Muss me volvió en sí, rescatándome de mi viaje sideral a las estrellas, imaginando mucha pasión con mis artistas favoritos. Habló a la multitud, refiriéndose a los logros de la asociación de artistas, de la defensa de sus intereses y del apoyo brindado a miembros que lo necesitaban. Recordó a los que partieron en los últimos meses y se refirió a que "nos acompaña una distinguida dama, Miss Sideral", pidiendo fuertes aplausos para mí.
Me alcé de mi silla haciendo un gesto, pero dos anfitrionas me llevaron casi a rastras al escenario.
-Miss Sideral es la mujer más bella del mundo y nos honra con su presencia-, dijo Muss y me cedió la palabra. ¡¡¡Truenos!!! ¿y ahora qué digo? Todos los invitados guardaron silencio y me miraban entre sonrientes e inciertos, esperando, quizás, alguna crítica a alguien.
-Es difícil hablar estando ante tantos hombres hermosos-, fue lo que dije y todos estallaron en risas, aplaudiéndome fervorosos y entusiasmados.
-He suspirado tanto con ustedes que verlos ahora, en vivo y en directo, me tiene hecha una tonta-, volví a decir y otra vez los fortísimos aplausos.
-No puedo competir, tampoco, con tantas mujeres lindas, creo que toda chica, en cualquier parte del mundo, hasta el último rincón del universo, quiere ser como una de ustedes, imitarlas y ser no solo bellas, sino esplendorosas, mágicas y triunfadoras sino también alcanzar lo que ustedes han logrado-, me referí a las actrices. Los aplausos se hicieron aún más estruendosos.
-Pero no se trata solo de actuación, de un mundo de fantasía, de ilusiones o viajes al infinito, entre sueños y anhelos, hay realidad también, y la realidad describe hambre, dolor, sangre, maltrato, feminicidios. Todo eso está allí, detrás de esas puertas. Es verdad todos anhelamos un mundo colorido y festivo, de belleza y actores lindos o mujeres hermosas, entonces, empecemos, allí, en la calle, afuera, donde está la hambruna y la necesidad, muchas gracias-, dije en medio de la vocinglería absorta que luego se volvieron tibios aplausos. Sullivan de repente se puso de pie y empezó a aplaudir efusivo y eufórico, dando hurras. Lo imitaron dos, tres, cinco, seis y luego todo el auditorio se convirtió en una furibunda ovación a mis palabras.
Jaclyn me esperaba furiosa que volviera a mi mesa acompañada de una anfitriona. -¡¡¡Tenías que hablar!!-, me reclamó iracunda.
-Ay, solo quise no ser frívola-, sonreí.
Sullivan se aceró. Uffff cómo adoro a ese hombre. No me he perdido ninguna de sus películas. Me encantaba su carita de ángel, sus brazos grandes, sus vellos, su nariz tan varonil. Ayyyy, me vilve loca. Ahora estaba delante mío. Quedé boquiabierta, traumada, perpleja y absorta. ¡¡¡Qué hermoso es!!! me repetía recreándome con sus ojos tan destellantes como el cielo mismo.
-How vibrant your speech, miss, it moved me-, no sé qué me dijo. Moví la cabeza embobada a él.
-Oh, sorry, miss, no hablo mucho español, pero usted me conmovió, -you are wonderful woman-, dijo. Yo mordía mi lengua, golpeaba mis rodillas y mis pechos se hicieron, de repente, colinas enormes.
-¿Me puedo tomar un selfie?-, puse la cara aún más de tonta.
-Delighted -, dijo y me colgué de su cuello, tomándome un millón de fotos con mi móvil, hasta le besé la mejilla, je.
Y cuando me iba a sentar, de repente, atrás mío aparecieron los artistas, hombres y mujeres, queriendo tomarse fotos conmigo entre gritos y empellones. Mi quijada se cayó al suelo.
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