Capitulo 14 - Paseo

Después de colocarse unos jeans anchos, una blusa con los hombros descubiertos y unos zapatos deportivos Clarissa salió de su habitación para reunirse con Alejandro, quien llevaba un pantalón oscuro, una camisa manga corta y unas botas marrón claro.

Cuando salieron Cassandra estaba emocionada, desde que había llegado a la ciudad era la primera vez que salía de paseo y salir con ese hombre tan guapo la emocionaba aún más, a la vez que iban en el auto de él.

El camino estuvo lleno de recuerdos para ambos, porque había sido como si el playlist de Alejandro hubiera estado organizado para reproducir canciones que rememoraban situaciones de la vida de ambos.

-¿Cuánto tiempo llevas bailando? – preguntó Alejandro al ver un toque de tristeza en el rostro de su acompañante

-¿Cómo sabes que bailo? –  ella estaba asombrada al escuchar la pregunta de él

-Te vi bailando cuando salí a correr, escuché la música y no pude evitar asomarme – respondió mientras la miraba con el rabillo del ojo

-Casi toda mi vida he practicado – respondió ella con sinceridad

-Me parece que lo haces muy bien, fue hermoso lo que vi – ella agradeció con una sonrisa

Durante el resto del viaje él intentó llevar el ritmo de la conversación, quería que Cassandra tuviera un día diferente y no pensara en eso que la atormentaba.

Unos pocos minutos después llegaron a un pequeño pueblo que se encontraba en las afueras de la ciudad, a pesar de estar tan cerca de la ciudad era bastante pintoresco, sus calles eran de piedras y se veían pequeñas casas con grandes ventanales, a la vez que había un gran numero de tiendas y restaurantes.

Al llegar los dos pasearon un rato por las calles de aquel hermoso lugar, para después salir del pueblo y recorrer un poco de la naturaleza que lo rodeaba, ya que había caminaderos para los turistas, cuando se cansaron se sentaron en un claro y Cassandra aprovechó para tomar un poco de sol.

Alejandro solo podía ver como el sol hacia que su cabello se viera más radiante, haciendo que no existiera nada más que ellos dos en ese lugar.

Cuando volvieron al pueblo ya los dos tenían mucha hambre, así que fueron a un restaurant que Alejandro ya conocía y que era excelente en la preparación de diferentes cortes de carne, él escogió un platillo y ella pidió lo mismo que él.

Mientras comían él fue a tomar la sal y por accidente rozó la mano de Cassandra, sintió un corrientazo que le recorrió todo el cuerpo, era algo extraño para él, mientras que ella se sintió inquieta, haciendo que se preguntara que era eso y porque lo había sentido precisamente con él.

Los dos retiraron sus manos a la vez y se sumieron en sus pensamientos, él no se creía que esa chica despertara sentimientos que él había enterrado en el fondo de su corazón y que se negaba a sentir nuevamente, tenía ganas de salir corriendo de ese lugar y no volverla a ver nunca más.

Estaba aterrorizado, no podía hacerle eso a la memoria de Angelica y por otro lado, se sentía tan bien estar tan cerca de ella, había logrado cubrir un poco ese vacío que lo estaba devorando, debía ser fuerte y no dejarse llevar por la atracción de un momento.

-¿Te encuentras bien? – Preguntó al verlo tan pensativo

-Si – solo podía pensar en lo mucho que latía su corazón

-¿Qué otras cosas te gusta hacer además de bailar? – Alejandro necesitaba pensar en otra cosa rápidamente

-Me gusta cocinar, sobre todo preparar postres, lo aprendí en el convento donde vivía y me encantaba – Cassandra se preguntó como estarían las mojas, hacia tanto tiempo que no sabía de ellas

-¿Vivías en un convento?, ¿ibas a se monja? – Cassandra reía divertida por las preguntas de Alejandro

-Vivía con ellas, pero nunca se me ocurrió ser monja

-¿Y tus padres? – siguió preguntando él

-A mi papá no lo conocí y a mi mamá no la veo desde hace mucho – respondió ella con algo de tristeza

-No debí preguntar, a veces suelo ser muy indiscreto, ¿Qué te parece si vamos a caminar? – ella aceptó y salieron

Mientras tanto en la ciudad Joaquín acababa de terminar su sermón y estaba quitándose su sotana, estaba feliz ya que sentía que sus palabras habían llegado a todos sus feligreses, miró su reloj y notó que estaba a tiempo para hacer algunas cosas que tenia pendientes, cuando alguien lo hizo voltear.

-Padre, ¿Cómo esta? – preguntó Augusto el padre de Alejandro

-Bien, ¿en que puedo ayudarte? – preguntó Joaquín serio

-Padre no quiero molestarlo, pero hay algo que necesito hablar con usted y ese tema es Alejandro - ya Joaquín sabia la razón sin que la dijera

-Vamos a mi oficina – le dirigió el camino y al llegar tomaron asiento

-Dime que es lo que quieres hablar acerca de tu hijo, hasta donde sé el es un buen muchacho – Augusto se sintió incomodo ante las palabras de Joaquín

-Se fue de la casa y yo no quería que él tomara esa decisión, Isabel ha estado llorando al pensar que todo sucedió por ella…cuando volvió al país pensé que estaríamos más unidos después de lo que le sucedió – le dijo Augusto

-¿Qué esperas de Alejandro? – inquirió Joaquín

-Quiero que vuelva a la casa y que viva con nosotros como la familia que somos, y por supuesto quiero su respeto

-Eso ultimo debe decidirlo él, no es algo que yo pueda decirle que haga

-Él te escucha y te aprecia mucho, por lo que sé que podrás ayudarme a convencerlo de que vuelva a la casa y que debe poner a la familia por delante de todo – Joaquín estaba analizando las palabras de Augusto

-¿Tu pones a tu familia ante todo?

-Sabes que soy un hombre muy ocupado y a pesar de todo he intentado que pasemos tiempo juntos, aunque últimamente no coincidimos en nada

-Creo que deberías darle su espacio, ya es un hombre adulto y no puedes obligarlo a hacer nada que no quiera, tampoco a compartir su espacio con alguien que no le parece – Augusto no estaba contento con la respuesta de Joaquín , por lo que pensó que lo mejor era hablar de frente con Alejandro en cuanto pudiera

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***