capitulo 6

Capitulo 6.

(Tyler)...

Ya es casi de madrugada y se han ido varios invitados de la fiesta, Christopher se despide abrazado, a una chica que de seguro harán más que solo dejarla en su casa y Bruno está fumando un cigarrillo en el sofá de la sala. Mientras qué yo salgo al jardín a buscar mi celular que he dejado al lado de la piscina.

_ Tyler, aún deseo entregarte mi regalo de cumpleaños _ me dice Margareth al verme caminar solo en el jardín.

_ No juegues con fuego Margareth, sabes que yo no soy el tipo de hombre que se detiene ante una propuesta como esa _ le respondo.

_ Estoy aquí por ti, llévame a tu habitación y verás que no estoy jugando _ me responde, acercándose rápidamente, colocando su mano sobre mi pecho para luego bajar suavemente hasta la pretina de mi pantalón.

_ Sabes que no puedo _ le quito la mano _ Le hice una promesa a tu hermano y no puedo fallarle.

_ Prometo que Christopher jamás se enterará _ me susurra al oído.

Camino hasta la casa, tratando de ignorarla, pero me sigue como una animal en celo, veo que Bruno se quedó dormido en el sofá con el cigarro encendido. Y ni modo, le hago señas a Margaret para que suba a mi habitación, mientras yo apago el cigarrillo de Bruno en el cenicero.

Luego subo hasta mi habitación en donde encuentro a Margareth esperándome de pie, únicamente en ropa interior.

_ Vaya que eres osada _ le digo al verla.

Margareth sonríe y se me acerca para morderme el lóbulo de la oreja izquierda.

_ Te deseo _ me susurra al oído.

La observo, mientras ella me desabrocha el botón del pantalón. Y un segundo después ya la tenía en mi cama desnuda sobre mi cuerpo, colocando ella misma el preservativo en mi entrepierna.

 Primero comenzó a moverse despacio y luego aceleró el ritmo como toda una experta. Porque virgen no lo es, por el hecho de que entró sin ningún problema.

_ Tyler, Tyler _ grita mientras incrementa el ritmo de sus movimientos.

Yo me dejo consentir, me besa y me muerde el labio inferior tan fuerte que me duele. La tomo y la apartó para luego dejarla en cuatro a la orilla de la cama, dándole con mucha rudeza lo que ella pedía a gritos.

  Hecho mi cabeza hacia atrás, incrementando la sensación hasta que me corro dentro de ella.

_ Delicioso _ me dice esperando un gesto de cariño de mi parte.

Tomé mi ropa y me vestí ignorando su presencia, para luego salir de mi habitación e ir al jardín a buscar un trago para mojar mi garganta.

_ Excelente fiesta me dice Andrea, quien está recostada en una reposera.

_ Pensé que ya no quedaban invitados _ le digo acercándome.

_ Te estaba esperando, para darte tu regalo de cumpleaños _ responde mientras me toma de mi sudadera para llevarme hasta ella.

Yo, como buen soldado, accedí de inmediato llevando mis manos a esas dos grandes montañas que me vuelven loco cada vez que las toco. Sintiendo como mi amigo vuelve a estar listo para la acción, desabotonando mi pantalón para luego colocarme el preservativo que traía en el bolsillo.

Me recuesto en la reposera y Andrea se levanta para comenzar a desnudarse quedando frente a mis ojos como Dios la trajo al mundo.

_ Toca lo que tanto deseas _ le ordeno.

Guarda silencio y obedece como la mejor sumisa que tengo, posando su mano en donde le pedí, mientras su lengua saboreaba mi boca, para luego tomarla con mis dos manos para dejarla sentada sobre mi cuerpo.

_ Muévete, rápido y profundo _ le ordeno apretando sus glúteos con mis dos manos para acelerar cada vez más los movimientos.

_ Tyler _ escucho mi nombre a lo lejos.

Pero no le presto atención y sigo disfrutando el momento que me da Andrea con su cuerpo, haciéndome sentir en las nubes con sus certeros movimientos.

_ Tyler _ vuelvo a escuchar, pero esta vez a solo unos pasos de mí.

Detengo los movimientos de Andrea y volteo a ver quién me habla con tanta insistencia.

_ ¡Cómo, puedes hacerme esto! _ me grita Margareth.

Me levanto y le ordeno a Andrea que se vista, acomodo mi amigo dentro de mi ropa con toda la calma del mundo y me paro en frente de ella.

_ Quién carajos te crees para venir a gritarme en mi propia casa _ le grito en la cara.

_ Como puedes estar con ella después de haberme entregado a ti hace solo unos minutos _ me dice mientras llora como una niña tonta.

_ ¿Quién te crees para venir a pedirme explicaciones? Margareth, veo que tienes un grave problema psicológico, puesto que tú no eres nadie en mi vida y si te tomé, fue porque me diste lástima _ le suelto, viendo como su cara se va desfigurando al escuchar mis palabras.

_ Ahora vete, antes que llame a Christopher para que te interne en un manicomio _ le digo muy molesto, puesto que la muy tonta piensa que después del polvo que tuvimos, puede venir con reclamos.

_ Andrea, vamos a mi habitación para seguir en lo que estábamos _ le digo a una de mis sumisas favoritas que tengo en la escuela.

Asintiendo ella de inmediato, ya que sabe muy bien que yo no ruego, más bien ordeno.

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Al día siguiente...

Me despierto con un fuerte dolor de cabeza, veo que en mi cama aún tengo a Andrea desnuda y profundamente dormida.

Me levanto, entro al baño que está en mi habitación y me ducho, mientras voy recordando cada momento que viví el día de ayer.

Margareth, la recuerdo desnuda sobre mí y presiento que ella será un verdadero dolor de cabeza, porque no debí haber hecho lo que hice con ella en mi cama. Porque si Christopher se entera, no me perdonará jamás, puesto que rompí nuestra promesa.

Al salir de la ducha, me visto y salgo a ver si Margareth aún se encuentra lloriqueando en el jardín, para exigirle que guardé silencio.

_ Qué noche la de ayer _ me dice Bruno quien viene con dos latas de cervezas en la mano.

_ Inolvidable _ le respondo, recibiendo la cerveza que me entrega.

_ Sexo, alcohol y hasta un golpe, me dieron por la cabeza _ sé ríe.

_ ¿Está bien la herida? _ le pregunto.

_ Sí, solamente fue un rasguño y recordando como fueron las cosas, bien merecido me lo tenía _ me dice empinádose toda la cerveza.

_ No tienes remedio y agradece que saqué a patadas a esa chica, puesto que en tu estado de ebriedad ella te hubiese pateado el trasero si no la detengo.

_ No digas estupideces, ya veré como me vengo de esa mosca muerta que se atrevió a golpearme _ me responde apretando con su mano la lata de cerveza.

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