Acepto casarme

Aron salió de su habitación cuando ya no escucho a su mamá gritar, miro a su alrededor y su papá ya no estaba, él no tenía la suficiente fuerzas para defender a su madre, porque la única que se atrevía a defender a su madre era Cristina que no le importaba si también recibía algunos golpes, pero se metía, abrió la puerta y encontró a su madre acurrucada en el piso, ayudo a su madre a sentarse vio sangre en su boca y su rostro estaba verde más un ojo hinchado.

Aron sintió importancia solo esperaba crecer un poco más y votar a su padre de la casa que no le pertenece a él sino a su madre, porque es herencia de su abuela, el tomo un trapo limpio y limpio la sangre de la boca de su madre, también limpio sus lágrimas que al final él tampoco pudo contener sus llanto y lloro junto a su madre.

Maura---: No llores hijo, ya pasará el dolor.

Aron---: Deja que papá se vaya con Jorge, yo no quiero ser millonario yo solo quiero estar contigo, buscaremos juntos a Cristina.

Maura---: Si hijo buscaremos a Cristina para estar los tres juntos.

En España, José preparaba todo para recibir a su novia, ese día ella llegaría de Japón dónde ella culminó con éxito su seminario, él ponía la mesa y encendía las velas, también había preparado un gran regalo para ella, esperando que le guste, el timbre sonó y él se apresuró a abrir la puerta con una sonrisa en sus ojos, pero al abrir la puerta se encontró con el rostro de Cristina, cerro sus ojos y la voz de Romina retumbó en su mente.

Romina----: Llegue amor, estoy aquí junto a ti.

José---: Romina mi amor cuánto te he extrañado, no me vuelvas a dejar.

Romina----: Nunca lo haré, te juro que estaré a tu lado así tú me dejes de amar.

Romina no dejaba de abrazar a José, conversaban mientras cenaban, ella le contaba todo lo vivido en Japón, José solo se limitó a escucharla, pero su plática quedaba en el aire porque José se perdió en sus pensamientos, tampoco entendía por qué razón se le venían recuerdo que vivió con Cristiana, y su hermoso rostro se quedó grabado en su mente, que solo el llamado de Romina lo saco de ese trance que él se había sumergido.

Romina----: Amor estás raro, creo que es mejor que me vaya.

José---: No mi amor no te vayas, es solo que deje cosas pendientes en Ecuador, pero te aseguro que ya mi madre resolverá todo y estaré solo para ti, mira te tengo un regalo espero te guste.

Romina tomó la caja de regalos y la abrió, como José era detallista, el verdadero regalo estaba dentro de muchas cajas, ese detalle le agrado mucho a Romina, ella abrió y abrió cajas sobre cajas, hasta encontrar una caja negra de tercio pelo que al abrirlo sus miradas se iluminaron, era el anillo de compromiso que él, le había comprado hace algunos meses atrás.

José---: Te quieres casar conmigo.

Romina----: Por supuesto amor, estoy tan feliz, te amo (lo besa).

Mientras tanto en Ecuador, Yolanda había contratado a tres hombres por medio de unos de los empleados de confianza, ellos eran pandilleros y tenía muchas experiencias en las calles y trabajo sucios.

Sujeto---: Para que soy bueno patrona.

Yolanda---: Dicen que ustedes hacen algunos trabajos ilegales.

Sujeto 2---: Lo que usted nos pida, claro si hay un buen pago por delante.

Yolanda---: Perfecto, en los semáforos de la ciudad hay una joven vendiendo caramelos ella es de piel morena, no tan morena es más bien es de piel canela, sus ojos son negros y tiene los cabellos largos hasta la cintura.

Sujeto 3---: Es la chica bonita que te gustó.

Sujeto---: ¿Que quiere que haga con ella?

Yolanda---: Pueden desaparecer la de la ciudad.

Sujeto---: Quiere que la matemos.

Yolanda---: No, solo secuestrarla y llevan lejos de esta ciudad.

Sujeto---: No importa si la vendo.

Yolanda---: Hagan lo que quieran con ella, solo alejala. De esta ciudad.

Sujeto---: No se preocupen señora, la llevaremos bien lejos de aquí.

Yolanda entregó un sobre manila con un millón de sucres a los malhechores que había cobrado para desaparecer a Cristina, ellos salieron de la casona Muñoz prácticamente festejando por su gran pago, y salieron en busca de Cristina.

Como era un poco de noche Cristina había vuelto al hospital para descansar, aprovecho el descuido del guardia e ingreso a una habitación de hospitalización, pidió permiso al paciente que está ahí y se duchó, tenía mucho tiempo que no se bañaba. También aprovecho para medio lavar su ropa, la torció bien y la metió en su funda al salir dió gracias al paciente y salió un poco relajada.

Cristina---: Que rico, ahora bebé vamos a comer algo.

Cristina como se sentía limpia decidió comer en un restaurante, se sentó al ventanal porque desde ahí podía apreciar el hermoso mar y el sol que estaba por ocultarse, como su ropa era sencilla unas de las empleadas se acercó para ofrecerle otra mesa, ya que esas mesas son exclusivas para clientes con dinero o turistas. Cristina entendió y obedeció a la mesera, pidió arroz y comió con gusto, era su primer intento en todo el día, después de comer, se alejó del restaurante y camino por la calle con dirección al hospital, pero en el transcurso se encontró con una tienda donde exhibían ropa de bebé.

Cristina ingreso, todo le pareció hermoso, como no sabía el sexo de su bebé, decidió comprar un conjunto blanco. Lo cancelo y salió haciéndose la idea de lo hermoso que se va a ver si bebe con el conjunto blanco, cuando estaba por llegar, unos hombres estaban robando a una mujer de mediana edad, como le tenían boca tapada ella no podía pedir ayuda, Cristina pidió ayuda mientras les lanzaba piedras que en lugar había muchas y ella lanzaba con muchas fuerzas.

Cristina---: Auxilio están matando a una mujer (grita).

Sujeto 2---: La caramelera.

Sujeto---: Atrápala.

Cristina no iba a permitir que ellos roben aquella mujer y cuando el sujeto se acercaba ella le lanzó una piedra de lo cual lo golpeó fuerte que lo dejo casi inconsciente, el hombre que tenía a la mujer con la boca tapada, la soltó para agarrar a Cristina, pero como sus gritos alarmaron a las personas que estaba cercas ellas fueron a su ayuda no le quedó de otra a aquellos hombres que ayudar a su compañero y salir del lugar antes que los atrapen y los linchen.

Brenda----: Gracias, niña.

Cristina---: Me alegró que esté bien.

La gente las ayudo, los malhechores no se salieron con la suyas, la gente se preocupó al saber que aquel lugar estaba rondando personas no deseada.

 Brenda----: ¿Cómo te llamas?

Cristina---: Me llamo Cristina.

Cristina se despidió, y regreso al hospital, en esas semanas que ella ha estado en la calle es la primera vez que se enfrenta a esas personas agresivas.

Por su parte Brenda Véliz llega a su departamento, donde vivía con su esposo Víctor Zambrano, ellos tenían años casados, pero por la enfermedad de Víctor no pudieron tener hijos, Víctor Zambrano padecía de cáncer testicular, estaba en su última etapa, él no quería dejar sola a su esposa y siempre le pidió que se divorciaran y que ella rehaga su vida, Brenda siempre se rehusó porque ella ama a su marido y juro un día estar en las buenas y malas con él.

Brenda----: ¡Hola amor! Al fin llegué.

Víctor---: Estás asustada ¿qué paso?

Brenda----: A lo que venía, me quisieron asaltar, si no fuera por una niña estoy segura de que esos sujetos se hubieran salido con las suyas, sabes mi vida que es la misma niña, que mañana tengo que intervenir, han informado que ella duerme en el hospital y que vende caramelos en los semáforos.

Víctor---: Ahora le debes la vida, si ella está ahí es porque no tiene donde vivir, talvez la corrieron de su casa o quedó huérfana.

Brenda----: No sé, pero mañana salgo de duda, la joven es bonita, más o menos tiene unos 15 a 16 años.

Víctor---: Si no tiene familia podemos adoptarla así no quedarás sola.

Brenda----: Mi amor no digas que te vas, y adoptar no es fácil, hay que revisar sus antecedentes.

Víctor se sentía desesperado, no quería morir dejando a su esposa sola, con responsabilidad de su restaurante más su trabajo y encima de sus hombros el dolor de su muerte, él es el dueño de todo ese edificio, también tenía un edificio en la ciudad de Manta donde alquilaba departamento, también tenía varios restaurantes en la ciudad en especial una que queda muy cerca del la playa, pero de que le servía tener esas riquezas si no la va a disfrutar y no tendrá a quien dejarle más que a su esposa.

Al día siguiente, en la mañana, Cristina se dirigía al semáforo para vender sus caramelos, pero en un lugar solitario, aquellos hombres la esperaban.

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