CAPÍTULO 11

Máximo, toma la pequeña mano del niño y lo lleva hasta las sillas.

Ahí el pequeño se suelta de su agarre y junta sus dos manitos, para hacer una oración por su madre.

—Diosito por favor no te lleves a mi mami. Sabes que la adoro y que no puedo vivir sin ella.

Máximo estaba inmóvil a su lado. Él estaba sorprendido por la fe del pequeño, pero le dolía ver la desesperación en esos hermosos ojos. Entonces él se agachó en el piso, para quedar a la altura del niño.

Máximo Jr. al ver ese gesto, fijó su mirada en él y Máximo le acarició el cabello, despeinándolo un poco, para romper esa atmósfera lúgubre en que estaban inmersos.

—Max ¿No?

El pequeño asintió.

—Sí, me llamo Maximiliano. —le respondió con mucha vergüenza de mentirle, pero esas eran las órdenes de su mami y eso era ley para él.

—Qué casualidad, yo me llamo Máximo y también me dicen Max.

Máximo Jr. se sorprendió al saber que su amigo grandulón llevara su mismo nombre y sonrió ante la posibilidad de que su padre fuese igual a su nuevo amigo.

—Sí, es mucha casualidad. ¿No tendrás algún hijo perdido por ahí? —le preguntó el pequeño entrecerrando los ojos y sonriéndole a su amigo.

Máximo no pudo evitar sonreír y abrazar al pequeño.

—No, no tengo ningún hijo perdido. Pero cuando tenga mis hijos quiero que sean como tú.

Un rastro de decepción se posó sobre los ojos del pequeño, pero él la disimuló y le dio una sonrisa fingida.

—Lo siento, pero se rompió mi molde y yo no estoy a la venta. Ja, ja, ja.

Máximo soltó una pequeña risa y volvió a despeinar al pequeño. Después suprimió su sonrisa y lo miró a los ojos.

—Pequeño Max. Quiero que sepas que la promesa que le hice a tu madre es real. Yo me ocuparé de ti, hasta que ella se recupere, pero quiero que acepten mi ayuda. Max yo voy a hacerme cargo del tratamiento de tu madre.

El pequeño abrió los ojos sorprendido, pero no quería hacerse ilusiones.

—Maxi, pero eso es mucho dinero y no podemos pagarte. Pero si puedes hazlo y yo prometo pagarte hasta el último centavo. Si mi mami se cura, viviré para pagarte.

Máximo no pudo evitar sentirse orgulloso de este pequeño. Era muy gracioso escucharlo, hablar como un hombre enano.

Máximo le pellizco levemente una mejilla y le respondió:

—Está bien, lo haré, pero debes comenzar a trabajar para mí desde mañana mismo.

El pequeño se levantó y se paró firme frente a Máximo con su mano en la frente.

—Usted diga, mi coronel. Estoy a sus órdenes.

Máximo soltó una pequeña risa y lo abrazó. Él estrechó a ese pequeño entre sus brazos y se sintió en casa. Ese pequeño lograba reconfortarlo de una manera inexplicable.

Máximo lo soltó y el pequeño volvió a pararse firme frente a él

—Está bien soldado. Usted estará designado a ser mi hijo desde mañana, debe ser obediente y estar atento a mis órdenes.

El pequeño se alegró y volvió a abrazar a su coronel. Él sin ninguna pena se aferró a los brazos de ese extraño grandulón y su pequeño corazón galopó en su pecho.

—Max ¿quién es este hombre? —le preguntó su padrino y Máximo Jr. volteó a ver a Máximo.

Él no sabía que responder, pero Máximo se le adelantó.

—Doctor mucho gusto. Soy Máximo Santibáñez y soy el padre de Max. —le dijo extendiéndole la mano, pero Fausto retrocedió y frunció el ceño.

—¿Celina se lo dijo? —le preguntó el doctor, mirando a Máximo con desconfianza.

—No, yo solo lo sé —le dijo Máximo, un poco incómodo por la mirada penetrante del doctor.

—Yo soy su mejor amigo y soy el padrino de Max y ella jamás me ha hablado de usted.

Máximo Jr. decidió detener esta conversación, sabía bien que su padrino está enamorado de su madre y se vuelve irracional cuando otro hombre se acerca a ella.

—Padrino ¿Cómo está mi mami? —le preguntó Máximo Jr. tratando de evadir la conversación o su padrino lo delatará y no se puede dar el lujo de ser despedido antes de comenzar a trabajar y poner en riesgo el tratamiento de su madre.

Fausto terminó estrechando la mano de Máximo con recelo y fijó su mirada en el pequeño.

—Está muy delicada, Máximo. ¿Quieres pasar a verla?

El corazón del pequeño se oprimió y él negó con la cabeza, no quería oír ninguna palabra de despedida, solo quería tener a su madre para siempre a su lado.

—Doctor, ¿podemos trasladar a la paciente a un mejor hospital? ¿Hay algo que se pueda hacer para salvarla? —le preguntó Máximo y Fausto asintió.

—Maxi ve a ver a tu madre. Déjame hablar con el señor Santibáñez.

Pero el pequeño se paró frente a él y negó con la cabeza.

—No, padrino. Hablarás de mi madre y prometiste no ocultarme nada. Ahora debes cumplir tu promesa.

Los dos adultos se miraron al rostro. Y Máximo asintió.

—El estado de Celina es muy delicado, el tratamiento es muy costoso. Yo he estado pidiendo donaciones para sus quimioterapias e incluso he pagado algunas con mi dinero. Créame, he hecho lo humanamente posible, pero su cáncer está muy avanzado. Su última esperanza es llevarla a Rusia, ahí tienen unos tratamientos experimentales que han dado muy buenos resultados.

—¿Cuál es el porcentaje de posibilidades? —le preguntó Máximo Jr. Y Fausto tomó una gran bocanada de aire y después la soltó poco a poco, antes de responderle.

—No, puedo saberlo con certeza, pequeño. Tal vez treinta o cuarenta. Solo Dios lo sabe, pero Maxi es muchísimo dinero.

Máximo Jr. giró a ver a su coronel a los ojos. Máximo se quedó perdido en sus pensamientos, pero la mirada de súplica del pequeño lo hizo reaccionar.

Máximo Jr. Esperaba atentamente la respuesta de ese grandulón. Él era la última esperanza de su Reina.

Máximo aclaró su garganta y le sonrió, antes de responder.

—No escatime en gastos doctor. Preparé todo hoy mismo, para trasladarla.

—No es tan fácil, necesitamos un avión ambulancia y necesitamos la autorización de Celina.

—Doctor Fausto, no quiero parecer arrogante, pero soy un Coronel del ejército, creo que puedo encontrar cualquier avión. —le dijo Máximo y el pequeño le sonrió lleno de orgullo. Él se había metido en su papel y estaba orgulloso de su padre.

—Pero hay que hablar con ella primero. —dijo el doctor y Máximo Jr. Bufó ya cansado de tantas excusas.

—Padrino, tenemos el dinero. Yo me encargo de mi madre. Tu solo contactas a la clínica de Rusia.

—Tienes razón mi pequeño, perdóname —le dijo Fausto, acariciando la cabeza del pequeño.

Máximo asintió y sacó su billetera y le extendió al doctor una tarjeta.

—Tome esta tarjeta de crédito, pague todo lo pendiente, aquí en el hospital. Yo voy a coordinar lo demás y llevar a mi hijo a comer algo. Aquí tiene mi número de teléfono. Me avisa cuando tenga todo listo. Y prepárese doctor, porque viajaremos hoy mismo a Rusia.

✨NOTA✨

Hola, los invitó a ingresar al grupo de MIS FIELES LECTORES y votar en la encuesta, para definir el destino de Celina.

Saludos 😘

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Comments

SORAYA AGUILERA RONDON

SORAYA AGUILERA RONDON

que ocurra un milagro y se salve el pequeño y ella se lo merecen y Max siga con ellos es su hijo serían una linda familia que la mamá de Max los ayude y queden juntos

2024-03-09

104

Anonymous

Anonymous

uy qué bonito se que se salvará el amor hace milagros y aquí hay uno entre una madre e hijo/Proud//Angry/

2024-05-11

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claudia Maria Villalobos Montero

claudia Maria Villalobos Montero

espero que se haya salvado y que en pareja con máximo

2024-05-11

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