Capitulo XXIII Furia

Cuando acepte ver a Adolfo fue para decirle que me dejara en paz y que nunca más me volviera a molestar, ese día hablando con Miranda me di cuenta de que realmente amaba a Noah, mi amiga me abrió los ojos y está noche se lo haría saber a mi amor, me despedí de Miranda y fui a ver a Adolfo.

— Sabía que vendrías, aún me amas verdad? — Pregunto, él muy imbécil.

— No te confundas Adolfo, solo vine para dejarte claro que no siento nada por ti, yo amo a otro hombre y pronto me casaré con él.

— Eso no va a pasar, tú eres mía y siempre lo serás, lo que pasó con aquella mujer fue solo un error, nunca quise lastimarte.

— Si fue un error o ya no se puede hacer nada, como te dije amo a mi prometido y me voy a casar así que te voy a pedir que no me molestes más.

Intente alejarme, pero Adolfo me acercó a él e intento besarme, yo me resistí, y al final logré separarme de él, si alguien nos hubiera visto antes seguramente malinterpretaría la situación, una vez logré sacarme de su agarre salí corriendo de aquel lugar, me fui a mi casa y le envié un mensaje a Noah, realmente lo extrañaba y quería verlo, esa noche le confesé mi amor y a partir de ahí todo fue diferente, nuestra relación era más estable que nunca.

El día de la boda al fin llegó, yo estaba muy nerviosa y cuando llegue al altar vi a Noah se veía tan guapo, tan serio, sabía cómo era su carácter así que no le preste atención a su actitud, en ningún momento me dedico una sonrisa, todo el tiempo estuvo serio, y cuando tomo mi mano lo hizo con tanta fuerza que me lastimó, pensé que era porque estaba nervioso, así que también lo pasé por alto, treinta minutos después ya estaba casada por todas las leyes con Noah, los invitados empezaron a acercarse para felicitarnos, Noah me tomo de la mano y prácticamente me saco de la iglesia a rastras, una vez en el auto no me pude contener más y le pregunté que estaba pasando.

— Noah que tienes, estás muy extraño el día de hoy.

— Solo es la emoción no te preocupes.

Entonces fue cuando Noah subió la ventanilla que separaba el lado del conductor de la parte de atrás del auto, se lanzó encima de mí y empezó a besarme, era muy brusco sus manos recorrían todo mi cuerpo, como si me quisiera lastimar, estaba muy asustada, Noah nunca me había tratado así, intente empujarlo, pero él era más fuerte que yo, empecé a llorar y fue cuando él se detuvo, no dijo nada simplemente compuso su ropa y sentó ahí sin voltear a verme, me di cuenta de que el auto no se dirigía a la recepción, más bien íbamos camino al aeropuerto, no quise preguntar nada, simplemente hice silencio y mire por la ventana, las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos, me sentía humillada, me sentía mal, no sabía que estaba pasando, lo único que sabía era que Noah no era el hombre que me había enamorado, seguramente este es el verdadero Noah Fuentes y ya es muy tarde para escapar de él, pensé.

Llegamos al aeropuerto y por primera vez nadie abrió mi lado de la puerta, me quedé un momento pensando en lo que estaba pasando, cuando él se acercó al auto abrió la puerta y halo de mí con mucha fuerza, sacándome del auto, luego literalmente me arrastro por todo el camino hasta el avión, me obligó a subir y sin más me tiró en mi puesto del avión, en todo el vuelo no dije nada, solo lloraba, a lo mejor muchas personas pensaran que soy una estúpida por permitir este trato, pero para una persona que siempre había obedecido órdenes, su voz estaba muerta, el viaje duro aproximadamente tres horas, en todo este tiempo yo solo miraba por la ventana sin parar de llorar, aterrizamos en una especie de isla y por lo poco que podía ver esta isla estaba sola.

— Bájate del avión. — Pidió autoritario Noah.

— Vete al infierno. — le grité.

— Querida los dos viviremos en el infierno juntos.

Esas palabras me dieron tanto miedo, nunca lo había visto así de enojado, algo había pasado solo que no podía imaginar que era.

Baje del avión y un auto ya nos estaba esperando, pero esta vez Noah sería el chófer, soltó su corbata y arranco el auto una vez que yo estuve dentro, manejaba como un psicópata sin control, llegamos a una enorme casa, donde no se veía ni un alma alrededor, al llegar me obligó a bajarme del auto y me arrastro hasta la entrada.

— Bienvenida querida, al infierno. — Estaba muy asustada quise salir corriendo, pero este vestido no me lo permitía, él me alcanzó me alzó en brazos y me llevo dentro de la casa, vi la decoración y todo estaba hermoso, había pétalos de flores blancas por toda la casa, la chimenea estaba encendida y en frente había una alfombra blanca, todo estaba iluminado con vela, por un momento olvidé lo que estaba pasando, volví a la realidad cuando Noah me lanzo al sofá y empezó a forzarme.

— Por favor no lo hagas, no me lastimes. — Le estaba rogando, pero parecía poseído por la ira.

— Acaso no te gustan mis caricias, seguramente prefieres las de tu amante verdad? — Dijo aquellas palabras con tanto dolor.

— No sé dé qué hablas, yo no tengo ningún amante. — Le dije con la poca fuerza que me quedaba.

— Entonces yo te mostraré, fue entonces cuando se levantó y arrojo sobre mí unas fotos, esas fotos eran del día que vi a Adolfo, como era posible que él tuviera esto.

— No es lo que parece, te lo puedo explicar.

— No me digas nada, ahora solo cumple con tu papel de esposa y desde ya te lo advierto ante el mundo entero seremos una pareja enamorada aunque cuando las puertas de la casa se cierren no serás nada, entendiste.

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