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Los días habían pasado sumamente rápido y con ellos mi dolor iba disminuyendo. En cumpleaños número 80 de Amelia era mañana, la verdad es que me hubiese gustado poder faltar a esa fiesta. Sabía de antemano que personas muy importantes iban a venir y aunque no sentía miedo de saber que muchos de ellos eran mafiosos, vivo entre mafias desde hace más de seis meses, si estaba nerviosa no me gustaban las fiestas de gente de plata. Porque lo único que sabían hacer era restregarse los últimos modelos de sus autos o las nuevas adquisiciones inmobiliarias. Odiaba esas charlas y odiaba que cuando las amigas de Amelia venían a visitarla me miraran de arriba a abajo por como yo me vestía. Señoras por favor salgo de acá y voy a otro trabajo no puedo andar de vestido y tacones todo el día.

Este es un regalo mío para que uses mañana- me dijo con una sonrisa Nataly, mientras me daba una hermosa caja con un moño - es un regalo por todo lo que has hecho por mi madre, aunque no es mucho-

No es necesario que me des nada, me siento muy satisfecha con todo lo que ustedes dan y hacen por mí- le dije sorprendida por el regalo.

Hija, sé que para ti este trabajo es normal, pero lo que has logrado con mi madre nadie pudo lograrlo en los años que ella cayó en depresión. No voy a preguntarte el porqué de tus días libres y tu llegada después, creo que debes hablar cuando te sientas listas, pero si voy a agradecerte siempre lo que has logrado con ella- me dijo secándose una lágrima que se le escapaba y dándome el más cálido abrazo que podría haber sentido, aparte del de Amelia.

Muchas gracias, en verdad no sé cómo agradecerte todo esto- le dije sonriendo.

Mañana recuerda que tienes que venir desde la mañana directamente hasta la noche- me dijo sorprendiéndome. Había olvidado avisarle a mi jefe aunque los sábados eran días que nos podíamos tomar sin problemas.

Le avisaré hoy mismo a Cagnelo así no se molesta- le dije mientras depositaba la caja en mi moto.

Ya le hice saber yo, espero que no te moleste, Cagnelo es un hombre de confianza de mi hijo y es uno de los que sabe que una orden mía o de cualquiera de esta familia se cumple sin peros ¿te dijo algo por el viaje?- me pregunto seria.

No la verdad no, solo pregunto si lo había disfrutado, eso me pareció raro, pero no soy tonta sé que ustedes manejan varios de los negocios más importantes de Sicilia y también sé que Cristián es la mano derecha de tu hijo y quien se hace cargo de velar porque llegue a casa sana y salvo- sabía desde hacía mucho que cuando me retiraba a la noche un auto me seguía hasta que entraba en la torre donde vivía.

Veo que eres muy astuta, mi madre pidió que siempre hubiese alguien dispuesto a ayudarte, vuelvo a decirte eres un miembro más de esta familia, jamás podremos agradecerte con acciones o palabras lo que haces, pero volaremos siempre por tu seguridad- me dijo para darme un beso en cada mejilla y luego alejarse -nos vemos mañana preciosa- agitó su mano por encima de su cabeza, mientras yo miraba como subía las escaleras principales hacia la puerta de su casa.

Hasta mañana- dije en un susurro, me puse mi casco y regresé a mi casa.

Luego de un baño superrelajante, me dispuse a abrir la caja que me habían dado. La sorpresa quedó tallada en mis ojos, era un hermoso vestido azul brilloso con un juego de collar, aros y pulsera y unos zapatos negros de taco con brillos. Por dios jamás había visto algo tan hermoso, tenía que probármelo sin dudar dos segundos más. Tarde un poco en poder subirme el cierre de la espalda, pero mi reflejo en el espejo de mi pieza era el de una hermosa princesa. El vestido tenía un tajo que dejaba parte de mi pierna derecha al descubierto, mostrando algunos de mis tatuajes. Lo cierto es que tengo varios tatuajes en mi cuerpo, un total de 23, pero amo cada uno de ellos y tienen un significado tan importante para mí que la verdad lo que otros piensen me es muy irrelevante. Por primera vez en casi dos años me sentí hermosa de nuevo, toda una dama de sociedad, Nataly tenía un gusto espectacular para la ropa, ya me había quedado claro en el viaje a la playa.

Me saque con cuidado todo y lo deje acomodado de nuevo, era tiempo de dormir porque mañana sería un día muy, muy largo.

Me levanté temprano para poder arreglar todo e irme a trabajar. Guarde con mucho cuidado la caja en una bolsa así de esa manera la podía atar en la parte de atrás de mi moto sin siquiera marcar la caja con la soga.

Llegue como siempre a la mansión y guarde mi moto en el garaje. Entre con la caja en las manos, salude a todas las sirvientes de la cocina y me fui a la habitación de Amelia a prepararla.

Muy buenos días, abuela FELIZ CUMPLEAÑOS- le dije cuando ingrese en su cuarto.

Muchas gracias mi pequeña- me dijo mientras se acomodaba sobre las almohadas para sentarse en la cama.

Te he traído tu regalo- dije mientras buscaba en mi cartera un pequeño paquete.

No deberías haberte molestado- me dijo abriendo el sobre y sacando su contenido. Automáticamente, vi en sus ojos la emoción mezclada con tristeza. Era una fina cadena de plata con un dije en forma de colibrí con una piedra de color violeta en su panza.

En mi país dicen que cuando un colibrí viene a visitarte, en realidad son los que se fueron que están mostrándote que están bien y que te cuidan- le dije mientras tomaba la cadena y ella dejaba que se la colgara en su cuello.

Es tan delicada y hermosa, gracias mi niña- dijo abrazándome.

Bien es hora de levantarse a desayunar, voy a dejar esta caja aquí y a la tarde nos cambiaremos- le dije secándole las lágrimas.

La mañana transcurrió de manera normal, la fiesta comenzaría a las 8 de la noche, así que para poder matar tantas horas, me puse a ayudar en la cocina a las cocineras. De paso aproveché para preparar un pastel para merendar a la tarde en compañía de Nataly, Sofía, Isabella y obviamente la cumpleañera.

Ya habían avisado que a las cinco llegaría un grupo de peluqueros, maquillados y asistentes para ayudarnos a prepararnos para la fiesta, no es necesario decir que también se harían cargo de mí, por orden de Amelia y Nataly yo era un miembro más de la familia y debía de gozar más o menos de los mismos mimos que cualquier mujer de la familia. Ni siquiera me dejaron protestar, pero bueno antes de eso había que cantar el feliz cumpleaños en familia. Y por suerte así pudimos hacerlo.

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