CAPÍTULO 9

Cristiano abrazó a su esposa y comenzó a ver las fotos con mucho interés, aunque en realidad, no sabía que buscaba.

Genoveva no dudó en burlarse de él, porque estaba tratando de salvar su propio pellejo. Pero era inútil, porque ella jamás lo alejaría de su cama. En realidad, ella no podía dormir sin él, sin su calor y su aroma. Pero era muy necesario contar con su apoyo y si esta era una forma de recuperar a su nieto, ella no dudaría en usar todas sus herramientas.

—Cristiano amor, siéntate a mi lado. Quiero que entiendas que conozco a mi hijo Máximo, como la palma de mi mano, y te puedo jurar que ese niño es su hijo. Porque, no es solo su parecido físico, son sus gestos al hablar, es esa naricita roja cuando está nervioso y esa manía de entrelazar sus dedos cuando le preguntas algo. No sé cómo, ni con quién, pero ese niño es mi nieto y punto.

—Amor, Máximo. Esto es una confesión entre hombres y te pido discreción. Máximo me dijo que seguía siendo virgen. Y eso fue hace tres años y si me dices que el pequeño aparenta cuatro años. Entonces los números no cuadran.

—Tal vez es un bebesote, grande y hermoso. Un peluche cachetón para su abuela. Amor debes encontrarlo. Algo aquí en mi pecho me dice que mi bebé me necesita y también necesita un abuelo sexy y guapo que lo rescate. Anda ¿sí?

Cristiano observó a su mujer con amor. Parecía una historia alocada y algo increíble, pero no puede negarse a apoyarla. Pero comenzará por el principio.

Cristiano tomó las mejillas de su esposa y las besó en los labios.

—Claro que sí, mi amor. Vamos por nuestro pequeño, pero lo primero será buscar una explicación de su padre. Es lo más lógico, él debe saber a quién embarazó. Así podemos encontrarlo más rápido.

—Está bien amor. Vamos a llamarlo. —le dijo Genoveva sacando su teléfono, pero Cristiano se lo quitó de las manos.

—No, amor. Él viene en unos días, eso hay que hablarlo personalmente. No le digas nada por teléfono, no vaya a ser que después, ponga excusas para no venir.

—No me digas eso, porque lo busco en el fin del mundo. Pero está bien, vamos a esperar que llegue, pero mientras tanto, has algo. Llama a tus hombres que busquen las cámaras de seguridad de la clínica. Quiero que veas con tus propios ojos lo hermoso que es mi nieto.

Cristiano soltó el aire que tenía retenido y sacó su teléfono, para llamar a su cuñado y encargarle esta importante misión.

Genoveva le sonrió y le dio un largo beso, cuando él colgó su llamada.

—¡Hum! Qué rico seré el abuelo más consentido de la historia. Dame otro beso.

Genoveva apartó las fotos y se sentó en las piernas de su marido y comenzó a besarlo.

Ellos terminaron desnudos, amándose a plena luz del día.

Mientras tanto en el aeropuerto...

Un niño iba con su madre hacia el hangar, pero su madre se sintió mal y él la ayudó a sentarse en las sillas del área de espera.

—No deberíamos viajar si te sientes mal. Regresemos a casa mami. Vamos a llamar a mi padrino para que venga por nosotros. —le dijo el pequeño asustado, con lágrimas en los ojos. Mientras se abrazaba a la delgada cintura de su madre.

Celina sintió una punzada en su pecho. Ella sentía que su final estaba cerca y por eso, su afán de viajar a Alemania. El doctor en su última sesión de quimio no le dio muchas esperanzas de vida. Ella le ha suplicado a su padre que se haga cargo de su pequeño. Al final de cuentas, no era capaz de dejarlo con nadie más.

Celina se sintió un poco mejor y se dispuso a continuar con su viaje. Tal vez sería su último viaje, pero no sé moriría sin hacerlo. Quería dejar al niño con su abuelo, para morir tranquila, aunque sabe que el dolor que causará en su pequeño será devastador.

—Vamos amor. Ya me siento mejor. —dijo ella tratando de levantarse, pero sus piernas no le respondieron y tuvo que volver a sentarse.

El corazón de Máximo Jr. se estremeció. Era la primera vez que veía a su mamá, tan débil, y era la primera vez que sentía que se acababa su fe.

—¿Puede ayudarla en algo, señora? —le preguntó un hombre de voz grave y el corazón de Celina se paralizó.

Ella no quería levantar la vista. Ella no quería que sus miradas se conectaran. Aunque ella no creía que él fuese capaz de reconocerla. Jamás en la vida, Máximo Santibáñez se imaginaría que este saco de huesos que estaba frente a él, fue la mujer joven y hermosa que coqueteó con él una vez.

Pero había algo, mucho más importante en este momento, y el bendito dicho de "la sangre llama".

Máximo Jr. Al ver la incomodidad e inquietud de su madre, se puso de pie y se paró justo frente a su padre.

—Muchas gracias, señor desconocido, pero estamos bien. Mi madre solo está algo cansada.

Máximo no pudo evitar sonreír, al ver al pequeño observarlo fijamente. Él pensó que solo le faltaba un silbato para parecer una miniversión del sargento gruñón. Entonces sacó su viejo silbato y se lo regaló.

—Está bien, de igual manera estaré un rato más por aquí, porque estoy esperando a mi novia. Entonces, si necesitas mi ayuda, puedes llamarme con este silbato y vendré corriendo hacia ti. ¿Entendiste?

Máximo Jr. Observó fijamente a su madre esperando su aprobación y Celina asintió. Le parecía hermoso pensar que su hijo tenga algo de su padre.

Celina en ese momento pensó:

"Puedo morir tranquila en este momento y su padre se encargaría de él"

Pero una voz chillona la sacó de sus pensamientos.

—¡Maxi! ¡Max! ¿No me escuchas? Tengo rato llamándote. Ah, ya veo estás haciendo caridad. Bueno si ya terminaste con estos mugrosos. Vámonos. —le dijo la mujer mirando despectivamente a la mujer y al niño.

Máximo frunció el ceño, y le dio una mirada de reproche a su novia. Él estaba furioso, pero cuando iba a responderle, el niño se le adelantó.

—Tome señor. Nosotros no necesitamos de la caridad de nadie. —le dijo el pequeño extendiéndole la mano con el silbato en ella. Mientras con la otra mano ayudaba a su madre a levantarse de nuevo.

Máximo tomó el silbato y sintió un vacío en su pecho. Entonces, tomó a la mujer por el brazo y la miró directo a los ojos.

—¡Lárgate! Fue un error llamarte. —la mujer se sorprendió por la actitud tan hostil de su príncipe encantado. Pero por orgullo se fue maldiciendo su suerte.

Máximo Jr. miró hacia atrás y vio al hombre mirarlo fijamente. Pero de repente, las piernas de Celina volvieron a temblar y se apoyó de su pequeño hijo.

Máximo Jr. sintió el peso de su madre y se asustó, pero en ese momento, una sombra los cubrió y él sintió al hombre sostener a su madre con una sola mano.

—Déjame ayudarte —terminó de decirle Máximo y Celina terminó desmayándose en sus brazos.

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Comments

Dolores Hernandez

Dolores Hernandez

por fin el apoyo está ahí la ayuda y el caballero con armadura de oro está ahí al rescate de la damisela en este trance tan amargo me encantó ver cómo maxi bebé le mostró a esa mujer que es un digno heredero de la dignidad de su abuela Geny que ella no era altanera ni déspota si no lo que mostraba era dignidad es tan bello ver qué el heredó esto de su abuela y más agradable es ver qué maxi está ahí para sin saber va a estar para apoyar ala madre de su pequeño solo te pido Erumed linda que no celi na siga dando batalla ala enfermedad y pueda disfrutar de su hijo y sobretodo que pueda ver qué su padre biológico de alguna manera pague el desamor asia ella espero y le des esa oportunidad pues ella a vivido desde antes de nacer con este estigma de no ser amada y ella merece ser amada así sea solo por su bebé y aquí estamos para seguir acompañando a tus personajes en tus historias gracias por todo de verdad es un gusto estar en casa historia acompañándote en cada capítulo linda muchas gracias mucho éxito y un mudo de bendiciones así que aquí vamos de nuevo gracias 👍👌👏👏👏👏👏👏👏🙏

2024-03-08

98

Fanny Alicia Rodriguez Gracia

Fanny Alicia Rodriguez Gracia

que bueno es el destino gracias a Dios que hizo que Celina se encontrará con el donante así el la puede ayudar para que pueda ser curada de esa maldita enfermedad

2024-05-07

0

Anonymous

Anonymous

waw waw me encanta este encuentro que bonito él también noto el parecido con él /Angry/

2024-05-10

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