Cap #19

Al día siguiente en la mansión del visir Ei, se encontraban todos hablando sobre los extraños sucesos relacionados con la hija mayor de la casa. Se atrevían a hablar libremente sobre eso, ya que a los ojos de todos, Sansa no era apreciada por su propio padre.

-¿creen que siga viva? Escuché que su salud se había deteriorado mucho últimamente-, comentaba un sirviente que estaba limpiando el pasillo.

- Yo escuché que perdió la memoria y parece que tuvieron que trasladarla a otro lugar porque anoche empeoró. Algo le pasó a la hija mayor del Visir. Incluso me atrevo a sentir lástima por esa señorita-, dijo la otra.

-es difícil saber cuál de las hijas del señor tiene el destino más lamentable. Una que está recluida, enferma, sin un posible futuro y un padre que la ignora, mientras que la otra está próxima a casarse con el faraón-, volvió a hablar el sirviente.

-será mejor que sigamos trabajando. Si alguien nos escucha, nos meteremos en problemas-, volvió a hablar la otra.

Lo que no sabían es que, mientras ellos hablaban, había alguien escuchando, era Akmman quien al percatarse de que hablaban de Sansa se había detenido a escuchar. No había vuelto a tener noticias, por lo que estaba un poco ansiosa.

- Supongo que sigue viva y espero que no por mucho. Por lo menos los asesinos no hablarán, son de los que morirían antes de revelar quién está detrás, en caso de que hayan sido atrapados-, pensó mientras volvía a encaminarse rumbo a su habitación. Necesitaba información sobre lo que había pasado anoche y lo mejor era pedirle a la organización.

Por su parte el visir se encontraba con la gente en la que confiaba, quería empezar a cambiar a todos los que trabajan en la mansión, ya que ahora tenía total libertad para hacerlo porque Akmman ya no tiene con qué chantajearlo, así que les pidió conseguir gente de confianza que no fueran fáciles de sobornar. Especificó que cada nuevo sirviente tendría un buen pago, y que ellos tendrían una bonificación si se aseguraban de que fueran confiables.

El visir había decidido no escatimar en gastos para asegurarse de que su mansión tenga gente que le respondiera únicamente a él. Cuando estaba terminado con ese tema, un sirviente avisó que había gente del palacio esperando su presencia.

El enviado entregó la orden del faraón. Se especificaba que la hija mayor del visir Ei pasaba a ser la esposa del segundo príncipe. En el papiro también estaba escrito que el príncipe solo podía tener una esposa, y ninguna concubina. Además de que no había necesidad de ninguna ceremonia. El visir se sorprendió ante tal decisión del faraón, y después de que el enviado se haya marchado murmuró;

-es tal el rechazo del faraón por su hijo que quiere asegurarse de que este no pueda tener descendencia. Esto no puede ser tan simple como aparenta-. Decidido a tratar de averiguar qué había detrás de aquello, volvió a su salón de trabajo. Aún tenía que terminar el pedido del faraón.

Dos días después, los sirvientes de Sansa fueron enviados con ella, llevando uno de los papiros que se le había entregado al visir Ei, con la orden del faraón sobre el matrimonio. Generalmente se entregaban dos, una para el padre y otra para la hija dada en matrimonio.

Durante esos dos días, el visir también había logrado reemplazar a la mayoría de los sirvientes y guardias de la mansión, aprovechando que Akmman no había salido de su habitación. Ella se había encerrado desde que le notificaron que no había noticias sobre los asesinos que se había enviado detrás de Sansa. Estaba frustrada, porque ahora Sansa había sido enviada fuera de la residencia y ya no estaba a su alcance. Aunque, guardaba la esperanza de que esta haya sido herida y muera pronto.

-por ahora es mejor evitar cruzarse con el visir. Aunque si las cosas se complican, tendré que deshacerme de él-, se dijo a sí misma mientras se miraba en el espejo.

Marwa visitaba a su madre a diario, ya que ella le estaba enseñando cómo sobrevivir en el harén y ganarse al faraón. Marwa aún odiaba la idea de casarse con el faraón, pero no podía ir en contra de la orden, así que solo quedaba la opción de sobrevivir y aprovechar la situación como su madre le había dicho.

El día finalmente había llegado, se celebraba una fiesta en el palacio para darle la bienvenida a la nueva concubina del rey. Marwa sin dudas era bella, pero su belleza no tenía comparación con la de Sansa. El faraón al ver a Marwa estuvo complacido. Ella era, sin dudas, la más bella entre sus concubinas. Durante la fiesta el faraón se acercó a su prima y le dijo;

-te perdonaré el hecho de que trataste de ocultar a tu hija, pero no vuelvas a tratar de ser más inteligente que tu rey-. Akmman se mantuvo en silencio con la cabeza baja, sabía lo loco que estaba aquel hombre, así que era mejor no provocarlo.

Marwa por su parte, debía fingir estar complacida por la fiesta, aunque le daba asco todo eso. Y más pensar en que esa noche tenía que complacer al rey, quién era mucho mayor que ella y con un físico poco agradable a la vista.

- concéntrate, lo que importa es obtener su favor-, se repetía una y otra vez mentalmente. Estaba decidida a ser la mujer más poderosa del imperio y eso, como su madre se lo había dicho, era posible teniendo el favor del rey. Debía aguantar todo lo que le esperaba para conseguirlo.

El visir se encontraba cerca del rey bebiendo, y observando a Akmman, y de vez en cuando a Marwa. Podía imaginar lo que ambas mujeres tenían en la cabeza. Lo que ellas no sabían era lo vil que era el rey.

-espero que disfruten de la atención del rey-, pensó sonriendo mentalmente al imaginar a Akmman sufrir y más cuando se entere de cómo es en realidad el rey.

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