Jonathan estaba boquiabierto, con los pelos erizados, empalidecido, los ojos desorbitados y , supongo, con su corazón a punto de estallar en el pecho, viendo mi baile sensual y sexy, tanto o más que una áspid disfrutando de la flauta de un encantador de serpientes.
Pero quienes también habían disfrutado aún de mi baile insinuante, fueron los periodistas que me habían grabado en sus drones, encandilados, maravillados y prendados de mi arte y talento. Las imágenes fueron difundidas por todos los medios y los videos se hicieron virales, superando, en un día, los diez millones de likes.
Apenas vio las imágenes con mi cimbreante y candente ritmo, seductora, mágica y esplendorosa, en su PC y en la televisión, Schelott gritó como un tirano: ¡¡¡¡¡¡Miss Sideral!!!!! que remeció el hotel entero igual o más que un cataclismo.
Cuando me cambiaba para la cena con los artistas, la señora Reynolds entró a mi suite furiosa, con el rostro pintado de cólera.
-Miss Sideral tiene que ser ejemplo de recato, no enseñar las posaderas a todo el mundo-, estaba enardecida por mi meneo de caderas en fundada en una tanga que había desaparecido entre mis curvas y redondeces.
-Le bailaba a mi novio-, supe que me había equivocado una vez más.
-Bailar está bien, pero ponerte esas pitas es como desnudarte ante todo el mundo-, sus exhalaciones eran bufidos de un toro rabioso.
Lo que más les molestaba a Schelott y Reynolds era que todos los medios decían que "Miss Sideral olvidó la compostura y demuestra que su vida es una eterna diversión", sin respetar las reglas de la organización.
No dije nada. Fanny, Nancy Daisy procedieron a peinarme y Andrea se encargó de mis uñas. Margot ya me había seleccionado mi vestido, un enterizo violeta, muy reservado, con poco escote ni aberturas aunque entallado. Jaclyn terminaba de redactar las notas de prensa que repartiría entre los periodistas, protestando por la presencia de drones en los jardines del hotel.
Jacqueline Harper, la presidenta de la organización en Lima, me llamó.
-Acabo de ver tu baile en mi celular, loca, te pasas-, reía festiva.
-Ay, aquí me han jalado las orejas-, le reclamé.
-Trata de ser menos efusiva, loca, Schelott está detenido en el tiempo de la carreta y aún piensa que Miss Sideral debe parecer como la mujer de D'Artagnan con abanico y vestidote tipo campana-, me recomendó entre risas.
-Quiero ir a Lima-, aproveché para pedirle. Había visto demasiado deprimido a Jonathan.
-¿A ver a tu novio?-, adivinó de inmediato ella.
-Sí, ir a la universidad, saludar a mis amigas-, agregué.
-Ay, loca, seguro que te pondrás a bailar en una carpeta o le volverás decir tonto al mandatario-, se mostró reacia.
Melissa me dijo que ya era hora de ir a la cena.
-Por favor, por favor, por favor-, supliqué abanicando mis enormes cejas.
-Ya, loca, hablaré con Schelott, pero no estés haciendo travesuras, pues-, arrugó su frente.
Me puse contenta y volví a bailar sexy y sensual en medio de las risas de Melissa.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 130 Episodes
Comments