Capítulo 12

Recupero la consciencia sobre una superficie muy cómoda, tanto que la palpo con las manos sintiendo el aroma de Ahderon. Cuando abro mis ojitos suavemente noto que estoy en su regazo mientras el suelo se mueve, por el escenario parece que estoy en un carruaje.

Mi cuerpo está supercalentito cubierto por pieles blancas, deben haberme vestido. Trato de ver a mi hombre y este se encuentra mirando por la ventana hacia el exterior mientras su mano descansa en mi cabello. ¡Hora de seguir haciéndose el dormido!

Lo abrazo por la cintura y me acurruco contra él hundiendo la cabeza en su abdomen a la par que restriego mi mejilla con su muslo. Para no ir al gimnasio y depender totalmente de su actividad física de esas horas de entrenamiento con la espada hacen lo suyo.

—¿Estás mejor? —dice él haciendo que me sobresalte, pero sigo fingiendo que duermo—: sé que estás despierto, te vi abrir los ojos y cerrarlos de nuevo. A demás, esos movimientos tuyos son en extremo depravados, quita la cabeza de ahí.

Su mano que acariciaba mi cabello ahora hace un agarre en este sacando mi cabeza de su zona íntima para incorporarme en la silla.

—Yo seguía dormido, amor —digo inflando los cachetes y tratando de ponerle ojitos.

—No causes más problemas, no te separes de mí y sobre todo, mantente donde pueda verte —me dice clavando su fría mirada en mí—. Ah, y no me llames "amor".

Me arropo mejor con las telas que presento, unas bastante cálidas y parece que abajo de ella tengo otra ropa, una más presentable y que me queda grande. ¡No puede ser! Esta es suya...

—Dios, me estás dando tantos momentos especiales porque me vas a matar, dímelo, yo lo sé —comento mirando el techo como si le hablase al aire.

—Supondré que estás bien. Responde lo que te pregunté —comenta Ahderon.

—Estoy mejor ahora que dormí un poco, no hay de que preocuparse... Ah, no, no espera, me siento supermal, déjame volver a descansar en tus muslos —digo estirando los brazos hasta él solo para ver como la palma de su mano se estampa en mi cara para mantenerme en la distancia.

—Laura tiene la orden de encontrar a quien te mordió y eliminarlo —comenta él mientras lleva mi cabeza a su hombro—: no toques nada, simplemente descansa, tu cuerpo es demasiado débil, Cian.

Por mi mente pasan muchas cosas cada una más invasiva que la anterior, entre todo ello está el querer abrazar su hombro para llenarlo de besos, ya que es la única zona que puedo tocar lo que queda del viaje. ¿Si lo muerdo se molestará?

Me gustaría que se volviese un lobo para descansar sobre él, fue tan cómodo cuando me atrapó. No puedo creer que quisiese irse sin mí... Tuve suerte de que Vicaria no soltase la lengua también.

—Luna llena —digo teniendo presente su trasformación.

—falta una semana, estaremos de vuelta a tiempo para ello —dice prestando atención a mi accionar antes de volver a mirar por la ventana.

—Eres incluso más hermoso de esa forma, como un lobo plateado —digo acurrucándome en su brazo—. Incluso, sería mucho mejor descansar sobre tu cuerpo así.

Él no responde, solo se queda observando el vacío mientras yo disfruto el momento. Desgraciadamente, todo se detiene cuando su olor me comienza a revolver el estómago y debo asomarme a vomitar por la otra ventana. ¿Qué demonios? ¿No puede ser por esa estúpida marca o sí?

Terminando de deshacerme del mal sabor de boca, con mis uñas me dispongo a arañar la parte trasera de mi cuello dejándome llevar por las emociones.

—No, no, no, no... Maldita sea... —grito mientras veo como la piel y sangre va quedando en mis uñas.

Ahderon toma mis muñecas y me detiene en seco, haciéndome consiente de lo que estoy haciendo. Con un pañuelo limpia la sangre que corre por mi clavícula y luego me abraza. Cosa que solo hace que mi malestar empeore, pero al menos mi corazón se calma.

—Tranquilo, no te hagas daño, solo sé paciente —dice él.

La ira y la impotencia me gana de manera fea, al punto que las lágrimas se escapan de mis ojos, guiadas por la rabia. ¿Cómo se supone que venga a este mundo para poder estar contigo y un desconocido me obligue a apartarme para no vomitar? No es justo...

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Llevamos más de veinticuatro horas de viaje, uno que podría ser el mejor de la historia si no fuese por que cada vez que intento propasarme con Ahderon mi cuerpo reacciona de forma negativa.

Las ruedas se detienen y uno de los guardias toca la puerta recibiendo el permiso para abrirla. Nos comunica que está montado el campamento para descansar esta noche y la comida también al fuego.

Mi hombre me hace bajar detrás de él y obedezco su consejo, no me voy a separar. Tampoco es que me cueste acatarla. Él me guía hacia una fogata donde el frío se hace más ameno, aún así me cuesta llevarlo bien y los mocos comienzan a aflorar con el paso de las horas.

—De esta me muero —digo recogiendo el moco mientras me sirven mi plato de sopa desabrida.

—Eres demasiado débil, incluso para ser un Omega. Más ahora que estás lejos de la persona que te marcó —dice Ahderon.

—Ahd... Mcuídame, vuélvete lobo y cuidame —digo soltando una lágrima mientras la tos me gana.

—No puedo hacer eso delante de todos de nuevo, les daría un motivo para por fin deshacerse de mí —dice él mirando su plato de comida, quizás pensando si deba comer o no. Yo me lanzo y lo pruebo primero con una amplia sonrisa y espero unos segundos antes de contestar.

—No está envenenado, ya lo comprobé por ti —le respondo dándole su cuchara con mi saliva ahora.

Ahderon se me queda viendo con curiosidad haciéndome preguntar si tengo algo en mi cara. Limpio mi mejilla y no hay nada...

—¿De dónde nos conocemos? —dice él.

—De toda la vida, yo siempre te he estado buscando —le comento, pero él solo me mira de forma más despectiva, como si fuese un peligro...

Me toma por la camisa acercando mi cuerpo al suyo de forma brusca, incluso se vierte parte de la sopa. Sus labios van a mi oído para susurrar algo que no debe escuchar el campamento: "dime la verdad o créeme que vas a pagar la muerte del rey y tú eres un simple esclavo".

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