue de él.

- Nosotros podemos ayudar también en eso.- le dijo Fer, el hermano del medio.

La chica se inclinó un poco y alcanzó las manos de sus hermanos más pequeños por sobre la mesa que tenía delante.

- Luigi estudió para ser un gran empresario porque eso es lo que le fascina, a ustedes nunca les pediría que dejen sus vidas para sentarse detrás de un escritorio.- Mariana no quería cambiar la vida de sus hermanos que uno era chef y el otro veterinario.- Sé que por mi harán cualquier cosa, pero soy yo la que no voy a permitirlo.

Ella volvió a su posición y se llevó el tazón con sopa que Ninete había traído a la nariz y aspiró con fuerza, no sabía porqué, pero necesitaba más oler que comer.

- Estoy embarazada. -dijo sin más volviendo a poner el tazón en su sitio.

- Lo sabía, sabía que ese imbécil te haría algo como esto y saldría huyendo.- Luigi se levantó otra vez y comenzó a caminar por la habitación- Pero me va a escuchar,  un golpe aunque sea se va a llevar.

- Luigi escucha, él no lo sabe.- cuatro cabezas giraron de pronto a verla.

- ¿No le dijiste?- preguntó Ninete y ella negó.

- Él se muere, no sé si es otro de sus engaños pero dice que tiene un tumor cerebral que ya no tiene solución, esa es su excusa por haberme engañado, me dijo que quería ser feliz antes de morir, y yo lo voy a dejar que sea todo lo feliz que quiere, no habrán golpes, no habrán reclamos, y tampoco habrá paternidad, quiero que nuestra vida siga como si nunca lo hubiéramos conocido.

- Pues que se muera en paz, pero que no se le ocurra aparecer nunca delante de mi o la fecha que le dijeron se le va a quedar corta.- Luigi seguía de pie.

- Prometan que no van a hacer nada.- le pidió a los tres pasando su vista sobre ellos- Eso es lo único que va a dejarme tranquila, por favor.- los miró con la súplica en los ojos.

- Lo prometo, lo prometo- escucharon la voz de los hermanos menores pero no a Luigi.

- Luigi por favor.- suplicó con lágrimas en los ojos que no salieron.

- ¿Por favor qué Nana?¿Tú crees que él se merece que alguno de nosotros piense en mantenerse al margen de esto?- Luigi explotó gritando- ¿Por qué tengo que pensar en él, dime por qué tiene que importarme si se quiere morir feliz o no? - el hombre cayó de rodillas al lado de la cama y con la voz más calmada siguió preguntando- ¿Dime por qué tengo que ver a mi hermanita sufrir porque a un imbecil no le importó lastimar su corazón y quedarme tan tranquilo?

- Por favor Luigi, te lo pido por mi, no por él. - los ojos de Mariana estaban llenos de lágrimas, pero ninguna se decidía a salir.- Quiero olvidarme de él y estar tranquila sabiendo que hice las cosas bien aunque él no lo merezca.

- Está bien Nana, será como tú quieras, lo prometo.- se levantó de un golpe y se fue de la habitación.

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Los días siguientes fueron tranquilos, no se volvió a mencionar el nombre de Greg en la casa y todo parecía seguir su curso.

- Los chicos trajeron esto de allí para ti- Ninete le extendió una caja sin querer mencionar el lugar de donde había salido y ella la tomó- ¿Cuando vas a llorar?- le preguntó de pronto.

La rubia había estado junto a ella desde el mismo instante en que todo comenzó y no la había visto derramar ni una lágrima y eso le preocupaba, Mariana siempre había sido una chica muy sentimental y verla así no era una buena señal.

- No creo que haya necesidad de llorar.- le contestó sin mirarla, si a alguien no podía engañar era a Ninete.

- Mariana, no me digas eso, si tu hermano me hiciera algo como lo que ese mal nacido te hizo a ti estaría años llorando y tú y yo siempre hemos sido muy parecidas en algunas cosas.

- Lo siento Ninete, no hay lágrimas, dentro de mi hay algo enquistado, no voy a llorar.- y tomó su caja que ya sabía que eran las joyas y volvió a la habitación de invitados.

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