CAPÍTULO VIII ENCUENTROS PELIGROSOS

Alexandros se sentía triunfador cada vez que notaba las reacciones corporales de Olivia a su cercanía. Lo que se negaba a reconocer, era que él también se estaba sintiendo afectado por ella. Y se recriminaba por ello, obligándose en su defecto, a sentir solo sentimientos de rabia y desprecio, menos deseo. Pero cada rose que él mismo provocaba entre sus cuerpos despertaba pasiones ocultas, que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar…

. – ¿A qué le temes querida? – Ella sintió un nuevo escalofrío recorrer su cuerpo cuando sus susurros y cálido aliento acariciaron su oído. La cercanía de Alexandros la tenía alterada en todos los sentidos, pero se estaba ocupando de que él no lo supiera… decidida, elevó la mirada hacia él con los ojos llenos de determinación y desafío.

. - ¿Acaso estas jugando conmigo? – interrogó con firmeza…

. – A mí no me gusta jugar… - Le dijo manteniendo su mismo comportamiento seductor…

. – Pues a mí me parece que lo estás haciendo y te advierto que debes tener cuidado – Él la miró curioso, y ella le sonrió seductoramente - Puedo convertirme en tu debilidad…

Sus palabras parecieron detener el tiempo, un instante de complicidad se dio entre ellos… pero Alexandros, aunque aturdido, se negó a dejarse llevar por el momento, continuó haciendo que ella danzara por la pista pegada a su cuerpo, probando sus límites emocionales…

Con una sonrisa enigmática, él respondió en tono seductor…

. - ¿Cómo saber que nos deparará esta danza maravillosa, seductora y peligrosa…

Seguía él con su juego, y ella lo atrapó con la intensidad de su mirada…

. – Cansancio… – le susurró para luego continuar con malicia – Y ampollas en los pies Alexandros…

. – Jajaja – él no pudo evitar reír de su comentario satírico – No lo creo querida, pero con cada paso que damos, estamos más cerca de la verdad… - Le susurró con su voz cargada de anhelo y desafío a la vez. Si, la excitación aumentaba…

Aunque ella se sentía abrumada, y sabía que estaba adentrándose en territorio peligroso al que él la quería arrastrar, especialmente, con esa danza literalmente erótica que estaban manteniendo, sumado a su tacto y contacto, haciéndola consciente de que en cualquier momento podía perder el control, ella, se negaba a que fuera hoy, no le daría el gusto de caer en su galantería tan rápido.

Quería conocerlo más, saber quién era él realmente, estaba decidida a descubrir que se ocultaba también detrás de la fachada seductora de Alexandros, porque él la inquietaba de maneras diferente…

. – No será hoy… – Soltó – Y ya no quiero bailar más… - Continúo tratando de detenerse – ¡Alexandros! – Dijo su nombre con firmeza obligándolo a detenerse…

. - ¿Qué te pasa? – Le preguntó el con un tono diferente al anterior…

. – Dije que no deseo bailar más…

. – Ummm ¿Entonces prefieres que vayamos a otro lugar? – Volvió al tono sugerente y provocador, haciéndola voltear los ojos…

. – Si, quiero irme a la cama – Le dijo con picardía, luego lo miró con burla cuando el levantó su ceja emocionado – ¡Sola! Por favor llévame a casa…

Internamente Alexandros se molestó, pero no manifestó su descontento, porque estaba seguro que podía lograr lo que quisiera con ella, solo que se estaba haciendo la difícil.

. – Está bien, vamos… - la tomó de la mano y bajaron de la pista hasta la mesa donde habían estado sentados, para tomar sus cosas… Él en ningún momento la soltó, cuando iban saliendo escucharon algunos comentarios mal sanos respecto a ellos dos…

. – Por eso no siempre podemos creer lo que escuchamos en la calle… – Le dijo ella con sarcasmo – Él se sonrió, aceptando su acotación, ambos estaban allí y los comentarios fueron totalmente contrarios a lo que ellos hicieron.

Alexandros la acompañó hasta la puerta de su apartamento, estado allí ambos se quedaron en silencio por un instante hasta que ella lo rompió…

. – Gracias por la velada… - Le dijo suavemente.

. – Encantado, y espero se repita – Se acercó a ella haciéndola retroceder - Bailas muy bien… - Dijo sensualmente. Ella carraspeó y antes de poder decir algo más él la tomó de la cintura y unió sus labios. La besó como si realmente la anhelara, con deseo que lo confundió a él mismo, más, cuando quedó fascinado con su respuesta. Entonces, acabó con el contacto. Se miraron, luego ella se dio la vuelta, y entró a su edificio sin decir nada, dejándolo allí maldiciendo la debilidad que sintió en ese momento.

Los siguientes encuentros entre ellos, cada conversación, miradas, dejaba ver las emociones reprimidas que sentían el uno por el otro. Alexandros se encontraba ingeniándosela para tratar de salir airoso de la situación con ella, porque para él, era solo uno quien debía sufrir, y no precisamente tenía que ser él, era ese el plan que inició en contra de ella. Pero cada encuentro entre los dos, lo llevaba más lejos de su propósito, porque el lazo entre ellos cada vez se volvía más fuerte y complejo.

Alexandros llegó más temprano que nunca a la pastelería, él mismo no entendía completamente la razón, pero desde que despertó sintió la necesidad de ir… y allí estaba, en la pastelería, sin darse cuenta ni en el momento que llegó. La encontró tratando de colocar unas piezas en lo alto, ella miró hacia la puerta y lo vio ahí parado, mirando un punto fijo en su pecho, siguió su mirada y fue consciente como sus senos se marcaban por la presión de la blusa. Inmediatamente su respiración se agitó cuando lo volvió a ver y se enganchó se su intensa mirada y el deseo que ella podía ver en ellos…

. – ¿Me puedes a ayudar? – le pidió para romper el excitante e incómodo momento – ¡Alexandros! – Él por fin la miró a la cara, no se había fijado que ella ya tenía sus brazos abajo… él le quitó el frasco de la mano, lo colocó donde ella intentaba hacerlo y sin más la tomó en sus brazos y la besó con tal desesperación que ella no se pudo resistir.

Su cuerpo se fundió con el de ella en un beso apasionado tan lleno de anhelo y deseo que parecía que el mundo se detenía a su alrededor. Alexandros la sostenía con firmeza sin tener intención de soltarla, y sus labios se movían contra los suyos con una urgencia que la dejó sin aliento.

Y se abandonó al beso dejando que la intensidad del momento la envolviera por completo. Se aferró a él con fuerza sin poder contener la oleada de emociones que la embargaba. Cuando finalmente se separaron, gracias a el sonido de la campanita de la puerta indicando que alguien había entrado, él la miró con los ojos llenos de pasión, pero también contrariado, como si no pudiera creer la intensidad de lo que había pasado.

. – Disculpen la interrupción… – Escucharon ambos la voz de Sandra y miraron hacia ella – Uff un beso como ese causa mucho sofoco… - Soltó la mujer en broma, pero ninguno de ellos dos estaba para reír…

Olivia estaba confundida, las conductas de Alexandros normalmente le provocaban eso, a veces parecía empeñado en conquistarla y cuando ella se dejaba llevar, o él perdía el control se retraía, parecía que se negaba a sentir emociones por ella…

. – Hola Sandra – Saludó Alexandros serio caminando hacia la salida, luego se detuvo y se volvió mirando directamente a la mujer que antes besaba apasionadamente, y que ahora limpiaba el mostrador algo distraída – Mónica… - Volteó cuando él la llamó – Que tengas un buen día…

. – Gracias, igual tu… - Él asintió y salió.

. – Cielos, aquí como que hay corazón… – Miró a su amiga con picardía – Ósea que es cierto lo que comentan en el pueblo…

. – No creas todo lo que escuchas…

. – ¡Pero que cínica! – La acusó riéndose - ¡Lo acabo de ver yo misma!

. – Por eso, cree solo lo que tu estas mirando… - Aconsejó sin dejar de limpiar el mostrador – Se están diciendo muchas cosas que no son ciertas…

. – ¡Aun! – Sentenció – Porque es cierto, ya los casaron y todo, pero Ummh… solo te diré que me alegra mucho que alguien por fin te esté moviendo el piso… ¡Y otra cosa!

Ella le sonrió, pero sin ánimo alguno, solo se quedó pensando en lo que sucedió y lo que acababa de decir Sandra… ella deseaba tanto sentir los labios y el contacto de Alexandros, pero también sentía que quería más, tanto, que estaba aterrada, porque no sabía con certeza que era lo que quería exactamente él de ella…

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