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La verdad es que me acomode muy fácil a mi rutina de trabajo con Amelia. Al principio ella era medio reacia a hacer cosas por si sola, pero ahora que pasaron casi 3 meses, hasta me sorprende ver que le pone más empeño, sobre todo a ponerle mermelada a las tostadas para que me las coma, no entiende que no me gustan, pero para verla tranquila hago un buen esfuerzo. En cuanto a las comidas, ya no se niega a probar cosas nuevas, de hecho a la tarde hasta le enseñé a tomar mates. Lo cierto es que yo si soy muy matera, antes no podía vivir sin él y cuando un día en el supermercado vi que vendían yerba no me resistí, y bueno ahora hasta ella toma conmigo.

Sofía pasa la gran mayoría de las tardes con nosotras, al principio Nataly me quiso dar los domingos libres y un sábado cada quince días, lo cierto es que prefiero trabajar, así que solamente le pedí el 24 de septiembre y el 25 de septiembre los francos sin explicarle el porqué, pero tampoco pregunto. Me los concedió sin problemas, así que trabajo de lunes a lunes y solamente esos dos días al año voy a tener libre.

Lo bueno es que también conseguí otro trabajo, si es cierto me esfuerzo demasiado, al principio Amelia me quiso aumentar el sueldo por el mismo tiempo con tal de que no trabajará de otra cosa, pero entendió cuando le dije que el problema no era el dinero, sino el pasar tiempo sola en casa. Así que aparte de mis tres visitas diarias en su casa, también trabajo en una mensajería de 13.30 de la tarde a 16.30.

Hasta me dieron una moto para poder hacer todos los repartos, por suerte yo ya manejaba antes así que solo fue acostumbrarme a las calles y los diversos barrios. Todavía me acuerdo de la cara de los guardias de la entrada de la casa cuando me vieron con la moto y mi mochila de pedidos, agradezco que sabían quien era, pero sus caras fueron impagables. Los días transcurren sin problemas y hasta realmente desconfío que esta sea una de las familias más poderosas de Italia, pero debo admitir que lo disfruto mucho.

Querida ¿porque no vamos al jardín a tomar el té?- me pregunta Amelia mientras me ve buscar un par de cosas en la cocina.

porque hoy te voy a hacer unas pepas- le digo sonriéndole.

¿qué son pepas?- me pregunta Sofía mientras me ayuda con los ingredientes.

Son unas galletas, con forma redonda y dulce de membrillo en el centro. Las preparo en cinco minutos, las dejas enfriar y te vas a querer comer toda la bandeja- le digo mientras comienzo con la preparación.

Lo cierto que es las sirvientas se encargan de todo esto, pero yo disfruto mucho de cocinar y mostrar todo lo que sé. La última vez les hice un bizcochuelo, pero Sofía no pudo aguantar a que se enfriara para comer un pedazo, grave error, a la noche estaba superdolorida de la panza y su padre gritándome que yo era la culpable. Hasta que Nataly y Amelia salieron a mi rescate, creo que de no ser por ellas, él me hubiera abofeteado. A veces Mario me da miedo en muchas cosas, pero es de todos los de esta casa que me trata mal, no saluda, tiene momentos donde me grita, hasta que alguien lo escucha y le dice a Amelia, eso solo hace que me odie más, pero por lo menos me deja en paz un par de días.

¿En qué estás pensando?- me dice Amelia viendo que deje de amasar.

En nada, solo recordaba bien las proporciones- mentí, pero a veces es lo mejor.

Una vez que estuvieron en el horno, me dispuse a preparar la chocolatada de la niña y el té de la señora, como teníamos música de fondo, instintivamente me empecé a mover causando una amplia sonrisa en las dos mujeres que esperaban sus bebidas.

No sabía que también bailabas- me dijo amelia riendo. Creo que mi cara demostró lo avergonzada que estaba.

Mil disculpas, me dejé llevar- dije apenada.

Pues si dejándote llevar salen más ricas las cosas, entonces hazlo siempre- me dijo con mucha ternura.

Lo cierto es que ya estaba acostumbrándome a esta vida y disfrutaba mucho de ella. Nataly entró en la cocina y se quedó mirando la escena, al principio ella dudaba que su suegra pudiese recuperar su alegría, pero con el pasar del tiempo se fue emocionando con todos los cambios que tenía. Solo me faltaba que dejara el bastón, bueno era una señora de 79 años entiendo que lo necesitaba cuando se cansaba, pero ella lo usaba en todo momento, aunque lo bueno era que ya no usaba la silla de ruedas.

¿qué es eso que huele tan rico?- dijo nataly.

Son pepas mami, Kat nos está haciendo pepas para la merienda- le dijo Sofía yendo a sus brazos.

Si sigues consintiendo a estas dos mujeres con sus caprichos- iba a terminar, pero la sonrisa de su hija la freno.

nataly ya me había pedido que dejara que Sofía compartiera más tiempo con su abuela, y para poder encontrar actividades que a las dos les guste, empecé con la cocina. Primero haciendo simples galletitas, y luego hasta preparando comidas a las dos les gustaba ayudarme. También descubrí que les gustaba dibujar, así que los días en los que el sol no era tan fuerte por la tarde, salíamos al jardín trasero con varios atriles a dibujar paisajes y pintar, de esa manera Amelia podía enseñarle diversas técnicas a la niña y compartían muchos momentos juntas.

kat- dijo nataly -¿te hablaron del viaje que realizaremos la semana próxima?-

¿Viaje?- dije negando con la cabeza.

Oh si querida, yo debía contarte, pero lo olvidé. Nos iremos quince días a la playa a una casa que tenemos y es más que obvio que debes venir- me dijo amelia mientras tomaba un sorbo del té

Pero señora yo tengo el otro trabajo- dijo mientras sacaba las galletitas del horno.

no te preocupes mi querida nataly se encargará ¿verdad?- le dijo mientras la miraba.

Claro que si mama- le dijo con una sonrisa, que yo ya entendía.

Y así en una semana estaba dentro de un avión privado, con Nataly, Sofía y Amelia rumbo a la costa. Como habían conseguido que me dieran los días libres no tengo idea, pero supongo que al volver me enteré por el señor Cagnelo.

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