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Helena acababa de despertar, le dolía mucho el cuerpo y sentía un frío inusual, en ese momento alguien tocó la puerta, Helena no dijo nada, entonces Consuelo entró sin permiso e inmediatamente comenzó a hablar:

—Tu padre llama, necesitas hablar con tu prometido, no sabemos lo que quiere, pero tu padre dijo que si el señor Medina cancela la boda por cualquier motivo te venderá a una mafia rival, dijo Consuelo .. y pronto se dispuso a salir de la habitación, pero luego se dio cuenta de que Helena estaba tratando de levantarse.

-¿Qué tienes?- preguntó Consuelo mientras caminaba hacia Helena y en ese momento vio sangre en las sábanas, ella también pudo haberlo hecho, Helena fue golpeada como a un animal por lo que quedó bastante herida, sobre todo en las piernas y atrás.

—Tienes fiebre alta, se lo voy a decir a tu padre —dijo Consuelo y luego salió corriendo.

Al ver eso Helena se quedó muy confundida, pero ni siquiera podía levantarse y no tenía tiempo para pensar en nada.

Unos minutos más tarde, Marta entró en la habitación cargando un botiquín de primeros auxilios, se sentó junto a Helena y comenzó a cuidarla, limpiándole las heridas y dándole medicamentos para la fiebre.

Helena se limitó a hacer algunas muecas de vez en cuando, hasta que abrazó fuerte a Marta y luego habló entre lágrimas:

—Te quiero conmigo donde quiera que vaya, me guste o no, eres lo más parecido que tengo a una madre de verdad, dijo Helena y luego besó a Marta en la mejilla.

—Acepto con mucho gusto este título, ahora enfrentémonos a la bestia, hoy tiene al diablo en su lugar – dijo Marta, haciendo sonreír a Helena.

Marta ayudó a Helena a levantarse y pronto se dirigieron juntos al gran salón, como ella solo era una sirvienta, Marta fue prácticamente expulsada del cuarto por Elías, quien pronto le pidió a Helena que se sentara a su lado y luego le dijo:

—Quiero escuchar cada palabra que dice tu viejo, sabes, necesito cuidar la mercancía antes de entregársela al dueño, dijo Elías en tono burlón.

Al escuchar eso, Helena miró su propio cuerpo, sonrió amargamente y dijo:

—Si eso es cuidarte, prescindo de tus servicios permanentemente, dijo Helena y luego se alejó del hombre que se hace llamar su padre.

Se miraron un rato, sus miradas eran complicadas, de repente sonó el teléfono de Elías y como ya sabía quién llamaba, Elías inmediatamente le dijo a Helena que atendiera la llamada.

—Buenas noches señor Medina, soy Helena, dijo con voz serena mientras aparentaba estar tranquila.

—Buenas noches, querida, sólo llamé para escuchar tu voz, dijo Guilherme, haciendo que Helena esbozara una pequeña sonrisa.

—En realidad quiero tu número de teléfono, para que podamos intercambiar mensajes sobre la boda, estoy muy ocupado y seguramente este será nuestro medio de comunicación hasta el día de la ceremonia - dijo Guilherme con voz muy tranquila, dando a entender que Era un hombre amable, completamente diferente a lo que la gente dice.

—Te enviaré un mensaje a este número de aquí, ¿vale?

—Sí claro, ahora quiero saber cómo será la boda, ¿iglesia, registro civil o ambas?- preguntó Guilherme.

En ese momento, Helena miró a Elías y sin esperar ningún consejo, Helena le dio una media sonrisa y luego habló:

—Quiero los dos y a ser posible el mismo día, además quiero una fiesta bonita, dijo Helena y luego se mordió el labio tratando de reprimir su nerviosismo.

Guilherme soltó una carcajada y luego dijo:

—Pensé que me iba a quedar sin forro el día de la boda, menos mal que somos parecidos y nos gustan las fiestas, tendrás la boda más grandiosa de toda Francia.

—Gracias señor Medina, si no le importa, necesito desconectarme ahora, estudié todo el día y estoy muy cansada, dijo Helena, ya un poco avergonzada.

—Oh, esto es realmente muy molesto, tenemos que revisar tus horarios, podemos continuar nuestra conversación mañana, dijo Guilherme y luego cortó la llamada.

En ese momento Consuelo estaba mirando fijamente a Helena, como la llamada estaba en el altavoz, se dio cuenta de lo amable que es el señor Medina y de repente recordó las amenazas de Helena.

“Ni siquiera soy alguien a quien destruir, Elías necesita tener los ojos abiertos para que no lo tomen por sorpresa, claro que no voy a decir nada, eso también me conviene”, pensó Consuelo mientras continuaba. Mira a Helena.

Teniendo el celular de Elías en sus manos, Helena inmediatamente le envió su número al señor Medina y luego arrojó el celular en dirección a Elías, quiere evitar cualquier tipo de acercamiento.

Al ver que no era necesario estar allí, Helena salió de la habitación y luego caminó hacia la cocina, donde encontró a Marta, se sentó a la mesa y pronto Marta se preparó para servirle la cena como de costumbre.

—Come con nosotros—dijo Elías llegando por sorpresa.

—La comida ya está servida, de hecho prefiero quedarme aquí en compañía de Marta, dijo Helena sin siquiera molestarse en mirar a su padre.

—Eso no me interesa, solo haz lo que te pido.

Queriendo evitar problemas con su padre, Helena simplemente salió de allí resoplando de ira, caminó hasta el comedor y se sentó lejos de sus padres.

Al ver eso, Elijah dio una media sonrisa y luego dijo:

—¿Has renunciado a querer conquistar nuestro amor?- Preguntó Elías en tono burlón al recordar todo lo que leyó en el diario de Helena.

—Sí, dijo y luego empezó a servirse.

Al escuchar eso, el ceño de Elijah se hizo más profundo.

—¿Eso es lo que llamas amor?- preguntó Elías alzando las cejas.

—Rendirse también es una prueba de amor, no hacia los demás, sino hacia mí misma, dijo Helena y luego bebió un poco de agua.

Al escuchar esas palabras, Elías tragó saliva y luego dejó de molestar a Helena y comenzó a comer en silencio.

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