Capitulo VII La familia de mi futura esposa

La noche fue especial, Mía es tan diferente a otras mujeres, ella es sencilla, amable, inteligente y muy hermosa, cuando nos quedamos mirando fijamente a los ojos después de que ella limpiará mi boca, fue un momento mágico, sentí ganas de besarla tuve que contenerme para no hacerlo, todo fue mágico, lástima que la noche terminara tan pronto, la lleve a su casa, saludé a sus padres y me despedí de ella, volví a mi casa, en esta ya estaba mi hermana, últimamente estaba muy extraña siento que algo me oculta.

— Hola Sofí, Qué haces aún despierta? — Pregunté dándole un beso en la frente.

— Hola hermano, nada solo viendo mis redes. — Respondió ella sin quitar la mirada de su teléfono.

— Te pasa algo? Últimamente estás muy distante.

— No, estoy bien, solo que extraño a papá.

— Te entiendo, pero sabes que la vida sigue y a él no le hubiera gustado verte triste.

— Lo se hermano, ahora dime de dónde vienes, llegaste muy sonriente hace rato.

— Si estoy feliz, conocí a una hermosa dama, desde que la vi me enamoré de ella y estoy haciendo mi lucha para conquistarla.

— Si no se enamora de ti es porque está ciega, tú eres el hombre más apuesto y bueno del mundo.

— Solo lo dices porque eres mi hermana, creo que si siente algo por mí, solo que es muy penosa y no se atreve a decirme.

— Espero conocerla hermano, ahora me voy a dormir, estoy muy cansada nos vemos mañana.

Sofía se despidió de mí y subió a su habitación, yo saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Mía, no pude aguantar las ganas de volver a hablar con ella.

— Hola hermosa, descansa y espero que tengas un dulce sueño.

Mía no contestó, así que subí a mi habitación algo decepcionado, entre al baño y una vez estuve listo me fui a dormir, agarre mi teléfono para ver la hora y ahí estaba la respuesta de Mía.

— Hasta mañana, la pasé bien hoy, gracias, también descansa.

Le puse un corazón a su mensaje y me fui a dormir, esa noche fue una de las pocas en las que pude descansar bien, al día siguiente desperté algo tarde, no tenía que dar clases, así que me fui a la empresa de mi papá, aunque está empresa se manejaba sola, siempre tenía que darle vueltas, este es el patrimonio de mi hermana y no dejaré que se pierda.

— Buenos días, señor Fuentes. — Dijo mi secretaria, una mujer joven de unos treinta años, rubia muy bonita.

— Buenos días, Margarita, que tenemos para hoy? — Respondí serio.

— Los socios pidieron una reunión con usted, lo más pronto posible, están preocupados por la decisión de usted de no estar todos los días en la empresa.

— Sabía que eso iba a pasar, ellos no saben que estoy monitoreando la empresa en todo momento, pídeles que vengan hoy a las dos de la tarde, a esa los atenderé, Margarita necesito un favor, envía unas rosas blancas a esta dirección, aquí tienes lo que vas a poner en la tarjeta.

— Si, señor ya mismo lo hago.

Margarita se retiró de mi oficina, mientras yo le envié un mensaje de buenos días a Mía.

— Buenos días, princesa, ¿cómo amaneces?

No esperaba que me contestará de una vez, asumí que estaba en la universidad, pero para mi sorpresa ella me respondió de una vez.

— Buenos días, profe estoy bien, hoy no fui a la universidad, me sentí algo indispuesta.

Esa respuesta me preocupo mucho, así que la llame.

— Dime que tienes?

— No es nada de que preocuparse, son cosas de mujeres.

No entendí lo que me quiso decir, así que insistí en que me dijera.

— No es nada malo, solo que me vino a visitar Andrés.

— Andrés? Cuál Andrés? — Le contesté.

— El que me visita cada mes, ja, ja, ja se echó a reír y fue cuando entendí lo que me quería decir, era tan ocurrente con lo que decía, me saco una sonrisa, estuvimos hablando un rato más, lástima que me tocó colgarle pues tenía una reunión muy importante con un socio de mi papá y su hija.

Mi secretaria me informo que el, señor Sierra había llegado, le pedí que los dejara pasar.

— Buenos días, señor Fuentes. — Dijo el señor Sierra estrechando mi mano.

— Buenos días, señor Sierra. —

— Le presento a mi hija Claudia Sierra.

— Un gusto conocerla señorita Sierra, pero por favor siéntese.— Señale las sillas frente a mi escritorio, los dos tomaron asiento y el señor Sierra empezó a hablar.

— Como sabe su papá y yo teníamos ciertos acuerdos comerciales, lo que queremos saber es si aún se mantienen los tratos con usted?. — Pregunto el señor preocupado.

— Aún no termino de revisar todos los acuerdos comerciales que tenía mi padre, pero le prometo que antes de que termine la semana tendrá mi respuesta.

— Señor Fuentes disculpe que me entrometa, pero nos urge saber si nos tomara en cuenta, ya que tenemos otras empresas queriendo asociarse con nosotros.

— Disculpe señorita Claudia, pero si tienen mejores ofertas, siéntanse en la libertad de aceptarla, como sabrán también tengo mis propias empresas y para poder atenderlas a las dos me toca trabajar intercalando responsabilidades.

— No lo dije por mal, es solo que todos necesitamos una respuesta de su parte, no solamente la empresa de mi padre.

— Los entiendo y por la amistad que tenía usted señor Sierra con mi padre revisaré su acuerdo y le daré respuesta lo más pronto posible.

— Se lo agradezco mucho señor Fuentes y como agradecimiento le invito a una cena está noche en mi casa.

— Lo siento señor Sierra, está noche ya la tengo comprometida con la familia de mi futura esposa, así que lo dejaremos para otro día.

— Se va a casar, felicitaciones espero tenga un excelente matrimonio.

— Muchas gracias por sus buenos deseos.

Los Sierra se despidieron y salieron de mi oficina, sabía que la intención de este señor era acercarme a su hija, por eso le dije eso, aunque para ser sincero casarme con Mía es mi mayor sueño.

Mi día paso entre reuniones, no tuve tiempo para nada, termine de trabajar a las siete de la noche y mi cita con los Castillo era a las ocho, así que no me quedo de otra que asearme en el baño de mi oficina, para poder llegar a tiempo.

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