Capítulo 12

Dean

Llego a un club nocturno conocido por sus empleadas, atender a los clientes en el área Vip semidesnudas y ellas deciden si quieren recibir por un "servicio más". Como ya me conocen, aquí subo directamente a un área que queda disponible solo para mí. Llamo a la gerencia y les digo que envíen una empleada que no haya atendido a nadie hoy. Quiero exclusividad.

Luego entra una morena bien encantadora con un bikini de cuero negro minúsculo y una botella de mi coñac preferido en la bandeja y un vaso, ella me sirve una dosis doble y yo me siento en el sofá, giro la primera dosis, en mi mente viene Hazel desnuda, luego ella en mi regazo en el café y mi erección aparece. Tomo la botella y la giro directamente a mi boca, tiro la cabeza hacia atrás y cierro los ojos. La mujer viene y abre mis pantalones, tira de mi miembro y comienza a chuparme.

Mis ojos siguen cerrados y en mi mente Hazel reina. Imagino que la boca de la mujer es su intimidad, y con una mano sostengo la cabeza de la mujer mientras le doy estocadas en la boca. Con los ojos cerrados y sintiendo la cabeza de mi miembro en la garganta de la mujer que insiste en empujarme cada vez más para tragarme por completo, yo gozö, es surrealista la forma en que sale y la mujer traga y yo me quedo imaginando ser la intimidad de Hazel. La mujer se detiene y me mira curiosa.

- ¿Qué te pasa?

- Perdón por preguntar, pero ¿quién es Hazel? Dijiste mientras corrías, mi Hazel.

Miro a la mujer, pero ignoro su pregunta. Le entrego seiscientos dólares y le pido que se vaya. ¿Cómo pude haberla llamado sin darme cuenta? ¡Ha sido una tortura esperar tanto tiempo!

¡Después de derramar tres botellas más de coñac, me vuelvo a casa, borracho! Cuando paso por su habitación, decido revisar la puerta y no está cerrada. Entró sin hacer ruido y la veo allí acostada sin una sábana, cubriendo su hermoso cuerpo y veo que ella está usando solo una blusa, que tapa solo sus lindos pechos y una braguita minúscula.

- ¿No pensó que podría emborracharme y entrar aquí? - Pienso.

Mi demonio interior grita muy alto en mi mente diciendo: —Ella es tuya, ve allá y mata tus ganas de comer esa sexy apretada. Imagínese usted entrando en ella, aquella virgen, tan apretada, húmeda y caliente, esperando por usted. Vaya... Ella es toda suya. - intento no oírlo.

Me acerco a su cama y siento su perfume que me vuelve loco y mi demonio grita una vez más: —Deja de ser un cobarde y tómala. Vaya, vaya, vaya. Vaya, Dean.

- ¡No! ¡No voy a hacer eso! — susurró a mí mismo.

—¡Eres débil y cobarde! —En mi mente él habla por última vez y luego silencio total hasta que escucho su voz.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - Tu mirada cae en mi miembro duro - No quieres que yo...

— Es muy difícil para mí tenerte, y no tenerte al mismo tiempo. - La interrumpo - Usted es el mayor desafío que he enfrentado y todo porque mi necesidad en usted me está llevando al límite.

— No sé qué decir... - Me doy cuenta cuando tira de la manta escondiéndose de mí, y la culpa me hace dar la espalda, listo para salir de la habitación. - ¿Dean? - Me detengo cuando escucho tu voz, y me doy vuelta y miro tus ojos. - ¿Quieres que te ayude? - Apunta a mi erección.

Vuelvo a su cama, me bajo los pantalones y dejo mi miembro expuesto. Ella se arrodilla en su cama y pone sus manos sobre mí, mi cuerpo tiembla y se estremece con el tacto.

Ella hace los movimientos de ida y vuelta y yo enloquezco, miro mis ojos en ella y en todo lo que ella hace, mis gemidos salen incontrolables y yo llamo por ella que para y me mira.

— Dean... - Empujo a Hazel a la cama, y subo. Encima de ella sin soltar mi peso. Me doy cuenta de que se asusta, pero no tengo intención de hacer nada, solo necesito sentir, aunque sea un poco de cómo sería enterrarme en ella. Coloco mi pie entre sus muslos.

Me imagino dentro de ella, cada movimiento mío la hace retorcerse debajo de mí y yo acabo besándola. Sus manos me tiran cada vez más y cuando ella gime en mis labios por estar gozando, yo termino gozando también en sus muslos. Estamos jadeando y mi frente está contra la de ella.

— No creas que tengo sentimientos por ti solo por lo que pasó. Entiende que nunca he tenido un hombre que me haya provocado tanto sexualmente como tú. Eso está jodiendo mi psicología, haciéndome dudar de mí misma.

- En nuestra noche de bodas te haré un contrato para que lo firmes, en el que tú serás beneficiada y yo también, podremos explorar mejor todo lo que estamos sintiendo y tú no tendrás que comprometerte emocionalmente conmigo.

- No estoy entendiendo dónde entra mi beneficio ahí, ya que tendré que ser tu prisionera.

Me levanto y trato de limpiar sus muslos que están sucios gracias a mí. Después de limpiar, la ayudo a cambiar la sábana de la cama. La miro con otro deseo en mente.

- ¿Puedo dormir aquí esta noche?

- ¿Me estás pidiendo permiso para dormir aquí? - Firmo - ¿Prometes que no intentarás nada más?

—¡Sí, lo prometo! — ella mira de nuevo a la cama y sube yendo a la esquina, separando la sábana para que ella pueda cubrirse.

Ella se queda en la esquina frente a mí y yo me acuesto en el borde sin quitar mis ojos de los de ella. Apago la luz de la pequeña lámpara, y todavía hay una pequeña claridad en el cuarto que veo que viene del baño que está con la puerta entreabierta. Me cubro, y nuestros ojos, que hasta entonces no se han desprendido, pesan y nos dormimos.

Me despierto y la visión que tengo no podría ser mejor. Hazel está usando la misma sábana que yo y estoy abrazado con ella de espaldas a mí y mi mano está en el único lugar en que no debería estar y ni siquiera sé cómo mi mano llegó a su intimidad.

Pero su sueño pesado no le permitió darse cuenta de lo que está pasando y me alegro de ello. Me quedo allí un poco más disfrutando cada segundo abrazado con ella, hasta que mis dedos comienzan a explorar los labios de su intimidad. Ella comienza a demostrar señales de que va a despertar y yo saco mi mano de allí luego para que ella no perciba nada.