Capitulo VIII La propuesta

Desde que empecé a salir con Noah mis días se han vuelto más felices, no puedo decir que estoy enamorada de él, pero al menos no estoy todo el día pensando en el imbécil de Adolfo, desde el día de la disco no lo he vuelto a ver y si va a la universidad ni me entero, desde ese día han pasado tres meses, con Miranda solo puedo hablar en la uni, ya que mi padre no la quiere ver en la casa, al único que recibe feliz es a Noah, siento que me está presionando para que tenga una relación con él.

Estaba en casa pues era fin de semana, no tenía nada que hacer y Noah había salido de viaje de negocios, así que me quedé en casa viendo películas, era casi medio día cuando mi papá me llamo al estudio, era rato que él me pudiera ir a su lugar de trabajo, solo lo hacía cuando era algo serio, fui inmediatamente a ver qué estaba pasando, toque a la puerta y mi papá me mandó a pasar, al entrar vi que mi mamá también estaba con él.

— Hija por favor siéntate. — Dijo mi papá señalando la silla al lado de mi mamá.

— Qué está pasando papá, que hacia los tres aquí? — Pregunté preocupada.

— Sabes que no me gusta darle vueltas a las cosas, pero en vista que te has demorado mucho tenemos que hablar contigo, sabes que nuestra situación económica no es la mejor y por eso tuvimos que vender tu auto para poder terminar de pagar tus dos últimos semestres en la universidad.

— Lo se papá y sabes que una vez termine mi carrera buscaré trabajo para ayudarlos.

— Hija sabes que no es suficiente para pagar nuestras deudas, así que para proteger tu futuro hemos decidido aceptar la oferta de Noah.

— Sé qué están hablando, que trato?

— Noah nos ha propuesto que ustedes se casen, así él podrá llevarte a su casa y cuidar de ti.

— No papá, eso no es así yo no me voy a ir con él, no los voy a dejar solos en esto.

— Hija entiende lo más probable es que embarguen nuestra casa y todo lo que tenemos, la única manera que tenemos de protegerte es que te cases con Noah, nuestros enemigos vendrán por ti, lo que menos queremos es que alguno de esos buitres te obligue a casarte con uno de sus hijos.

— No es muy diferente a lo que ustedes piensan hacer conmigo y Noah.

— Hija es diferente, al menos a Noah lo conoces y sabes que es un buen hombre, en cambio, si uno de esos viejos te llegará a atrapar no tenemos como protegerte. — Dijo mi mamá rompiendo se silenció.

— Acaso vivimos en la edad media, cómo que esos hombres querrán casarme con uno de sus hijos, de que están hablando? — Pregunté molesta.

— Hija en nuestro círculo las cosas se manejan así, tenemos una deuda muy grande principalmente con los Quinteros y ellos tienen un hijo, recuerdas a Franco? — Pregunto mi papá.

— Si claro el asqueroso Fran, ese ser despreciable que siempre anda tratando de meter mano a las jóvenes. — Respondí asqueada.

— Bueno hija su familia te quiere reclamar, dicen que les darás buenos herederos, así que tú decides o Noah o Franco. — Dijo me papá.

— Entonces mejor huyó del país y no me caso con nadie. — Respondí molesta.

— Estás en tu derecho, solo que cuando te vayas recuerda que será la última vez que nos veamos, ya que cualquier familia acabará con nuestras vidas. — Explico mi mamá.

Tampoco quería que a ellos les pasará nada, estaba en una encrucijada, no quería casarme, ya que después de lo que me hizo Adolfo jure quedarme sola para siempre y no creer de nuevo en el amor, pero tampoco podría permitir que lastimaran a mis padres, no me quedo de otra que aceptar a Noah, era mejor opción que Franco, aunque para ser sincera me decepcionó que me reclamará como parte de un pago, prácticamente me estoy vendiendo al mejor postor, me fui a mi habitación muy triste, mis padres, por otro lado, estaban felices de que hubiera aceptado y como no hacerlo si prácticamente me están obligando.

Ya sola en mi habitación empecé a llorar por mi suerte, no sé cuánto tiempo estuve llorando, solo sé que me quedé dormida, todo el día y toda la noche, al día siguiente me levanté con un fuerte dolor de cabeza, me sentía muy mal, mi mamá fue a mi habitación y me encontró prendida en fiebre, llamaron al doctor y este me recetó algunas medicinas, ese día también lo pasé en mi habitación pensando en mi mala suerte, solo que había llorado tanto que ya ni lágrimas tenía. Después de un día enfermera, llegó el siguiente día, ya me sentía mejor así que decidí ir a bañarme, ya que estaba hecha un lío, después de arreglarme un poco, baje a la cocina, mi madre al verme sonrió sin ganas y me saludo.

— Que bueno que bajas al fin, ya iba a buscarte porque tienes visita. — Dijo mi mamá.

— De quién se trata? — Pregunté sin ganas.

— Llegó tu prometido, está muy preocupado por ti, por favor ve a atenderlo. — Ordeno mi mamá.

Baje la cabeza y fui a su encuentro, entre en la sala y en efecto ahí estaba Noah, al verlo sentí un cosquilleo en mi estómago, pensé que eran nervios.

— Princesa aquí estás, regrese lo más pronto que pude al ñlenterarme de que estabas enferm¿Dime cómo te sientes? Necesitas algo? — Dijo Noah tomándome de la mano y ayudándome a sentar a su lado.

— No te preocupes me encuentro bien solo fue un ligero malestar. — Le dije casi en un susurro.

— No te dé pena pedirme lo que quieras, sabes que estoy aquí para mirarte.

Lo que quería era que me dejaran en paz, quería irme lejos, quería olvidar está pesadilla, obviamente no se lo podia decir abiertamente, así que hice silencio por un rato y luego solo le di las gracias, mis padres nos dejaron solos para que habláramos, después de un tiempo Noah saco una pequeña caja de su bolsillo, se arrodilló delante de mi y me pidió matrimonio, me dije que si igual no tenía opción, Noah puso el anillo en mi dedo luego se levantó y me ayudó a levantar a mi, para unir nuestras labios en un dulce beso.

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